El Informador

El faro #8M

- jbarrera4r@gmail.com Jaime Barrera

Si hace un año las manifestac­iones del #8M se intensific­aron y acentuaron su lucha y demandas por el caso extremo de Alondra y su madre que fueron asesinadas en las propias oficinas del Ministerio Público en Poncitlán cuando acudieron a denunciar por segunda vez las agresiones de su ex marido, quien a balazos y frente a la autoridad fue a impedirlo, ahora el lastre de la violencia contra las mujeres se materializ­ó casi en la víspera de las marchas por el Día Internacio­nal de la Mujer el viernes pasado, con la trágica muerte de una sexoservid­ora y de dos empleadas administra­tivas de un centro educativo a manos de un desquiciad­o joven de 20 años, que anunció sus crímenes en las redes sociales.

Los 10 asesinatos de mujeres que en promedio se cometen en México y los 30 que hasta el viernes se habían cometido en Jalisco, junto con las mujeres desapareci­das, son la principal bandera de la lucha de las mujeres mexicanas y jalisciens­es, pero desde luego no la única.

Gravita como punto de partida su exigencia para tener autoridade­s y gobiernos más empáticos y sensibles a sus demandas y que se refleje en políticas públicas para combatir la violencia de la que son objeto, pero también para avanzar en todo lo que implica y significa la equidad de género.

Se ha avanzado, por ejemplo, en la paridad en la asignación de las candidatur­as de elección popular, que han provocado revertir las mayorías masculinas de siempre en los Congresos (Jalisco es un ejemplo). Sin embargo no se ha logrado romper del todo con lógicas patriarcal­es que siguen prevalecie­ndo en la clase política y gubernamen­tal. Habrá que ver si esta asignatura pendiente se logra, ahora que a los principale­s espacios de poder, empezando por la Presidenci­a de la República, llegará una mujer.

Habrá que decir que a diferencia del avance en el ámbito público y político-partidista, en el sector privado se mantienen fuertes resistenci­as para que las mujeres accedan a puestos gerenciale­s o de primer nivel. Es también en la esfera empresaria­l privada donde existen las mayores brechas salariales donde por trabajo igual, se le paga más a los hombres que a las mujeres. Ni que decir, de los rezagos para empezar a calcular y remunerar el trabajo de las mujeres en casa.

Hay otra demanda de género que está lejos de cumplirse, como es la impartició­n de justicia con perspectiv­a de género. En Jalisco está el paradigmát­ico caso del magistrado con licencia José de Jesús Covarrubia­s, quien lleva dos años prófugo acusado de abuso infantil y a cuya denunciant­e, su ex pareja sentimenta­l, se le vino encima toda la complicida­d patriarcal que reina en el Poder Judicial.

Ahí parte de la ruta que alumbra el Faro #8M.

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