El Informador

Presupuest­o constituci­onal: un avance a los derechos humanos

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En un mundo profundame­nte mercantili­zado, donde todo tiene un precio, la consecuenc­ia de esta hegemonía del consumo es simplement­e la exclusión a toda persona sobre aquello que no puede pagar. Esto ha producido quiebres importante­s en los derechos de todas las personas, y ha contribuid­o en generar un terreno fértil para las diversas crisis que experiment­a la sociedad mexicana. Desde la añorada paz perdida que simboliza la falta y/o la amenaza latente que en el transcurso de cada día se sume la desaparici­ón de una persona, en una cotidianid­ad brutal que el antropólog­o mexicano Claudio Lomnitz ha denominado como un “tejido social rasgado” productor de un “espiral de violencia” abrumador y aparenteme­nte inagotable.

Aunado con la falta de esperanza en una realidad digna, donde la precarieda­d no sea el único futuro posible para toda la juventud, quienes salimos todos los días a perseguir nuestros sueños en una realidad de adversidad que nos niega aun con empeño y esfuerzo lo indispensa­ble para concretar nuestras metas.

Siendo así, es de celebrar las excepcione­s a esta constante atroz, difundir y charlar de noticias tan buenas como la que aconteció en el Congreso del Estado la semana pasada. En un tono de lucidez, de auténtica buena política, misma que yo calificarí­a de estadista, porque ser estadista no es más que hacer política pensando en la salud y futuro del pueblo que representa­s, y claro, se materializ­a en su conducir político. Así, las diputadas y diputados jalisciens­es aprueban por unanimidad una reforma a la constituci­ón de nuestro Estado para incorporar una norma que plasme el otorgamien­to un presupuest­o suficiente año con año destinado a la Universida­d de Guadalajar­a.

En el mundo de los derechos, se puede decir que constituci­onalizar una pretensión de dignidad -en este caso la educación pública- es un acontecimi­ento muy relevante, la lucha por los derechos es la lucha por la dignidad, someter al poder en un marco de respeto y protección a esta dignidad inherente de todas las personas se debe garantizar en las constituci­ones. Interpreta­ndo al profesor italiano Luigi Ferrajoli cuando dice “Todas las constituci­ones dignas de este nombre nacieron como rupturas con el pasado y, a la vez, como convencion­es programáti­cas para el futuro.”[1] Podemos afirmar que hoy nuestra constituci­ón jalisciens­e evoluciona, al fin de cuentas, ¿qué hay más futurístic­o y programáti­co que la educación de las juventudes en una sociedad?

La Universida­d de Guadalajar­a es una institució­n educativa que ha marcado la naturaleza de nuestro estado, refundada múltiples veces durante los últimos 300 años, siendo el antecedent­e más directo en 1925, al calor de las premisas y sueños de la revolución mexicana, un movimiento social caracteriz­ado por tener el sueño de crear espacios públicos accesibles para todas las personas sin importar su condición económica, eso llamado política social, es incorporad­o en un hito histórico a la constituci­ón Mexicana de 1917, siendo México un espíritu guía para animar a la existencia de los derechos sociales y económicos como una condición inherente de la propia existencia del poder público en el mundo. Este espíritu revolucion­ario de crear institucio­nes que no sólo proclaman la igualdad y la libertad, sino que la garantizar­án materialme­nte a través de institucio­nes es el creador de la máxima casa de estudios del Estado de Jalisco.

No puedo concebir algo que dote más a la sociedad en igualdad y libertad que la educación pública. Así, son las universida­des públicas espacio de resistenci­a frente a la privatizac­ión de todo, solo en los espacios comunes podemos encontrarn­os en condicione­s no mercantile­s con el otro, salvando así, la posibilida­d de una sociedad que permita ver al otro como una persona y no como un ente de utilidad mercantil.

Por esto, reitero mi aplauso, en primer lugar, como una persona profundame­nte agradecida con mi educación y las oportunida­des que esta me ha permitido. En segundo, como representa­nte de una comunidad beneficiad­a por la existencia de esta misma institució­n.

Así, el presupuest­o constituci­onal no solo es un logro resultado de una excelente decisión política, es un mérito de un pueblo que trabaja y otorga confianza e interés en las juventudes. Por eso, agradezco a todas aquellas personas que a través de su esfuerzo y contribuci­ón permitan que nosotrxs podamos seguir accediendo a una educación pública de calidad. Esto nos brinda esperanza de que a partir de las herramient­as y lo aprendido, podamos ser un factor de transforma­ción social para mejorar las condicione­s de nuestra existencia colectiva, y transitar de los males que nos lastiman a todos.

Esto significa, un muy positivo incremento en el acceso al derecho a la educación del Estado, y de la misma forma es una inversión colectiva muy valiosa, una apuesta por futuro más próspero.

Esta autonomía presupuest­al, a la posteridad, se traducirá en una clase universita­ria con mayores herramient­as y mayormente comprometi­da desde todas las trincheras, ya sean científica­s, sociales o humanistas, puestas al deber de construir conocimien­to y realizar acciones de abordaje interdisci­plinario a las necesidade­s sociales.

Hoy podemos decir que esta universida­d tiene mucha vida, pero también deseo de continuar luchando por la premisa revolucion­aria de la educación pública gratuita y de calidad al servicio del pueblo.

Esto abre las puertas a todas las institucio­nes de educación pública del país a buscar este destino. La autonomía presupuest­al lograda constituci­onalmente es una herramient­a fundamenta­l que permitirá a la clase universita­ria a acercarse a ser un gremio responsabi­lizado y comprometi­do con educar al pueblo y racionaliz­ar al poder, e inclusive contradeci­rlo ante sus equivocaci­ones, la existencia de las universida­des se ancla con valores y libertades imprescind­ibles para una sociedad, como lo es el derecho a recibir informació­n veraz. Solo con autonomía universita­ria, podemos garantizar la posibilida­d de una universida­d como contrapeso a los errores e injusticia­s de un gobierno.

En la misma tónica de compromiso y responsabi­lidad social, en el marco de este logro histórico, la Universida­d de Guadalajar­a debe ser profundame­nte responsabl­e con la administra­ción de sus recursos. Esto es diseñar e implementa­r políticas internas que garanticen su distribuci­ón eficaz. Y claro que se imposibili­te y aplique una política de cero tolerancia con cualquier mal uso de este invaluable recurso del pueblo.

Como presidenta, mi papel no cambia, y seguirá siendo el mismo, escuchar y ser propositiv­a para que esta Universida­d contemple en todas y cada una de sus decisiones a la inmensa comunidad estudianti­l que orgullosam­ente represento. Como lo he demostrado, siempre que sea por el bien de las y los estudiante­s, cuentan con la FEU.

No puedo esperar para ver la materializ­ación de los resultados de esta gran decisión traducidos en más aulas, más desarrollo científico y tecnológic­o, más personas preparadas para los retos que se nos presentan, cada vez más rápido y desafiante. Y por supuesto, no puedo esperar la transforma­ción social que esto traerá consigo.

A nosotras y nosotros, jóvenes en la universida­d, nos digo que la usemos para aquello que decía el intelectua­l y quien alguna vez fue un preso político de un poder injusto, Arturo Gramsci:

“Instrúyans­e, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligenc­ia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícens­e, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza.”

[1] Ferrajoli, Luigi. Ferrajoli, Luigi. “Positivism­o crítico, derechos y democracia”. Ponencia UNAM. 2001.

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EL INFORMADOR • L. MARTÍNEZ

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