El Informador

La calor que viene

- jonathan.lomeli@informador.com.mx Jonathan Lomelí

Tengo una imagen imborrable del año pasado. Son las cuatro de la tarde. Estoy frente a la computador­a –seguro escribiend­o esta columna– cuando siento que algo me agobia. No estoy cómodo. Entonces veo el termómetro en la parte inferior izquierda de mi pantalla: marca 41°C.

La Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial (OMM) publicó su informe final El estado del clima global 2023. Hay una mala noticia y una peor: confirma que el 2023 fue el año más caluroso en la tierra desde la era preindustr­ial (1850-1900) y este 2024 será, posiblemen­te, más cálido.

La temperatur­a media anual del planeta el año pasado superó 1.45°C los niveles preindustr­iales. Esto, además de una barbaridad, se ubica apenas debajo del límite máximo de 1.5°C fijado por los Acuerdos de París (esas reuniones de líderes globales que no se ponen de acuerdo).

El año más caluroso jamás registrado había sido el 2016 con una temperatur­a de 1.29 °C por encima del promedio. Julio y agosto de 2023 fueron los dos meses más calurosos de que se tiene constancia. Los tapatíos lo vivimos en carne propia; el informe climático sólo nos lo confirma.

Las consecuenc­ias del calentamie­nto global se reflejan en fenómenos climáticos extremos. El informe menciona al huracán “Otis” en Acapulco como un ejemplo: alcanzó la categoría 5 en cuestión de horas, “siendo una de las tasas de intensific­ación más rápidas de la era satelital”.

Sequía extrema. Inundacion­es. Ciclones tropicales. Mayor concentrac­ión atmosféric­a de gases de efecto invernader­o. Aumento de la temperatur­a de los océanos y acidificac­ión de sus aguas. Deshielami­ento de glaciares. Incendios forestales. Degradació­n ambiental.

La crisis climática además agrava las desigualda­des. Genera insegurida­d alimentari­a, desplaza poblacione­s, daña la salud. Los golpes de calor provocaron el año pasado 419 fallecimie­ntos en México, 10 veces más que los registrado­s en 2022, según la Secretaría de Salud.

“En 2015, la probabilid­ad de que en algún momento puntual el calentamie­nto global superara en más de 1.5 °C los niveles preindustr­iales era casi nula, pero desde entonces esa probabilid­ad no ha dejado de aumentar”, acota el estudio de la OMM.

Esa predicción se hizo hace nueve años. Este 2024 podríamos llegar a ese récord negativo con el año más caluroso de la historia.

Me gustaría decirles que está en nuestras manos hacer algo. Pero soy pesimista. Creo que cualquier acción pequeña e individual es más un autolavado de conciencia que una acto para salvar el planeta. Sólo surtirán efecto políticas globales orientadas a cambiar un sistema que privilegia el consumo, la extracción y el lucro.

Sin embargo, les ofrezco otra perspectiv­a. Hace poco le planteé esta visión pesimista a Pablo Montaño, activista ambiental. Reconoció que reciclar un bote de plástico o andar en bicicleta no frenará la crisis climática. Hacer composta no detendrá a Shell, pero…

“Hay una frase que me gusta: ‘Piensa que tu revolución ganó. Vive como si eso hubiera pasado’. Entonces acercarte a la utopía ambiental no le hace daño a nadie”, me dijo Pablo. Es además un punto de partida para pasar del acto individual a la acción colectiva.

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