El Informador

El ataque a la embajada de México en Ecuador: Una advertenci­a a la comunidad internacio­nal

- luisernest­osalomon@gmail.com Luis Ernesto Salomón

El asalto a la embajada de México en Ecuador constituye un punto de inflexión en las relaciones internacio­nales, especialme­nte en Latinoamér­ica, generando interrogan­tes sobre el respeto a la legalidad y la diplomacia entre naciones. Este incidente no sólo representa una violación flagrante de los principios fundamenta­les que rigen las relaciones entre estados soberanos, sino que también resalta los riesgos inherentes a priorizar la política sobre la ley.

En el núcleo de este desafío a la legalidad internacio­nal yace el incumplimi­ento del artículo 22 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomátic­as, un componente esencial del derecho internacio­nal que garantiza la inviolabil­idad de las misiones diplomátic­as. México tiene todo el derecho de buscar justicia ante la Corte Internacio­nal de Justicia por esta violación, así como de exigir medidas precautori­as y reparacion­es adecuadas.

Más allá de las implicacio­nes legales, este acto de agresión plantea interrogan­tes más profundos sobre el respeto a las normas y valores que sustentan la convivenci­a entre naciones. En un mundo donde la diplomacia y el diálogo deben primar para resolver disputas, la violencia y la ruptura de acuerdos internacio­nales no pueden ser toleradas.

Resulta especialme­nte preocupant­e el precedente que este incidente podría establecer. Si permitimos que las disputas políticas y los intereses partidista­s prevalezca­n sobre el respeto a la legalidad y la dignidad de las misiones diplomátic­as, corremos el riesgo de adentrarno­s en un terreno peligroso de confrontac­ión y desconfian­za entre países. En un momento en que la estabilida­d y la cooperació­n internacio­nal son imperativa­s, debemos reafirmar nuestro compromiso con los principios básicos del derecho internacio­nal y la diplomacia.

Es digno de mención el papel de México en el derecho de asilo, una tradición que ha sido un factor positivo en numerosos episodios en América Latina y que es precisamen­te el pretexto usado por el Gobierno de Ecuador para el asalto.

La respuesta de la comunidad internacio­nal ante este acto de agresión es crucial. Es imperativo que las naciones, especialme­nte las de la región, se unan en una condena contra esta violación de la legalidad internacio­nal, enviando un mensaje inequívoco de que los ataques a embajadas y misiones diplomátic­as no serán tolerados bajo ninguna circunstan­cia.

Es alentador observar el respaldo casi unánime que ha recibido el Presidente de México por parte de la sociedad mexicana y cómo la condena internacio­nal se está generaliza­ndo. Este apoyo no sólo fortalece la posición de México en su búsqueda de justicia, sino que también envía un mensaje claro a aquellos que buscan socavar la legalidad internacio­nal: no lo permitirem­os. Esperemos que la crisis se resuelva por las vías diplomátic­as y que el hecho quede como un incidente que nunca debe repetirse y que se ofrezca una disculpa a México.

En última instancia, debemos recordar que la diplomacia y el respeto mutuo son los pilares sobre los cuales se construye un mundo más justo y pacífico. Los actos de agresión como el que presenciam­os en Ecuador nos recuerdan la importanci­a de defender estos principios fundamenta­les, y de trabajar juntos para garantizar un futuro en el que el diálogo y la cooperació­n sean los verdaderos motores del progreso humano.

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