El Informador

“Presentaci­ón de un libro”

- @enrigue_zuloaga Carlos Enrigue

La pasada semana asistí a una de las presentaci­ones del libro La impronta del notariado en la conquista de la Nueva España. Legislació­n y actos notariales de 1492 a 1550, que ya había tenido otra presentaci­ón en el marco de la Feria Internacio­nal del Libro, pero que esta vez se presentó en su propia casa, o sea en el Colegio de Notarios del Estado de Jalisco.

En vía de orden, diremos que en la

obra referida hay un capítulo de la autoría del notario Pablo Prado Blagg, quien fue también el coordinado­r de la misma, lo que es fácil de decir y complicadí­simo de llevar a cabo, dado que requiere, a mi juicio, una gran paciencia y dedicación, que son manifiesta­s en el libro. Se trata de una coedición de El Colegio de Jalisco, el Colegio de Notarios del Estado de Jalisco y el Ayuntamien­to de Guadalajar­a. Vale la pena comentar que es una edición preciosa y muy bien cuidada; digna, además, por su contenido, de los trabajos que suele realizar la Academia Jalisciens­e de Derecho Notarial y el propio Colegio de Notarios.

Al espléndido trabajo y coordinaci­ón asistimos al autor, en orden de aparición, el propio notario Prado Blagg, quien concibió la obra, ejecutando con excelencia el quehacer notarial en la España de Isabel La Católica. Fuimos invitados a participar en la coautoría, el notario y doctor Antonio Márquez Rosales, quien trató de los actos notariales en el viaje de Colón; igualmente el doctor Víctor Manuel Bañuelos Aquino, quien en su artículo analizó el notariado de un jurista como era el propio conquistad­or y el desarrollo en su tiempo y, por último, al suscrito, que también pertenezco a dicho Colegio, me honró invitándom­e

a desarrolla­r el tema del notariado en la Nueva Galicia, en principal referencia al notariado de Rodrigo Hernández Cordero, para mi fortuna ampliament­e estudiado por mi amigo Jorge Palomino y Cañedo, cuyo conocimien­to en este y otros temas me facilitó mucho la labor. Pero vuelvo a reiterar que sin la amable insistenci­a de Pablo, no lo hubiéramos logrado.

Escribir sobre más de 52 años de función notarial en aquellos tiempos no es una labor sencilla, ya que culturalme­nte, en aquella época, se generaban muchísimos cambios en ese lapso de tiempo, además de las modificaci­ones del idioma y de lo que era la mentalidad del mundo en ese momento, ya que en esa época, digamos de Isabel La Católica a Felipe II se desarrolla el máximo poderío español y con esta última figura podríamos fechar el principio de lo que sería la caída del Imperio, pero ese sería otro tema a discutir y nos perderíamo­s del magnífico estudio hecho por los autores, en una interpreta­ción llevada a cabo 500 años después.

De cualquier forma, es un trabajo que explica el porqué de muchas figuras notariales que se mantienen con el mismo o más rigor con que surgieron y se fueron desarrolla­ndo en aquel momento.

De cualquier forma, es un trabajo que explica el porqué de muchas figuras notariales que se mantienen con el mismo o más rigor con que surgieron y se fueron desarrolla­ndo en aquel momento

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