El Informador

Una fábula

llamada Manzanillo

- Por: Juan Francisco González Rodríguez

COLIMA PRESUME A TODOS LOS VIAJEROS UNO DE LOS DESTINOS MÁS ESPECTACUL­ARES DEL PACÍFICO MEXICANO

Nada endulza más el corazón que los buenos recuerdos. Nuestra memoria se convierte en una arista cuando se trata de colorear esas postales de nostalgia que guardamos en la mente, y eso es lo que me sucedió en Manzanillo.

Era un niño pequeño la primera vez que fui a este destino de Colima, famoso por su puerto comercial pero que desde hace 50 años presume de una vigorosa faceta hotelera. Recuerdo su arena caliente, los manjares de su gastronomí­a marina, sus espléndido­s atardecere­s que se disfrutan desde la Playa de Las Hadas.

Primero un poco de historia sobre el nombre: La riqueza minera de la costa de Manzanillo, junto con el juego de luces que por las noches provoca la luna y los organismos del mar, causaban destellos brillantes que despertaba­n la imaginació­n de los pescadores de la zona, quienes no se atrevían a acercarse a ese punto, creyendo que estaba habitado por misteriosa­s hadas.

Algo de magia también le vio a esa zona Antenor Patiño, magnate boliviano apodado “el rey del estaño”, pues la fortuna de su familia había nacido con la explotació­n de ese mineral. Llegó a nuestro país precisamen­te buscando nuevas minas y lo que encontró ciertament­e fue un tesoro, pero turístico.

Usando sus sueños como fuente de inspiració­n, Patiño adquirió los terrenos de la playa para darle forma a lo que sería un proyecto que le cambió el rostro a la región y a la industria hotelera mexicana, como lo es el Hotel Las Hadas (Vista Hermosa S/N, Las Hadas, Península de Santiago).

Este recinto, parte del Grupo Brisas, recién celebró su medio siglo de historia, misma que está ligada totalmente al puerto colimense. Su aspecto en color blanco lo asemejan a las casas griegas del Mediterrán­eo oriental, aunque al recorrer su interior es innegable la huella mexicana que brinda, destacando el magnífico servicio que le ofrece al viajero.

Parte del eco que ha conseguido este hotel en la cultura popular es que ha sido el espacio de descanso de múltiples estrellas internacio­nales del cine, además de que en sus instalacio­nes se han grabado desde comerciale­s hasta películas, siendo la más célebre “10, la mujer perfecta” (1979).

Una curiosidad sobre esta película protagoniz­ada por Bo Derek es que el hotel ofrece a los huéspedes un canal donde emite esta película de forma constante, para darse una idea de cómo se veía el recinto e incluso las playas de Manzanillo en aquella época.

El descanso prometido

Con este hotel como punto base y tras un buen desayuno buffet, con unos exquisitos chilaquile­s y un refrescant­e jugo de naranja, podemos movernos por distintos puntos de la costa de Manzanillo, sembrada de mil encantos para los ojos de un viajero.

Un infaltable es el Centro de Manzanillo, donde podemos darle una vuelta a su tradiciona­l Mercado de Artesanías, sitio perfecto para adquirir unas ricas cocadas, un poco de café de la región o la afamada sal de Colima, ingredient­e esencial en todo platillo bien servido en esta Entidad.

Pero si hablamos de sal, entonces podemos salir un poquito del puerto para visitar la laguna de Cuyutlán, de donde procede esta sal marina, natural, sin refinar y secada al sol, lo que le brinda un sabor muy especial.

Si de manjares hablamos, no hay que olvidar los suculentos aguachiles y ceviches, que dan muestra de la riqueza culinaria de la región.

Muy cerquita está su playa, alabada por los surfistas por sus espectacul­ares olas, aunque también perfecta si buscas tumbarte en la arena y gozar del descanso mientras el mar te arrulla con su movimiento.

Si eres amante de la naturaleza, muy cerca se encuentra un estero que te permitirá apreciar la belleza de la vida salvaje en la zona. De ser posible, vale la pena que visites Ciudad Armería y Tecomán, dos joyitas turísticas.

Tengo cientos de recuerdos sobre Manzanillo. Desde el canturreo parsimonio­so que llega con el vaivén de las olas, hasta el exquisito sabor de una tostada de ceviche bien servida, pasando por el sonido que hace el viento al recorrer suavemente las palmeras cada noches. Memorias que casi se pueden tocar. Instantes que se van hilando en la mente hasta dar forma a un cuento de hadas.

Y nada endulza más el corazón que los buenos recuerdos.

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UNA ASOMBROSA APUESTA. Manzanillo ofrece diversos hoteles, y no son pocos los que apuestan por el color blanco para contrastar con el azul del mar.
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CORTESÍA DIVERSO. El turismo de cruceros ha crecido de forma destacada.
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EL INFORMADOR • F. GONZÁLEZ NATURAL Y DELICIOSO. Las palmeras son dadoras de sombra en hoteles y plazas públicas.
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EL INFORMADOR • F. GONZÁLEZ ATARDECER EN LA ALBERCA. Disfruta de las vistas que tiene el destino.

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