Revelación: la imagen y la palabra
Revelar significa descubrir, manifestar, pero también es hacer visible una imagen latente en una placa o película. Revelado es el proceso adecuado para transformar la imagen latente en una impresión fotográfica, pero también es lo comunicado en un mensaje. Y por revelación entendemos las formas a través de las cuales una divinidad se manifiesta para dar a conocer sus designios a individuos inspirados por ella misma.
Por revelación o por revelado se hace visible algo que no se podía ver, tanto en el aspecto técnico de la fotografía como en el inspiracional de lo religioso. Estos términos dotan de una fuerza singular a la palabra y a la imagen, les confieren cualidades que las facultan para estrechar las distancias entre lo velado y lo manifiesto. Así, palabra e imagen cumplen una función relacional que pone en contacto términos como invisible-visible, alma-cuerpo, vida-muerte, cielo-tierra, divinidad-humanidad que aparentemente se contraponen, pero en realidad nos dan una ideade complementariedad.
En el ámbito cristiano, la revelación tiene un sentido de intermediación entre el ser humano y Dios, de comunicación directa de la criatura con su Creador; no para recibir “verdades” irrefutables que debe aprenderse de memoria, sino para que el mensaje avive la propia experiencia del creyente, de tal manera que se reconozca a sí mismo y su Dios en el aquí y en el ahora.
Por último, vale aclarar que la revelación no se da de forma definitiva ni se queda para siempre estática, sino que va añadiendo pruebas para consolidar su transmisión. A la palabra se agregan los hechos, las imágenes y el testimonio, como ocurrió con los primeros cristianos: “No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hch 4, 20). Entonces, la revelación ya no se limita a lo que se escucha, se complementa con lo que se experimenta y se testifica.
Martín Torres Sauchett - ITESO