El Informador

Memo y Juan

- eugeruo@hotmail.com Eugenio Ruiz Orozco

-Querido Memo, ¿en qué andas? que me tienes tan abandonado —saluda Juan. —¡Chambeando! —contesta Memo. —Pero, ¿como para desaparece­rte dos meses? No te vayas a enfermar —dice Juan socarronam­ente.

—¿Te acuerdas de César? —cuestiona Memo. —Sí, cómo no —afirma Juan—. ¿Por qué? —Fíjate que anda muy metido en la campaña de Xóchitl. Me invitó a colaborar, y uno que es risueño y le hacen cosquillas —dice Memo entre sonrisas…

—¡Válgame Dios! ¡Pero ni te gusta la polaca! —replica Juan.

—Sigue sin gustarme, y menos ahora. Desde que el “presiso” salió con que “abrazos y no balazos”, esto se puso color de hormiga. Fíjate cuántos candidatos han sido asesinados en unas semanas —afirma Memo—. Por eso es por lo que acepté ayudar, porque si esto sigue así, solo Dios… —Y ¿qué haces? —pregunta Juan. —Pues platico con la gente —responde Memo.

—¿Y qué te dicen? Porque yo veo que, en términos generales, a muy pocos les interesa lo que pase en las elecciones —Juan cuestiona.

—No creas, sí hay preocupaci­ón —ilustra Memo—. Salvo los que reciben los “apoyos económicos del gobierno”, hay muchas personas que están intranquil­as.

—¿Como por qué? —dice Juan. —Porque estamos acostumbrá­ndonos a vivir en medio de la violencia. La educación básica y la salud están en niveles deplorable­s. Pagar piso, se ha vuelto normal. El costo de la vida sube y sube. Transitar por las carreteras del país es un riesgo mayor. Bueno, con decirte que detienen a los obispos y ya pararon hasta a la candidata oficial. No hay límites —exclama Memo.

—Quisiera que no tuvieras razón y que lo que dices no fuera verdad, pero lamentable­mente, desde que se gobierna desde las mañaneras, vivimos en un ambiente de confrontac­ión que divide a las familias y a los amigos; solo existe la palabra del presidente que insulta, descalific­a, ofende e increpa a todos los que no piensan como él. Hoy, los trabajador­es y los empresario­s son enemigos, los padres de familia se han convertido en jueces y censores de los maestros, aunque no sepan nada de pedagogía. Hoy se sataniza la riqueza y se exalta la pobreza como si esta fuese una virtud — reflexiona Juan.

—Lo grave del asunto es que, de persistir este encono, será imposible vivir en armonía y, sin armonía, nada prospera. Por eso, mi estimado Juan, hay que trabajar para que lleguen al gobierno los más aptos, los más capaces —apostilla Memo.

—Pero ¿por qué Xóchitl y no Claudia o Máynez? ¿Quién te garantiza que no nos irá peor con ella? —replica Juan.

—Pues entre otras cosas, porque no es más de lo mismo. Es una mujer cuyo éxito está soportado en el trabajo. Es honesta, tan lo es, que ha resistido todas las desacredit­aciones del gobierno y los embates de quien la descalific­a por su forma de vestir o expresarse. Los diamantes surgen de la madre tierra y hay que pulirlos, pero el barro, barro es —agrega Memo.

—Pues, si así lo crees, ¡a darle! Que lo que está en juego es nada más y nada menos que México. ¡Éxito!

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