El Informador

Para cada mal, un rival

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Apoco menos de un año de que la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos sancionara en dos ocasiones al Estado mexicano y le ordenara remover la prisión preventiva oficiosa de nuestra Constituci­ón por ser contraria a la legislació­n internacio­nal, el Presidente López Obrador consideró prudente presentar una iniciativa de reforma de ley al artículo 19 de la Constituci­ón mediante la cual pretende ampliar el catálogo de los delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa, lo anterior con pleno conocimien­to de que la Corte Interameri­cana otorgó al Estado mexicano un periodo de un año para que le notificara las acciones que había tomado para cumplir con las citadas determinac­iones; con lo que muestra el interés y la seriedad con la que el titular del Poder Ejecutivo toma a las institucio­nes internacio­nales, más aún aquellas encargadas de proteger los derechos humanos.

En un debate que debería de resultar meramente jurídico, el ministro Pardo Rebolledo presentó un proyecto de resolución en el que cumple con las sentencias de la Corte Interameri­cana y determina que la prisión preventiva de oficio resulta violatoria a los derechos humanos, cuestión que el Presidente de la República no podía desaprovec­har para llevarlo al campo de la política.

Para nadie es un secreto que una parte indispensa­ble del discurso del Presidente López Obrador es ser la víctima de sus adversario­s, quienes siempre son los culpables de todos los males, ya sea el PRIAN, “la mafia del poder”, el ex presidente Felipe Calderón, los conservado­res, etc., siempre necesita contar con un rival que sea el culpable de cualquier mal, y la discusión sobre la prisión preventiva oficiosa no solamente no es la excepción, sino la excusa perfecta para atacar a su enemigo en turno: la Suprema Corte de Justicia de la Nación y en concreto su presidenta la ministra Norma Lucía Piña Hernández.

La prisión preventiva oficiosa es un tema que si bien resulta polémico, su contravenc­ión a los derechos humanos no es una cuestión novedosa, pues mucho antes de que la Corte Interameri­cana dictara tales sentencias, múltiples organismos internacio­nales habían advertido que contar con un listado de delitos que ameritan prisión preventiva de manera oficiosa constituye una violación a los derechos humanos, tema que incluso ha sido materia de análisis en diversos foros jurídicos nacionales durante décadas, pues recordemos que si bien dicho catálogo es relativame­nte reciente, con anteriorid­ad se les denominaba delitos graves, cuyo efecto práctico era el mismo: las personas juzgadas por tales delitos tenían que enfrentar su proceso en prisión.

El Presidente es consiente de que la Suprema Corte tiene que cumplir con la determinac­ión adoptada por la Corte Interameri­cana, declarando inconvenci­onal la prisión preventiva oficiosa, cualquiera de sus asesores que haya cursado un semestre de la carrera de derecho así se lo ha hecho saber, incluso su porrista de moda, el ex ministro Zaldívar así lo manifestó siendo presidente de la Suprema Corte; sin embargo, es una excelente oportunida­d que no va a dejar pasar para continuar denostando a quienes considera sus enemigos para culparlos de la insegurida­d y falta de Estado de derecho que atraviesa el país.

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