El Mundo

«La cornada era irreversib­le»

El parte médico describe la cogida fatal del torero vasco en Francia

- ZABALA DE LA SERNA

La comitiva del dolor siguió el coche fúnebre de Iván Fandiño. Desde Mont de Marsan (Francia) a Amurrio (Álava), los 270 kilómetros se convirtier­on en 2.700 millas por el desierto. Un viaje interminab­le desde la noche en vela. De madrugada, sus padres Paco y Txaro alcanzaron, por fin, la ciudad francesa. Horas después, su mujer, Cayetana García Barona. Querían que la incredulid­ad fuera cierta, y la realidad, irreal. Cayetana e Iván contrajero­n matrimonio en 2014 y ya habían alumbrado el sueño de una niña llamada Mara que aún no ha cumplido los dos años.

El cortejo luctuoso se ampliaba con los hombres que vivieron la tragedia homérica como testigos directos del horror: su leal apoderado, Néstor García, y la gente de su cuadrilla fiel. A todos les informaron de las razones de la muerte que, a falta de un parte médico oficial, se fueron conociendo por las palabras del profesor Poirier, jefe de servicios del hospital Layné Mont de Marsan. En «imposible» e «irreversib­le» acababan o empezaban todas las oraciones.

Los daños del hígado, riñón y pulmón no tenían solución posible, informa Efe. Todavía hay un texto científico oficial del alcance real y los detrozos de la cornada. Poirier viajaba con el matador de Orduña en la ambulancia en el momento en el que se certificó su fallecimie­nto, según desvelaba en declaracio­nes al diario francés

Sud-Ouest. Ni en la enfermería de la plaza ni en el hospital se hubiera podido hacer «nada». La cornada de Provechito, el mortífero toro de Baltasar Ibán, el toro que ni siquiera era suyo, fue certero como una bala al corazón.

Iván Fandiño sufrió una hemorragia masiva en el abdomen, una perdida de tres litros y medio de sangre negra, provenient­e de las glándulas hepáticas. La oscuridad de la masa de la sangre revelaba que el hígado había reventado. Que la cornada también había partido la vena cava. Que la luz se apagaba. «Cuando entró a la enfermería ya lo hizo prácticame­nte sin pulso. Imposible tomarle la débil tensión arterial. La muerte era instantáne­a. Imposible hacer nada. Ni en la enfermería ni en el hospital hubiera habido forma de salvarlo», concluía el doctor Poirier.

Jean-Claude Darracq, cirujano jefe de la plaza de Aire Sur L’Adour, corroborab­a letra a letra su versión al portal digital Aplausos.es: «Fandiño entró en un estado de urgencia absoluta, ya con la cara de color gris y con evidentes gestos de dolor». Una vez estabiliza­do lo trasladaro­n en ambulancia, después de 40 minutos, hacia el inalcanzab­able hospital de Mont de Marsan.

En el tanatorio de Amurrio esperaba la gente que quería a Iván Fandiño. En la más estricta intimidad. Y las coronas de flores del mundo del toro se apilaban. De Enrique Ponce, Sebastián Castella, Diego Urdiales y su cuadrilla, el Club Cocherito de Bilbao y una muy especial: la que firmaba la familia de Víctor Barrio. Hoy, su cuerpo será incinerado en Llodio. Y en Orduña, su localidad natal, se celebrará el funeral a las 18:30 horas de la tarde. El ayuntamien­to orduñés subrayaba ayer que Fandiño «nunca olvidó sus orígenes allá por donde la vida le llevó». Y en nombre de todos sus conciudada­nos elevaba en su cuenta Facebook las condolenci­as. Acompañaba el texto una fotografía de Iván en el balcón del Ayuntamien­to el día que actuó como txupinero en las fiestas de Orduña de 2015.

Iván Fandiño era un torero de muchas partes. Desde Orduña a Fuentelenc­ia, el pueblo de la Alcarria donde vivía. Ahora la tierra vasca le espera. La dura tierra del Norte donde nació. En torno a las 20:00 horas, la comitiva fúnebre que desde Francia arrastraba entró en Amurrio con todo su dolor.

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 ?? ANTONIO HEREDIA ?? Iván Fandiño y su leal apoderado, Néstor García, en el patio de cuadrillas de la Monumental de las Ventas.
ANTONIO HEREDIA Iván Fandiño y su leal apoderado, Néstor García, en el patio de cuadrillas de la Monumental de las Ventas.
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ARABA PRESS La corona de flores de la familia de Víctor Barrio.

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