El Mundo

Y ‘tó pa ná’

- SANTIAGO GONZÁLEZ

No es de extrañar que el ruc català sea el animal totémico de Cataluña, visto el grado de empecinami­ento que este pueblo, que a noble y a tenaz lo que le pidas, pone en sostenella y no enmendalla. Después de tanta performanc­e como llevamos, la huelga del día 3, los 900 heridos del chico que le quedó algo insuficien­te a Alfonso Carlos Comín, los abusos sexuales de Ada Colau, la indefinici­ón Puigdi entre sus dos posibilida­des: la de disolver el Parlamento y adelantar las elecciones, o declarar unilateral­mente la independen­cia.

En realidad, las competenci­as de Puigdemont para casi todo eran muy tasadas y vacilantes; de ahí que nos tuviera con la tentación de las elecciones hasta que la CUP empezó a llamarle botifler y entonces se tiró a la DUI como un solo hombre. Esto es un decir, porque la declaró y la suspendió de la misma, la puntita nada más. Luego vino lo que vino: las empresas catalanas empezaron a buscar aires más saludables, Rajoy destituyó a la Generalida­d, pidió al Senado la aplicación del 155, disolvió el Parlament y el ex presidente y cuatro de sus ex, se fugaron para demostrar a los belgas que en lo que toca a ridiculez no tenían nada que enseñar a los políticos catalanes.

La encuesta que hoy publica EL MUNDO aventura unos resultados muy parecidos a los que teníamos. El bloque independen­tista que forman ERC, Juntos por Cataluña y la CUP, que en la legislatur­a anterior sumaban 72 escaños, pueden perder entre 3 y 8 diputados, aunque en la parte alta de la horquilla se quedarían con 69, uno más de los que necesitaba­n para la mayoría absoluta. Se ha producido un reajuste entre ERC y el PDeCAT, que ha comido a Esquerra parte sustancial de su ventaja.

Las desgracias del llamado bloque constituci­onalista empiezan por su propia inexistenc­ia. Los sondeos predicen la victoria de Cs con 31-33 escaños. El PSC alcanzaría 19 o 20 frente a los 16 de la legislatur­a anterior y el PP perdería 3 o 4 para quedarse entre 7 y 8. O sea, que frente a los 64 escaños que sacarían los golpistas en sus expectativ­as más bajas, los constituci­onalistas se quedarían en 61 en las mejores de las suyas. Hay otros problemas añadidos: el primero, que los comunes jamás pertenecer­ían a un club que se consideras­e constituci­onalista. El segundo, es que el PSC también tendría problemas para encajar en ese bloque. Iceta no votará nunca a Inés Arrimadas. Se propone como candidato, pero no hay manera de que pueda sumar 68 escaños para armar un tripartito como el de Maragall en 2003. Y mucho menos de que Junqueras le vaya a investir a él teniendo 14 o 15 escaños más. Cataluña será ingobernab­le y los golpistas seguirán en lo suyo. El 155 aún tiene futuro.

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EL MUNDO FUENTE: SIGMA DOS.
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