La caza de fascistas
PARECÍA imposible superar el sectarismo ideológico de la inolvidable portada de El País tras el atentado contra las Torres Gemelas: «El mundo en vilo a la espera de las represalias de Bush». Casi 3.000 muertos en Manhattan y lo que preocupaba al mundo de Cebrián era la reacción del país agredido, no la agresión, porque el malo tiene que ser Occidente, nunca el Islam. Pues bien, con el asesinato de Víctor Laínez, la criatura de tinta predilecta de Soraya y Rajoy se ha superado. Así daba la noticia en un minúsculo recuadro su portada de ayer: «El crimen de Zaragoza enciende las alarmas sobre el odio político: En la ciudad no se explican que unos tirantes de la bandera de España causaran la agresión. El acusado es un joven de origen chileno, nieto de un militar de la dictadura».
Es difícil tergiversar tantos hechos en tan pocas líneas. Se oculta –y desprecia– el nombre del muerto; se elude –y protege– el de su asesino. Y los únicos datos sobre ese «odio político» que «enciende las alarmas», nos remiten a Pinochet, cuyo espíritu se habría manifestado en Zaragoza. De creer al diario más protegido de sus accionistas por el Gobierno del PP, lo que Zaragoza no se explica es que el pinochetismo asesino se equivocara de bandera, y en vez de matar a un rojo, matara a un nacional.
El editorial, que oculta la ideología comunista del presunto asesino, niega que tras el crimen haya nada organizado –Lanza pertenece a Zaragoza Antifascista, Juventudes Libertarias y al grupo okupa Kike Mir, protegido por el alcalde Santisteve–, con lo que sobrarían «las alarmas», y generaliza un odio que es sólo parcial aunque creciente: el de las ideologías defendidas por El País desde hace décadas, la izquierda y el nacionalismo antiespañol. Pero apalear chicas con la camiseta de la Selección de fútbol, pegarle fuego a una casa por tener una bandera española en el balcón, atacar sedes y militantes de PP, Cs, PSC o Sociedad Civil Catalana, los alardes de masas contra España y los españoles en el Camp Nou y TV3 o el deporte de «cazar fascistas», ensalzado por Pablo Iglesias, no tienen equivalencia en el bando siempre agredido que es el de los españoles. Cebrián querría haber titulado: «España en vilo a la espera de las represalias de Rajoy»; pero como es su padrino empresarial, tuvo que resucitar a Pinochet. SOUTH PARK lo ha explicado mejor que nadie, con sarcasmo: Ahora, los triunfadores son las víctimas. El marco narrativo actual necesita de opresores y de oprimidos y todos quieren proclamar la superioridad moral de sentirse los segundos. Es algo incómodo porque si, como mujer, no te crees víctima del heteropatriarcado pasas a ser un juguete del machismo. Así todo. Por eso, si recuperamos la educación del carácter, como parece, habría que empezar por criar a los niños sin miedo a lo que diga la gente, «presión social» en artículos académicos.
Con el juicio de los ERE, puedo retratar a las víctimas andaluzas. Currantes en lo privado que sufren lo indecible cuando necesitan un trámite en una Junta atrofiada. Los contribuyentes en una de las regiones con más presión fiscal testigos de la vista gorda con la economía sumergida –de algo tendrán que vivir las criaturas, dijo nuestra presidenta– y de una red tupida de empleados públicos que existe para ayudar a emprendedores. Pagadores de impuestos que gastan dinero en colegios privados en la región que es el farolillo rojo en PISA. O en seguros que eviten las listas de espera, sabiendo, eso sí, que si es algo de vida o muerte serán bien atendidos por personal de lo público con contratos precarios.
Pero no somos víctimas. Somos ciudadanos en una región gobernada durante 35 años por un PSOE al que le han votado la vez que menos un 35% de andaluces, que se reparten con la alegría nepotista que se juzga en Sevilla. Sin olvidar que parte del mérito es de una oposición, a remolque de unos pocos periodistas, incapaz de leerse unos presupuestos donde iban los llamados fondos de reptiles. Víctimas, no. Aquí sobran responsables. Los primeros, los miles que miraron para otro lado. O no miraron.
Tema 1 de Educación del Carácter, localización,
«Cebrián querría haber titulado: ‘España en vilo a la espera de las represalias de Rajoy’. Pero como es su padrino resucitó a Pinochet»