LA SECUENCIA DEL BRONCE
Javier Fernández logra el bronce, segunda medalla española en 48 horas / «Me he quitado un peso de encima», advierte
Javier Fernández se quitó en Pyeongchang la espina clavada cuatro años atrás en Sochi con una medalla de bronce, la segunda española en los Juegos de Invierno en apenas 48 horas y la primera de un patinador sobre hielo nacido en nuestro país.
Ya con el bronce al cuello y aún vestido de El Hombre de la Mancha, se permitía una mueca de orgullo. «¿Qué importancia tiene esta medalla para el patinaje artístico en España?», le preguntaba un periodista de Eurosport internacional y Javier Fernández no sabía por dónde empezar. ¿Cómo hacer ver, sin parecer arrogante, que su éxito iba mucho, mucho más allá del patinaje artístico? Era la cuarta medalla de España en unos Juegos Olímpicos de Invierno, la primera vez que el país celebraba dos podios en la misma edición, el estreno nacional en el medallero de disciplinas de hielo… «En realidad, en España todas las medallas en los Juegos de Invierno son históricas. No tenemos un gran palmarés y haber conseguido dos bronces aquí, en Pyeongchang, suponen un gran paso», contestaba elegante al final, justo al bajar del podio. Después del éxito de Regino Hernández en el snowboard 48 horas antes, Fernández cerró una semana que valió como un siglo: un hito inimaginable.
Y, pese a ello, tampoco se mostraba exultante. «He hecho un buen programa, pero todo el mundo ha patinado muy bien y por eso los pequeños fallos se han convertido en grandes. Es verdad que al final no he ganado ni el oro ni la plata, pero estoy muy feliz por mi bronce», proclamaba, aunque su rostro parecía contradecirse. Animal competitivo pese a su aparente tranquilidad, sabía que su salto maldito, el cuádruple salchow, le había vuelto a fallar para arrebatarle, si bien no en el oro, la plata. El vigente campeón, su compañero de entrenamientos en Toronto, Yuzuru Hanyu (317.85 puntos), patinó a un nivel inalcanzable, pero la actuación del japonés Shoma Uno (306.90) se podía superar. De hecho, apenas un punto y medio separaron a ambos. Con propósito de redención, Fernández (305.24) había programado el mismo salto que le dejó cuarto en los Juegos de Sochi 2014 y, es más, había planeado hacerlo dos veces. En el primero, en combinación con un triple que se quedó en doble, ya perdió unas décimas. En el segundo, suerte fue evitar la caída. Sus adversarios podían permitirse más errores, pues todos proponían ejercicios más complicados, pero él debía ser perfecto.
Desde el fallo hace cuatro años, Fernández arrastraba una presión. Seguramente con razón, sentía que pese a sus dos Mundiales y sus seis Europeos, para cerrar su historia necesitaba una medalla olímpica. Su quietud en la ceremonia de los vencedores también podía referirse a ese sentimiento: más que una alegría fue una liberación. «Me he quitado un peso de encima, me he quitado la espina que tenía clavada desde Sochi, ahora ya puedo dormir tranquilo. La medalla es importante por lo que significa, pero también por algo personal, por poder liberar toda la presión que he tenido», asumía antes de iniciar una celebración extensa.
Al bajar de las montañas donde se realizan todas las entregas de medallas (bastante lejos de la sede del patinaje), a Fernández le esperaba una cena oficial en la Casa de España de la Villa Olímpica junto a las autoridades –el presidente del CSD, José Ramón Lete, el presidente del COE, Alejandro Blanco– y su familia. Estaban sus padres, Antonio y Enriqueta, militar y cartera; su novia Marina; su representante Jorge Serradilla; y su hermana Laura, quien le inició en el patinaje sobre hielo. «Me da mucha alegría poder vivir todo esto con ellos tan cerca», reconocía Fernández, el adolescente que se fue a soñar a Nueva Jersey y Toronto, en una de sus pocas intervenciones ante la prensa.
«Sabía que estos eran mis últimos Juegos Olímpicos y me lo tomé así La verdad es que estaba un poquito más nervioso de lo habitual», admitía también ante las cámaras de Eurosport el patinador, con una decisión por tomar. En las próximas semanas se reunirá con sus entrenadores en Canadá, Brian Orser y Tracy Wilson, para decidir si continúa después del Mundial de Italia, del 19 al 25 de marzo.