El Mundo

«Es falta y punto»

El Madrid, indignado con el arbitraje / Laso no quiso entrar en la polémica sobre la última acción de Claver sobre Taylor: «Vosotros juzgaréis»

- L. SÁEZ-BRAVO

Mediado el último cuarto nadie hubiera apostado por un final controvert­ido. A cada intento desesperad­o del Real Madrid por meterse en la final respondía con solvencia el Barcelona. Pero a medida que se acercaban los blancos, subía la temperatur­a. Porque fue un duelo físico en el que nadie se arredró. Y porque las cuentas pendientes son infinitas.

«Jugamos 30 minutos o más un baloncesto excelente, contra un rival con experienci­a, que sabe como se gana. Después, no puedo explicar, paramos de jugar. Estábamos cansados. Sólo nos faltó jugar en esta Copa contra Golden State», exageraba en rueda de prensa Pesic. Un rato antes, en esa misma sala, Pablo Laso tiró de elegancia para despejar la polémica de la Copa. Cuando Taylor agarró el rebote ofensivo en el aire al lanzamient­o de Causeur, Claver le golpeó claramente en el brazo. Estaba dentro del tiempo, no así el posterior de Rudy. «No es un día para hablar de estas cosas. Vosotros veréis las imágenes y las juzgaréis. Hoy es el día para felicitar al Barcelona», concluyó el técnico, quien sí se ha mostrado en otras ocasiones muy crítico con los arbitrajes recibidos.

Tampoco quiso hacer ruido Campazzo, quien se las tuvo todo el partido con Heurtel y Sanders. «Si fue falta, si no... Vamos a ser autocrític­os con nuestro juego, no con las decisiones arbitrales», expuso el argentino. «La última jugada es falta, lo acabamos de ver. Pero bueno, ya está. Es falta y punto. Hoy nos ha tocado esa cruz», protestó Rudy Fernández. «Lo hemos visto repetido y se nota claro que le pega en la mano y la pelota le sale», admitió Tavares.

También hubo un amago de gran tangana final, cuando Oriola chocó con Doncic. El pívot se disculpó después. «La acción en ningún momento es intenciona­da ni voy hacerle daño. Corro directo a mis compañeros y topamos sin querer. De verdad que no voy con la intención de hacerle daño ni nada de esto que vais diciendo. No soy ese tipo de jugador».

Pero por todo eso, por las lágrimas de Thompkins –que cedió el triple final a Causeur, pese a estar enrachado–, también por la frustració­n de 30 minutos horribles, hubo conjura en el vestuario blanco. «Se ha hablado del partido del viernes». Otra vez se verán las caras, en el Palau, en Euroliga, donde nada tiene que hacer el Barça. Y habrá más, a buen seguro.

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