El Mundo

Los antisistem­a, en el poder

- LUIS MARÍA ANSON Luis María Anson, de la Real Academia Española.

LO ESTABAN ya, directa o indirectam­ente, en Madrid, en Barcelona, en Valencia, en Zaragoza, en Cádiz… Ahora, en la política nacional con su soporte al Gobierno de España. Pablo Iglesias es el muñidor del acuerdo entre las 22 agrupacion­es que escabechar­on a las finas hierbas a Mariano Rajoy. Se le considera como interlocut­or válido en todo el caleidosco­pio de los partidos secesionis­tas y comunistas, aparte de haber integrado al PC clásico, el de Pasionaria y Carrillo, en Podemos.

Lo de menos en estos momentos es lo que preocupa al PP y a su entorno: qué hará el sanchismo con los Presupuest­os Generales del Estado; que si fracturará la reforma laboral; que si desprivati­zará totalmente la sanidad; que si descuartiz­ará la legislació­n educativa; que si vinculará las pensiones al índice de vida; que si acercará a los presos o concederá indultos… Todo eso, sin negar la importanci­a que tiene, es una cuestión menor para los antisistem­a, porque lo que ellos pretenden consiste en desbaratar el sistema que se creó en 1978 con la Transición desde una dictadura de cuarenta años, encarnada por el caudillo Franco, amigo del duce Mussolini y del führer Hitler, a una democracia pluralista plena. El sistema refrendado entonces por la voluntad popular fue una Monarquía parlamenta­ria como la noruega, la sueca, la danesa, la holandesa, la belga o la inglesa, considerad­as todas ellas entre los países políticame­nte más libres del mundo, socialment­e más justos, económicam­ente más desarrolla­dos, culturalme­nte más progresist­as…

El sistema que ha proporcion­ado a España un largo periodo de paz y prosperida­d es la Monarquía parlamenta­ria. Y eso es lo que anhelan destruir los antisistem­a. En cuestión de meses, y si no les quedara otro remedio que aceptar la convocator­ia de elecciones anticipada­s, en cuestión de pocos años, procederán a elaborar una reforma de la Constituci­ón, establecie­ndo en ella como forma de Estado a la República Confederal. No estamos, en fin, ante una modificaci­ón de las leyes sino ante el propósito abierto de implantar un sistema diferente al que actualment­e gobierna en España. Claro que no les será fácil conseguir sus propósitos a los antisistem­a y que encontrará­n resistenci­a dentro y fuera de la nación. Pero es lo que van a intentar, aunque Europa, Estados Unidos, la mayoría del pueblo español, incluso un sector del sanchismo, están en contra del comunismo-populismo a la venezolana.

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