«Me aburre ver partidos de fútbol»
RAÚL DE TOMAS DELANTERO DEL RAYO
En la Avenida de la Albufera el tiempo pasa despacio. El tráfico congestiona la calle y en las aceras, llenas de gente a todas horas, se mezclan los que salen de los comercios, los que esperan al autobús y los que descansan en las terrazas. La aglomeración obliga a buscar soluciones, moverse rápido o atajar por las paralelas. El agobio llega desde el cruce con la M-30 en el Puente hasta el Estadio de Vallecas. Ahí la calle se libera, corre el aire y todo fluye por un instante.
A Raúl de Tomas (Madrid, 1994) el Estadio de Vallecas le libera. Aquí vive la etapa más estable de su carrera profesional y eso, para alguien que acumula cuatro cesiones en las últimas cuatro temporadas, es importante. «No sé si habrá existido otro jugador al que el Real Madrid haya cedido tantas veces», reconoce a EL MUNDO. La realidad es que en los últimos diez años no hay ningún jugador del Madrid que haya salido a préstamo cuatro años seguidos. La nueva política de cesiones del club blanco ha obligado a varios jóvenes a buscarse oportunidades fuera de Valdebebas sin ser traspasados. Mayoral y Odegaard suman tres y dos préstamos, respectivamente, pero en números sigue mandado De Tomás: Valladolid, Córdoba y dos años en el Rayo.
P.– ¿Qué implica tanta cesión?
R.– Hablar es muy fácil. Muchos ven mal salir cedido porque parece que significa que no te quieren, pero yo no lo veo así. Si quiere, el Madrid te puede vender en cualquier momento, y si conmigo no lo hace, es porque sabe que tengo algo dentro y que lo voy sacando. Prefiero pertenecer al Madrid y salir cedido, que marcharme vendido.
P.– ¿Piensa, visto todo lo que ha pasado, que debería haberse quedado en el Madrid esta temporada?
R.– No, para nada. Yo podía haberme quedado porque Lopetegui me quería, pero yo lo que no deseaba era estar todos los fines de semana viéndolo desde el palco. Quería competir. Es mi forma de vivir.
P.– ¿Cómo gestiona la devoción que la afición del Rayo siente por usted, sabiendo que está de paso?
R.– A veces resulta difícil, porque el sentimiento se ha hecho muy grande en sólo un año. Yo pertenezco al Madrid, pero cuando llego al Rayo asumo una responsabilidad y mi cabeza sólo está en eso, ni puedo ni quiero pensar en otra cosa. Pero cuando tenga que irme, me iré.
P.– ¿Tenía una cuenta pendiente con el Rayo después de ser uno de los héroes del ascenso?
R.– No diría eso, pero es que yo fui socio del Rayo, mi familia está aquí y es un club para el que siempre tendré las puertas abiertas. El año pasado estuve aquí, lo di todo y, cuando tocó, volví al Madrid. Y ahora que he regresado, cambio el chip y ya está. No le doy más vueltas.
P.– Hábleme de Vallecas y de lo que significa el Rayo en el barrio.
R.– Para jugar aquí hay que sentirlo, de verdad, es un club diferente a los demás. Es un equipo de barrio en el que tienes que sentir la unión entre la calle y los jugadores. Es una responsabilidad enorme. Raúl de Tomás ha marcado tres goles en los ocho partidos que ha jugado. Todos, curiosamente, en Vallecas, donde hoy recibe al Barcelona con la imperiosa necesidad de sumar una victoria que sirva de punto de inflexión a un Rayo que es penúltimo, con una victoria en diez partidos. «Cuando llegué dije que veía al equipo entre los 10 primeros, y lo vuelvo a decir. Esto es muy largo», explica, y elogia la valentía de Míchel en el estilo de juego del equipo: «Yo prefiero morir atacando. Hay equipos que saben muy bien a lo que juegan, pero ese juego es defender; a mí me gusta el estilo ofensivo». Los tres goles podían haber sido cuatro si el árbitro no le llega a anular un gol en Huesca tras consultar al VAR. «Se supone que el videoarbitraje sólo era para jugadas muy claras y lo que veo es que se usa para todo. Los árbitros se confunden más con el VAR porque tienen más miedo a equivocarse». P.– ¿Ve mucho fútbol?
R.– No me gusta, me aburre, prefiero hacer otras cosas. Me tomo mi profesión con mucha responsabilidad y acabo bastante agotado. Vemos algunos vídeos aquí, cosas que son buenas para corregir, pero yo en mi casa no lo veo, bastante tengo conmigo mismo como para ver el de otros.