Rajoy se reivindica y pide al nuevo PP no ser «doctrinario»
Reaparece en la Convención del partido defendiendo su gestión y su discurso político: «Hay que estar en la realidad» ▶ Feijóo dice que no hace falta «reinventar» el PP, sino «reforzarlo»
Mariano Rajoy reapareció ayer en la Convención Nacional del PP reivindicando su legado y haciendo un llamamiento a que el partido no caiga en el «sectarismo» ni se deje llevar por los «doctrinarios». El ex presidente del Gobierno cree que el partido debe primar «la realidad» por encima de todo enconamiento ideológico y que debe «argumentar» y tenerle «miedo» a Vox. Rajoy hizo una defensa clara de su gestión al frente del Ejecutivo: «Algunos ahora no lo recuerdan, pero hicimos las reformas, redujimos el déficit y recuperamos la creación de empleo», dijo, arropado por la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.
Mariano Rajoy sigue siendo Mariano Rajoy. La misma retranca, el mismo pragmatismo, la misma vis tecnocrática, los mismos principios, pocos pero berroqueños. Y la misma cachaza legendaria de sus años de Gobierno. Casi ocho meses después de su abrupta salida de La Moncloa, el ex presidente reapareció ayer en la Convención Nacional del PP con galones de estrella. Después de protagonizar las mayores ovaciones a la entrada del cónclave popular, Rajoy atrajo todos los focos en el acto central de la primera jornada del «rearme ideológico» de los populares. Había runrún de expectativa, y el ex dirigente no defraudó: reivindicó el legado de su Ejecutivo y llamó al PP a no caer en el «sectarismo» y a primar «la realidad» –o sea, la gestión política– por encima de todo enconamiento ideológico.
Rajoy no quiso dar un discurso, así que fue entrevistado por la presidenta del Congreso, Ana Pastor. «Conviene tener claridad en los principios», como «la unidad de España o la libertad de empresas», le dijo el ex presidente. «Pero luego hay que estar en la realidad. No es bueno el sectarismo ni son buenos los doctrinarios. En ninguna faceta de la vida, y en la política tampoco», añadió.
El anterior presidente del PP centró su intervención en su visión global de la política y en los principales retos que, a su juicio, le depara a España el futuro. Hay que recordar que mañana se cumple el trigésimo aniversario de la «refundación» del PP, cuando Manuel Fraga le cambió las siglas a Alianza Popular tras unirlo con el Partido Liberal y el Partido Demócrata Liberal.
Una de las grandes incógnitas sobre el regreso de Rajoy era si reivindicaría o no su legado, frente al modelo alternativo, más aznarista, por el que ha optado Pablo Casado. Y lo hizo a su manera: «El PP ha tenido dos etapas importantes en la historia de España: 1996 y 2011», afirmó. Para defender su legado, incidió en que cuando él llegó a La Moncloa «entre otras cosas España vivía la mayor crisis económica de su historia y habían desaparecido 3,8 millones de empleos». «Algunos ahora no lo recuerdan», se relamió Rajoy, «pero fue el Gobierno del PP el que hizo las reformas, redujo el déficit y recuperó la creación de empleo para España». Fue «difícil» y muchas medidas «no se entendieron», dijo, pero era lo correcto para sortear la crisis, en su opinión. En ese contexto, el ex presidente volvió a recomendar al partido que priorice la gestión a los principios y que tenga paciencia y no quiera hacer «demasiadas» cosas a la vez, porque «no conviene».
Entre las prioridades de futuro que deben afrontarse, Rajoy citó «el proceso europeo y el Brexit», «la creación de empleo», mantener «el Estado del Bienestar», «la demografía» (o sea, incentivar la natalidad) y «el tema de la inmigración». A su juicio, en este último punto debe primarse la llegada «ordenada» de inmigrantes irregulares, como contraposición a la política de Pedro Sánchez, que prefirió no comentar.
«¿Cuáles son las claves del éxito de la política del PP?», le preguntó, con toda la intención, Ana Pastor, para darle la oportunidad de reivindicar su visión. «Primero, trabajar», comenzó Rajoy. «Segundo, es muy importante tener representación en toda España: eso te da mucha fuerza y te ayuda a mantener posiciones cuando a la sigla no le va bien, y te prima mucho cuando a la sigla no le va bien, porque hay que tener aguante en los momentos importantes». «El PP no tiene por qué asustarse de nada, tiene que argumentar y razonar», subrayó, en una reflexión
«El PP no tiene que asustarse de nada, sino argumentar», dijo Rajoy sobre Vox
que se entendió referida a la pugna con Vox. Por último, reclamó que el PP siga siendo «un partido en el que por lo general todos nos respetamos unos a otros; eso es una buena línea de trabajo para el futuro».
Otra diferenciación del PP con Vox a la que aludió el ex presidente fue «la construcción del Estado de las Autonomías», que calificó como una de las reformas más importantes «que se han producido en Europa» en las últimas décadas. Eso sí, Rajoy no hizo mención ni una sola vez al partido de Santiago Abascal.
A Rajoy se le vio cómodo, consciente de la reivindicación del marianismo que se produjo durante todo el día. Primero, Juanma Moreno prometió gobernar Andalucía «con el carácter del Gobierno de Mariano Rajoy, que tuvo como vicepresidenta a Soraya Sáenz de Santamaría». Después, la propia Santamaría hizo acto de presencia en la Convención, para acompañarle. Sólo esa imagen equivalía a sacar pecho de su legado. Y más tarde Núñez Feijóo reivindicó la «hoja de servicio» del ex presidente: «Estoy orgulloso del partido que ayudó a España a superar la mayor crisis, gracias a Mariano Rajoy».
«Es historia, pero es presente», culminó Ana Pastor su particular baño de ditirambos a Rajoy. ni «de centralidad, ni de moderación ni de firmeza».
Nadie como él apostó ayer por lo que significa y ha significado el PP, en la peor encrucijada de su historia, amenazado electoralmente por Ciudadanos y Vox. Una intervención donde apeló al PP de toda la vida, al que fue primero de José María Aznar y se adaptó después a Mariano Rajoy, en un momento en que Pablo Casado ha impuesto un giro político.
Esta convención, aseguró Feijóo, no es para «reinventar al PP sino para reafirmarlo, reforzarlo y reivindicarlo». Y en esa reivindicación insistió en el modelo del PP de Galicia «tan español como gallego». En una intervención posterior con otros dirigentes autonómicos, pidió no «cometer el error de dejar la bandera y la lengua a los nacionalismos». El galleguismo de Fraga, recordó, fue el «dique de contención» del nacionalismo gallego. «No nos amedrentemos, somos el PP de Fraga, de Aznar, de Rajoy y de Casado».
Ayer, además, después del encontronazo con Rajoy en el último congreso –el ex presidente apostaba por Sáenz de Santamaría y Feijóo se decantó por Casado– no tuvo empacho en destacar su «moderación», «sentido común» y su «gestión incuestionada». Sólo superaron estas alabanzas las que dedicó al presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, que deja la política. «Reivindico el servicio público con mayúsculas, la honestidad, la cercanía, el rigor». Incluso, tras recordar la investidura de Juanma Moreno como nuevo presidente de Andalucía, resaltó también el «papel fundamental» que ha jugado Javier Arenas «durante tanto tiempo».
Un reconocimiento a un PP que desaparece, un PP obsolescente, que ha hecho un relevo a trompicones, que se partió en el último congreso por el liderazgo y que ahora está fracturado en torno al proyecto de Pablo Casado.