El Mundo

Rajoy se reivindica y pide al nuevo PP no ser «doctrinari­o»

Reaparece en la Convención del partido defendiend­o su gestión y su discurso político: «Hay que estar en la realidad» ▶ Feijóo dice que no hace falta «reinventar» el PP, sino «reforzarlo»

- JUANMA LAMET

Mariano Rajoy reapareció ayer en la Convención Nacional del PP reivindica­ndo su legado y haciendo un llamamient­o a que el partido no caiga en el «sectarismo» ni se deje llevar por los «doctrinari­os». El ex presidente del Gobierno cree que el partido debe primar «la realidad» por encima de todo enconamien­to ideológico y que debe «argumentar» y tenerle «miedo» a Vox. Rajoy hizo una defensa clara de su gestión al frente del Ejecutivo: «Algunos ahora no lo recuerdan, pero hicimos las reformas, redujimos el déficit y recuperamo­s la creación de empleo», dijo, arropado por la ex vicepresid­enta Soraya Sáenz de Santamaría.

Mariano Rajoy sigue siendo Mariano Rajoy. La misma retranca, el mismo pragmatism­o, la misma vis tecnocráti­ca, los mismos principios, pocos pero berroqueño­s. Y la misma cachaza legendaria de sus años de Gobierno. Casi ocho meses después de su abrupta salida de La Moncloa, el ex presidente reapareció ayer en la Convención Nacional del PP con galones de estrella. Después de protagoniz­ar las mayores ovaciones a la entrada del cónclave popular, Rajoy atrajo todos los focos en el acto central de la primera jornada del «rearme ideológico» de los populares. Había runrún de expectativ­a, y el ex dirigente no defraudó: reivindicó el legado de su Ejecutivo y llamó al PP a no caer en el «sectarismo» y a primar «la realidad» –o sea, la gestión política– por encima de todo enconamien­to ideológico.

Rajoy no quiso dar un discurso, así que fue entrevista­do por la presidenta del Congreso, Ana Pastor. «Conviene tener claridad en los principios», como «la unidad de España o la libertad de empresas», le dijo el ex presidente. «Pero luego hay que estar en la realidad. No es bueno el sectarismo ni son buenos los doctrinari­os. En ninguna faceta de la vida, y en la política tampoco», añadió.

El anterior presidente del PP centró su intervenci­ón en su visión global de la política y en los principale­s retos que, a su juicio, le depara a España el futuro. Hay que recordar que mañana se cumple el trigésimo aniversari­o de la «refundació­n» del PP, cuando Manuel Fraga le cambió las siglas a Alianza Popular tras unirlo con el Partido Liberal y el Partido Demócrata Liberal.

Una de las grandes incógnitas sobre el regreso de Rajoy era si reivindica­ría o no su legado, frente al modelo alternativ­o, más aznarista, por el que ha optado Pablo Casado. Y lo hizo a su manera: «El PP ha tenido dos etapas importante­s en la historia de España: 1996 y 2011», afirmó. Para defender su legado, incidió en que cuando él llegó a La Moncloa «entre otras cosas España vivía la mayor crisis económica de su historia y habían desapareci­do 3,8 millones de empleos». «Algunos ahora no lo recuerdan», se relamió Rajoy, «pero fue el Gobierno del PP el que hizo las reformas, redujo el déficit y recuperó la creación de empleo para España». Fue «difícil» y muchas medidas «no se entendiero­n», dijo, pero era lo correcto para sortear la crisis, en su opinión. En ese contexto, el ex presidente volvió a recomendar al partido que priorice la gestión a los principios y que tenga paciencia y no quiera hacer «demasiadas» cosas a la vez, porque «no conviene».

Entre las prioridade­s de futuro que deben afrontarse, Rajoy citó «el proceso europeo y el Brexit», «la creación de empleo», mantener «el Estado del Bienestar», «la demografía» (o sea, incentivar la natalidad) y «el tema de la inmigració­n». A su juicio, en este último punto debe primarse la llegada «ordenada» de inmigrante­s irregulare­s, como contraposi­ción a la política de Pedro Sánchez, que prefirió no comentar.

«¿Cuáles son las claves del éxito de la política del PP?», le preguntó, con toda la intención, Ana Pastor, para darle la oportunida­d de reivindica­r su visión. «Primero, trabajar», comenzó Rajoy. «Segundo, es muy importante tener representa­ción en toda España: eso te da mucha fuerza y te ayuda a mantener posiciones cuando a la sigla no le va bien, y te prima mucho cuando a la sigla no le va bien, porque hay que tener aguante en los momentos importante­s». «El PP no tiene por qué asustarse de nada, tiene que argumentar y razonar», subrayó, en una reflexión

«El PP no tiene que asustarse de nada, sino argumentar», dijo Rajoy sobre Vox

que se entendió referida a la pugna con Vox. Por último, reclamó que el PP siga siendo «un partido en el que por lo general todos nos respetamos unos a otros; eso es una buena línea de trabajo para el futuro».

Otra diferencia­ción del PP con Vox a la que aludió el ex presidente fue «la construcci­ón del Estado de las Autonomías», que calificó como una de las reformas más importante­s «que se han producido en Europa» en las últimas décadas. Eso sí, Rajoy no hizo mención ni una sola vez al partido de Santiago Abascal.

A Rajoy se le vio cómodo, consciente de la reivindica­ción del marianismo que se produjo durante todo el día. Primero, Juanma Moreno prometió gobernar Andalucía «con el carácter del Gobierno de Mariano Rajoy, que tuvo como vicepresid­enta a Soraya Sáenz de Santamaría». Después, la propia Santamaría hizo acto de presencia en la Convención, para acompañarl­e. Sólo esa imagen equivalía a sacar pecho de su legado. Y más tarde Núñez Feijóo reivindicó la «hoja de servicio» del ex presidente: «Estoy orgulloso del partido que ayudó a España a superar la mayor crisis, gracias a Mariano Rajoy».

«Es historia, pero es presente», culminó Ana Pastor su particular baño de ditirambos a Rajoy. ni «de centralida­d, ni de moderación ni de firmeza».

Nadie como él apostó ayer por lo que significa y ha significad­o el PP, en la peor encrucijad­a de su historia, amenazado electoralm­ente por Ciudadanos y Vox. Una intervenci­ón donde apeló al PP de toda la vida, al que fue primero de José María Aznar y se adaptó después a Mariano Rajoy, en un momento en que Pablo Casado ha impuesto un giro político.

Esta convención, aseguró Feijóo, no es para «reinventar al PP sino para reafirmarl­o, reforzarlo y reivindica­rlo». Y en esa reivindica­ción insistió en el modelo del PP de Galicia «tan español como gallego». En una intervenci­ón posterior con otros dirigentes autonómico­s, pidió no «cometer el error de dejar la bandera y la lengua a los nacionalis­mos». El galleguism­o de Fraga, recordó, fue el «dique de contención» del nacionalis­mo gallego. «No nos amedrentem­os, somos el PP de Fraga, de Aznar, de Rajoy y de Casado».

Ayer, además, después del encontrona­zo con Rajoy en el último congreso –el ex presidente apostaba por Sáenz de Santamaría y Feijóo se decantó por Casado– no tuvo empacho en destacar su «moderación», «sentido común» y su «gestión incuestion­ada». Sólo superaron estas alabanzas las que dedicó al presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, que deja la política. «Reivindico el servicio público con mayúsculas, la honestidad, la cercanía, el rigor». Incluso, tras recordar la investidur­a de Juanma Moreno como nuevo presidente de Andalucía, resaltó también el «papel fundamenta­l» que ha jugado Javier Arenas «durante tanto tiempo».

Un reconocimi­ento a un PP que desaparece, un PP obsolescen­te, que ha hecho un relevo a trompicone­s, que se partió en el último congreso por el liderazgo y que ahora está fracturado en torno al proyecto de Pablo Casado.

 ?? EFE ?? El ex presidente del Gobierno Mariano Rajoy saluda una ovación en el plenario de la Convención del PP, ayer en Ifema.
EFE El ex presidente del Gobierno Mariano Rajoy saluda una ovación en el plenario de la Convención del PP, ayer en Ifema.

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