El Gobierno colombiano responsabiliza al ELN del atentado de Bogotá
El Gobierno colombiano responsabiliza a la guerrilla Ejército de Liberación Nacional del atentado contra la escuela de cadetes de policía en Bogotá Duque cierra la puerta a la negociación al constatar que el grupo «no tiene voluntad»
No habrá más plazos ni contemplaciones. El ELN rebosó la paciencia del Gobierno con el sanguinario atentado del jueves en Bogotá. Envió el mensaje de que «no tiene voluntad de paz» y, por tanto, no esperarán más para saber si existe la posibilidad de establecer una mesa de diálogo. «No vamos a negociar», afirmó ayer el comisionado de Paz, Miguel Ceballos, desde Casa Nariño. Aseguró que el presidente, Iván Duque, sigue marcando unas líneas rojas irrenunciables: los actos terroristas y los secuestros.
Y ya no albergan dudas de que el ELN es el responsable de la matanza en la Escuela de Cadetes de Policía General Santander. De ahí que la Fiscalía General emitiera órdenes de captura contra los cinco integrantes de su cúpula, que residen en Cuba y Venezuela.
Por los indicios y pruebas recogidas hasta el momento y que revelaron ayer el Fiscal General, Néstor Humberto Martínez, y el Ministro de Defensa, Guillermo Botero, la banda criminal pretendía provocar un número de víctimas mayor a los 20 cadetes fallecidos y los 68 heridos que confirmó la Policía Nacional al final de la trágica jornada. Para lograrlo, utilizaron a José Aldemar Rojas Rodríguez, uno de sus mejores expertos en explosivos. Miembro del ELN desde hacía un cuarto de siglo, en los informes de Inteligencia figuraba con los alias de Kiko o El Mocho porque había perdido la mano derecha. En 2003 le nombraron jefe de explosivistas del Frente Adonay y Ardila y daba clases a otros guerrilleros sobre su especialidad.
En la Escuela de Cadetes su diana habría sido una ceremonia que reunía a un centenar de estudiantes y a algunos oficiales. Pero adelantaron la celebración media hora y los terroristas sólo pudieron destrozar las vidas de quienes tuvieron la desgracia de pasar cerca del coche bomba cuando estalló.
Aún no saben si detonaron la carga explosiva a control remoto o fue el propio conductor el que la activó por accidente. Descartan la hipótesis del kamikaze, modalidad desconocida en el país. Rojas Rodríguez accedió a la Escuela por una puerta secundaria, destinada sólo a vehículos de carga, y aprovechó la salida de unas motos para meterse de manera abrupta hasta el punto donde se estrelló. Él mismo había comprado el Nissan Patrol del 93 el año pasado a otro miembro de la banda criminal en el departamento de Arauca, fronterizo con Venezuela, uno de los feudos tradicionales del ELN. En el prontuario del vendedor, Mauricio Mosquera, alias Macancan, figura asociación para delinquir con fines terroristas, terrorismo y rebelión.
Una prueba adicional de la autoría del ELN es la detención en Bogotá, en la madrugada de ayer, de Ricardo Carvajal, tras una interceptación telefónica. En su casa hallaron documentos que le ligan a la banda terrorista y él aceptó su participación en los hechos.
Para las fuerzas militares es esencial encontrar a todos los culpables por tratarse del lugar más emblemático de la Policía Nacional de Colombia. Todos sus oficiales han pasado por ese centro académico, llevan en el corazón su recuerdo, como dijeron a este diario varios an-
tiguos alumnos. Los fallecidos eran jóvenes estudiantes y entre ellos figura una ecuatoriana becada por su buen expediente. También hay cuatro panameños y otra ecuatoriana heridos, así como atletas colombianos de distintas regiones que habían ingresado en la policía para combinar deporte y una profesión que les apasionaba.
Para las familias de buena parte de los 900 estudiantes fue una jornada marcada por la angustia. Dado que había cuerpos desmembrados y calcinados, fue imposible determinar el número de víctimas fatales hasta pasadas varias horas. Ayer seguían tratando de identificar restos con pruebas de ADN.
Todos los grupos políticos manifestaron su repulsa, incluidas las FARC, autoras en el pasado de innumerables atentados. «Expresamos nuestra solidaridad a las víctimas y sus familiares y convocamos a todos los sectores del país persistir en la construcción de un pacto nacional que saque la violencia y las armas del ejercicio de la política», rezaba su comunicado. Ello pese a que su número dos, alias Iván Márquez, lleva meses en paradero desconocido y hace poco envió una carta amenazando con una vuelta a las armas si el Estado incumple los compromisos adquiridos.
Su posición choca con el máximo líder del antiguo grupo guerrillero,
Timochenko, ahora senador y un convencido de que no hay marcha atrás en el pacto de paz. Algo similar ocurre en el ELN. Para analistas que conocen a la banda terrorista, el atentado deja de manifiesto una fuerte división interna. El núcleo duro, encabezado por alias Pablito, jefe del poderoso Bloque Oriental al que perteneció el autor del atentado, rechaza la salida política. Enfrente tiene al máximo líder, alias Gabino, que reside ahora en La Habana.
«O se divide el ELN para poder negociar o logra ponerse de acuerdo. Pero mientras no estén de acuerdo todos, no hay manera de sentarse a la mesa a conversar», le dice a EL MUNDO Alejo Vargas, destacado académico que no sólo defiende un proceso de paz, sino que ha participado en casi todos los esfuerzos fallidos con el ELN. «El Gobierno no tiene nada distinto que cerrar esa negociación, no hay margen de maniobra política porque lo que dice la bomba es que a la guerrilla no le interesan los diálogos».
Investigan si el conductor activó la carga explosiva o fue por control remoto
Las FARC, que en el pasado cometieron muchos atentados, expresan su repulsa