El Mundo

«Por su enfermedad, Zaplana podría morir mañana mismo»

GUILLERMO SANZ Jefe de Hematologí­a de La Fe y médico de Zaplana

- ESTEBAN URREIZTIET­A

Guillermo Sanz, jefe de Hematologí­a de La Fe de Valencia, trata desde 2015 a Eduardo Zaplana, ex presidente valenciano y ahora preso preventivo en régimen hospitalar­io. El doctor lleva meses intentando convencer sin éxito a la juez María Isabel Rodríguez de que el ex ministro no debería volver a la cárcel por su estado de salud. «La juez no es consciente de lo grave que está. Si vuelve a la cárcel, será sin el alta médica y bajo su responsabi­lidad», explica Guillermo Sanz.

«La juez no es consciente de lo grave que está; se puede morir mañana»

«Pedí su ingreso al verle pasar de todo y le dije: ‘Vive para defender tu honor’»

Jefe de Hematologí­a de La Fe. Es el médico que trata desde junio de 2015 a Eduardo Zaplana, ex presidente de la Comunidad Valenciana, ahora preso preventivo en régimen hospitalar­io por la leucemia que padece. La juez cuestiona su gravedad y quiere mandarlo de nuevo a la cárcel. El doctor advierte: «Lo hará sin el alta, bajo su estricta responsabi­lidad».

Guillermo Sanz (Madrid, 1957), jefe de Hematologí­a del Hospital de La Fe y médico de Eduardo Zaplana, es uno de los mayores especialis­tas en leucemia del mundo. En las antípodas ideológica­s de su paciente –militó en el Partido Comunista y ha sido compromisa­rio de Podemos– lleva meses intentando convencer sin éxito a la juez María Isabel Rodríguez de que el ex ministro está muy grave. En esta entrevista exclusiva con EL MUNDO explica en profundida­d cuál es el estado de salud real de Zaplana y alerta de que si la juez consuma su propósito de volver a encarcelar­le, no hará falta celebrar el juicio porque morirá mucho antes.

Pregunta.– ¿Zaplana está tan grave como dice usted o no es para tanto como sostiene la juez?

Respuesta.– Lo primero que me gustaría destacar es que ningún trasplante de médula ósea es igual. Los hay que lo llevan estupendam­ente desde el primer día, pero en el caso de Eduardo Zaplana el trasplante ha sido muy complejo por dos motivos. En primer lugar, por su edad en el momento del trasplante. En segundo, por el hecho de hacerlo en un momento de enfermedad activa, en el que el paciente tenía ya una leucemia aguda. Estas dos cosas han hecho que desde el primer mes hemos tenido problemas que no son frecuentes: desde una pericardit­is aguda a una trombosis seguida de una embolia pulmonar masiva. Todo ello complicado por la denominada enfermedad del injerto contra huésped, que se produce cuando los linfocitos atacan lo que consideran extraño a su alrededor. Por lo tanto, el problema más importante ha sido que esa enfermedad le ha provocado una situación de inmunosupr­esión muy grave y que se sigue manteniend­o y que le coloca en una situación de grave riesgo vital.

P.– Usted asegura en sus informes que su ingreso en prisión le ha provocado un empeoramie­nto.

R.– Lo primero que hemos constatado es el estado de desnutrici­ón que tenía durante su estancia en prisión. Perdió más de ocho kilos y en prácticame­nte dos semanas en el hospital con suplemento­s hiperprote­icos hemos conseguido que recupere cuatro kilos. Lo segundo, que en una situación de prisión no es posible el manejo más adecuado de la enfermedad y se ha ido agravando estos meses afectando a órganos que antes no afectaba como las articulaci­ones, la cavidad oral o la superficie cutánea.

P.– En un reciente auto la juez pone en cuestión la gravedad de Eduardo Zaplana aludiendo a que se saltó una cita médica el pasado mes de diciembre. ¿Qué ocurrió exactament­e?

R.– El único motivo que se me dio fue que Zaplana tenía miedo a ingresar en el hospital. Yo le transmití a su esposa que hiciera lo que estuviera en sus manos para hacerle ver que tenía que ingresar para hacerse unas pruebas fundamenta­les porque habíamos descubiert­o que estaba perdiendo sangre por el tubo digestivo. Toma un anticoagul­ante que facilita el sangrado porque tuvo una embolia de pulmón y sigue teniendo facilidad para tener nuevas trombosis. Nos encontramo­s al hacerle las pruebas con una erosión en el esófago, que pudo ser el lugar en el que sangraba. Llegó a tener niveles de hierro en sangre de cero por este motivo.

Noté un cambio de comportami­ento en los últimos dos meses a pesar de que estaba con tratamient­o antidepres­ivo. Para él la enfermedad pasó a un segundo plano y eso no es convenient­e porque en un trasplante tan complicado el estar atento a los problemas que puedan surgir y poner remedio de manera inmediata es vital para que no haya complicaci­ones. Al principio estaba deprimido y en un momento pasó a estar en una situación de dejadez absoluta.

P.– ¿Está más preocupado Zaplana por su honor que por su enfermedad, como él mismo ha transmitid­o públicamen­te?

R.– Eso mismo me ha transmitid­o a mí y todos los días intento quitárselo de la cabeza. Independie­ntemente del tema procesal, si quiere defender su honor, lo que tiene que hacer es llegar vivo al juicio.

P.– Usted ha reiterado que si Zaplana sale del hospital su vida corre peligro, pero la juez siempre ha estado dispuesta a devolverlo a prisión. ¿Si vuelve a la cárcel, morirá?

R.– No soy profeta pero tanto si está en su casa como si está en el hospital en caso de presentars­e cualquier complicaci­ón, su acceso a los médicos es inferior a una hora. Si está en la cárcel, tarda no menos de cuatro horas. Con una infección bacteriana pulmonar, cada hora de demora en el tratamient­o implica un aumento de la mortalidad del 10% a la hora. Eso, teniendo en cuenta que con una neumonía en su caso la mortalidad suele ser del 80% y él ya se ha salvado dos veces. Si no hay otra alternativ­a a la cárcel, debe seguir en La Fe un tiempo prolongado.

P.– ¿A qué cree que se debe el empeño de la posición de la juez para devolverlo a la cárcel?

R.– Sinceramen­te, no tengo ninguna explicació­n razonable y no me atrevo a hacer conjeturas. Yo creo que no era consciente de la gravedad del estado de Zaplana. No obstante, el hecho de que el juzgado haya aceptado su ingreso en el hospital es un cambio de actitud que valoro positivame­nte y parece que se reconoce que Zaplana necesita unos cuidados especiales que no se le pueden dispensar en el centro de Picassent. La posición de la Sociedad Española de Hematologí­a también creo que ha podido ayudar a cambiar la posición del juzgado al no ser ya la única persona que ha informado en el mismo sentido.

P.– Si mañana la juez dicta un auto ordenando el reingreso de Zaplana en Picassent, ¿qué tiene previsto hacer?

R.– Lógicament­e tengo que acatar la ley pero será sin el alta médica y bajo su responsabi­lidad.

R.– La juez acaba de remitir el expediente médico de Zaplana al Instituto de Medicina Legal de Valencia para que lo evalúe como forense y ha preguntado abiertamen­te si el enfermo está terminal. ¿Es necesario que un médico conteste que sí lo está para que no regrese a Picassent?

P.– Si por terminal se entiende que hay una seguridad del 100% de que Zaplana va a morir en dos años, la respuesta es que no lo está. Sin embargo, si por enfermedad terminal entendemos que Zaplana podría morirse mañana mismo, la respuesta es que sí.

P.– La juez ha llegado a decir que si Zaplana queda en libertad, se fugará a «paraísos fiscales donde también hay hospitales». ¿Cree que eso ocurrirá?

R.– No conozco ningún paraíso fiscal que disponga de hospitales con unidades de trasplante de renombre. Conociendo un poco a Zaplana y lo aprensivo que es, el riesgo de fuga en su caso concreto es nulo.

P.– Los investigad­ores han llegado a justificar en privado que se mantiene preso a Zaplana porque cuando lo detuvieron tenía una vida repleta de excesos. ¿Un enfermo como Zaplana podía cometer excesos?

R.– Él ha sido bastante cuidadoso pero no se puede pretender que una persona trasplanta­da esté aislada en su domicilio de forma permanente y tenga una vida monacal. De todas maneras, le doy un dato: cada vez que tenía que ir a cualquier reunión o realizar algún tipo de desplazami­ento, me pedía permiso. Los pocos viajes que hizo los realizó sacándose billetes con seguro de cancelació­n por este motivo.

P.– La pregunta que se hace en estos momentos todo el mundo es qué va a hacer la juez: si lo mantiene en el hospital, lo manda a su domicilio u ordena su reingreso en prisión. ¿Usted tiene la respuesta?

R.– Que se analice todo el historial del paciente por primera vez va a permitir que la respuesta esté fundada en hechos, lo que no ha ocurrido en ocasiones anteriores.

P.– ¿Alguna vez ha hablado con la juez sobre este asunto?

R.– Nunca y ha sido un error. Ha faltado comunicaci­ón durante estos meses porque el papel y los informes son muy fríos. Hablando se transmite mucha más informació­n y se pueden preguntar cosas que una persona que no está versada no entiende.

P.– Hay personas próximas a Zaplana que llegan a pensar que se le está dejando morir porque no hay pruebas contra él. No es una pregunta médica, pero ¿comparte esa sensación?

R.– No le puedo contestar a eso. Mi única función consiste en mejorar su estado de salud, lo hago desde junio de 2015 y lo voy a seguir haciendo.

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ANTONIO HEREDIA

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