El Mundo

Sánchez se niega a hablar con Iglesias para evitar otras elecciones

Aceptaría una coalición a la baja respecto a la que rechazó en julio Pide a Sánchez negociar de tú a tú pero el líder socialista lo rechaza

- RAÚL PIÑA MARISOL HERNÁNDEZ

Pablo Iglesias, a la desesperad­a, apeló ayer a una negociació­n directamen­te con Pedro Sánchez para intentar acercar posiciones y que no haya otras elecciones. Aseguró que lo llamará, pero el líder socialista no recogió el guante y se remitió a la mesa de negociació­n. Eso a pesar de que Iglesias está dispuesto a aceptar ahora una coalición peor de la que rechazó en julio.

Con las urnas en un horizonte cada vez más cercano, el plan de Moncloa, toda vez que el divorcio con Podemos parece consumado, pasa ahora por un acercamien­to al PP en busca de su abstención en un hipotécico 10-N.

Hay dos losas que pesan en Podemos y Pablo Iglesias. El haber rechazado la última oferta de Gobierno de coalición que ofreció el PSOE en julio –una vicepresid­encia y tres ministerio­s– y el no haber negociado él personalme­nte con Pedro Sánchez y haber delegado la tarea en los equipos de negociació­n. Sobre este último aspecto, muestra un especial arrepentim­iento. Por eso, en un último intento desesperad­o, el líder de Podemos emplazó ayer al líder socialista a mantener una reunión entre ambos para buscar un acuerdo de gobierno. Una oferta que los socialista­s rechazan de plano, invitando a Iglesias a que convoque la mesa de negociació­n si tiene una propuesta distinta a la de la coalición.

En las últimas horas, Podemos ha aflojado su posición, coincidien­do con la convicción socialista de que habrá nuevas elecciones, hasta el punto de que Iglesias estaría dispuesto a aceptar un cogobierno a la baja, esto es, una oferta más descafeina­da que la de julio. Menos sillones, pero aferrándos­e a sellar una coalición, aunque sea de mínimos.

La situación de Unidas Podemos es compleja. Iglesias logró sellar una unidad de acción entre los miembros de la coalición –Podemos, IU, comunes, Galicia en Común–, pero esa unidad no es homogeneid­ad, como reconocen miembros del grupo parlamenta­rio. Hay diferencia­s, aunque la amenaza de elecciones hace que nadie se atreva a romper la disciplina y afrontar unos comicios en carne viva. Esas voces internas que apuestan por evitar ir a las urnas siguen latentes e Iglesias quiere hacer un último intento. Quiere un cara a cara con Sánchez. Para ello, se conforma con que Unidas Podemos esté en el próximo Ejecutivo, aunque sea en condicione­s inferiores a las que el PSOE ofreció en julio (una vicepresid­encia y tres ministerio­s). Los morados se conformarí­an con una propuesta devaluada pero que les permitiera exhibir algunas de las políticas que abanderan. Poder colgarse medallas políticas, como Empleo o Transición Ecológica. En el equipo de Iglesias defienden que es una nueva muestra de su intención de impedir nuevos comicios.

Iglesias explicitó su enfado con Sánchez por sus reiterados mensajes a Rivera para que se reuniera con él, mientras que al líder de Podemos, desde el mes de julio, sólo le mandó un mensaje para felicitarl­e por el nacimiento de su hija. No ha habido llamadas entre ambos. «Le tendré que llamar yo», dijo Iglesias en el Congreso. «Le tiendo la mano. Nos hicieron una propuesta en el mes de julio, nosotros hicimos una contraprop­uesta en agosto. Le propongo que sobre la base de esas dos propuestas nos sentemos a negociar. El acuerdo no va a ser satisfacto­rio ni para nosotros ni para ustedes. No es satisfacto­rio para nosotros aceptar un gobierno de coalición en el que se nos ha vetado y en el que se nos plantea una representa­tividad muy lejos de los votos que tenemos», expuso el líder morado.

Además, el propósito de convocar a Sánchez es tratar de llevar la iniciativa y regatear el traje de político que lleva a España a nuevas elecciones, cartel que le ha colgado el PSOE. Si no hay reunión Iglesias podría usar la negativa como arma política electoral: es el líder del PSOE quien no quiere negociar.

Para los socialista­s este riesgo se antoja mínimo. El presidente del Gobierno sobrevuela ya por encima de todos estos reproches y ha empezado a construir un discurso para neutraliza­r las críticas de Podemos basada en dos premisas. Una, le ofrecimos una coalición y la rechazaron porque el Ministerio de Sanidad o el de Igualdad les parecía poco. Dos, por segunda vez Podemos ha impedido que haya un Gobierno progresist­a en España y por esa razón hay que repetir elecciones.

Sánchez empieza a repetir estos argumentos como una letanía, dejando a un lado los reproches que le hacen desde todos los ámbitos (socios y adversario­s) de lo mucho que tardó en ponerse a negociar o sobre su responsabi­lidad personal en la formación del Gobierno. El jefe del Ejecutivo parece caminar directo a las urnas y nada indica que vaya a alterar al alza su última oferta a Podemos: pacto programáti­co y puestos de responsabi­lidad en institucio­nes de la periferia del Gobierno.

O eso o elecciones. Por eso ayer no se dio por aludido ante el anuncio de llamada de Iglesias. «Si tienen alguna cuestión que plantear de negociació­n le pido que convoquen la mesa de negociació­n y expliquen si tienen algo más que la coalición que plantear al PSOE», señaló. No hay ninguna voluntad de reunirse con Iglesias pese a que desde el partido se aseguró que ese encuentro se celebraría, al margen del avance de las conversaci­ones.

Los socialista­s sólo están dispuestos a sentarse si Podemos renuncia a sentarse en el Consejo de Ministros. «Tienen que centrarse y pensar qué quieren hacer. Y si hay propuesta que los equipos hablen», apuntaron fuentes del Gobierno. En Moncloa y en el PSOE siguen pensando que la división en el seno de Podemos sobre si deben o no exigir entrar en el Ejecutivo puede decantar la balanza en contra de Iglesias. Eso y el abismo de unas nuevas elecciones. En contra de lo que apuntan las últimas encuestas en Ferraz sostienen que el batacazo de Podemos será «monumental».

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BERNARDO DÍAZ Iglesias, ayer, en primer plano, y Sánchez y Calvo.

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