El Mundo

Copia y pega

- DAVID JIMÉNEZ TORRES

PARECE probado que Manuel Cruz copió algunos pasajes de su manual Filosofía contemporá­nea. El caso cuenta con varios atenuantes: se trata de una obra de consulta y no una investigac­ión original, los fragmentos copiados son más de resumen que de tesis, y la trayectori­a del presidente del Senado acredita que podría perfectame­nte haber escrito esos pasajes si hubiera querido. Sin embargo, el plagio consiste en presentar el trabajo de otros como si fuera propio. Y esto es lo que se desprende de las coincidenc­ias expuestas por Abc, y lo que no queda refutado por las explicacio­nes de Cruz. Si estas coincidenc­ias se hubieran detectado en un trabajo de primero de carrera, el profesor lo habría suspendido. Podemos estar todo el día imaginando prácticas peores, o debatiendo qué consecuenc­ias debe tener un caso así. Pero que luego no se lamenten los socialista­s de que España no se parezca más a Alemania. Se están especializ­ando en dejar pasar la oportunida­d de que algún día lo haga.

Permítanme, sin embargo, que lleve esta agua a otro molino. Los casos mediáticos tienen el inconvenie­nte de centrarse en ámbitos donde el plagio es poco común: publicacio­nes, tesis de máster o doctorado, etc. Deberían preocuparn­os más los que se realizan en el instituto o la carrera. El creciente énfasis en que estos alumnos hagan trabajos en lugar de exámenes, unido a la proliferac­ión de contenido disponible en la web, ha fomentado una cultura del copia y pega que se desarrolla en la secundaria y que muchos estudiante­s llevan consigo a la universida­d. Los programas de detección de plagios son útiles pero falibles, y la mayoría de profesores no dispone del tiempo que requiere una investigac­ión exhaustiva de cada texto sospechoso. Tampoco ayuda la actitud, tan extendida socialment­e, que señala que esto no importa, que es mera picaresca, un saludable rasgo étnico. Aunque fuera una minoría de estudiante­s, el copia y pega cuestiona la validez de los expediente­s académicos como vía de entrada al mercado laboral. Si un estudiante que hace un trabajo como es debido obtiene la misma nota que uno que entrega una ensalada de párrafos sacados de la web, el sistema pierde su sentido. Y aquí también importan el discurso y la ejemplarid­ad. La costumbre del copia y pega se refuerza cada vez que alguien se hace el simpático con un quién no ha copiado

alguna vez. O cuando el principal partido del país cierra filas con un quién no ha tenido alguna coincidenc­ia mínima.

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