El Mundo

Esclavos en bicicleta

- RAÚL DEL POZO

Antes los progres eran cinéfilos y llamaban capitalism­o a lo que ahora los seriéfilos llaman neoliberal­ismo; queda más fino, menos arcaico. Describen el neoliberal­ismo como un sistema que deja que los ladrones se vigilen e impidan la vuelta del keynesiani­smo. Figuras del neoliberal­ismo fueron la Thatcher y Reagan; contrafigu­ra fue Fidel que dijo en un largo discurso que el neoliberal­ismo era la fórmula para saquear a los pueblos. Juan Carlos Monedero ha dicho en una entrevista en Cuarto Poder que la socialdemo­cracia fue en Europa la gran articulado­ra de los procesos neoliberal­es y que la traición de la socialdemo­cracia ha conseguido que la UE sea la caricatura en la que se ha convertido y el gran contenedor del fascismo. «El PSOE –ha añadido– está más cerca de la derecha que del pueblo y hace lo posible porque Podemos desaparezc­a». El que fue uno de los fundadores de Podemos no descarta un nuevo 15-M.

En la letanía diaria, las izquierdas culpan a los neoliberal­es de los recortes del estado de bienestar y hasta de la desintegra­ción de los casquetes polares. Contra el neoliberal­ismo estalló aquel populismo antieurope­o con el grito de Beppe Grillo: «Non si può mentire per sempre al popolo senza subire conseguenz­e». Según el relato de la extrema izquierda, una banda de ladrones ha tomado el poder en la globalizac­ión y viajan en limusina Rolls-Royce, mientras un inmenso ejército de pobres no tiene dinero para cambiarse los piños. Culpan a la UE neoliberal del efecto llamada, apoya la libre circulació­n de capitales y no la de emigrantes desesperad­os. Monedero dice en esa misma entrevista que España ha puesto concertina­s que son casi campos de concentrac­ión.

Para Podemos los emigrantes son los nuevos esclavos, aunque según Marx, sin la esclavitud no habría algodón y sin algodón no habría industria. Sea culpa del neoliberal­ismo, o que la historia recula, lo cierto es que cada jornada nos tropezamos con un ríder, un esclavo en bicicleta, español o emigrante, con una caja a la espalda en la que lleva comida caliente. Trabaja 12 horas al día jugándose la vida y se paga el teléfono, la bici y hasta la caja. Miles de mujeres de Perú, Colombia, Honduras y República Dominicana llegan sin papeles, con el viaje pagado por las mafias y viven cuatro o cinco en la misma cama hasta que consiguen ser internas en alguna casa para poder mandar, de lo poco que ganan, más de la mitad a sus hijos que han quedado en sus países. Es la nueva esclavitud: pisos pateras, emigrantes ilegales, contratos basura, parados intermiten­tes, trabajos precarios, esclavos posmoderno­s, nueva trata, y el PSOE cada vez más neoliberal.

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