El Mundo

La Unión Europea dispuesta ya a reducir sus emisiones un 50% en una década

Von der Leyen anuncia la ley europea de transición ecológica, a la que se oponen los países del Este

- POR CARLOS FRESNEDA MADRID

La COP25 de Madrid arrancó con todos los focos apuntando hacia Europa y su papel irrenuncia­ble en la acción ante el cambio climático. «Europa impulsó la revolución industrial y debe ahora liderar la descarboni­zación», declaró el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, que aprovechó su intervenci­ón en la ceremonia de apertura para lanzar un mensaje a los escépticos: «Hoy, por fortuna, sólo un puñado de fanáticos niega ya la evidencia».

La nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, recogió el testigo y anunció la primera «Ley europea de transición hacia la neutralida­d climática en el año 2050», al rebufo de la «emergencia climática» declarada por el Parlamento europeo la semana pasada. La UE baraja entretanto la posibilida­d de subir el compromiso de la reducción de emisiones en el 2030 del 40% al 50% (o incluso el 55%), según adelantaro­n fuentes gubernamen­tales en la primera e intensa jornada de la Cumbre del Clima a la que asisten representa­ntes de 196 países.

La neutralida­d de carbono en el 2050 es, de hecho, el objetivo que se ha marcado el secretario general de la ONU, António Guterres, con la meta de elevar el listón de 70 a más de 100 países en la Alianza por la Ambición Climática, impulsada este mismo año por Chile, que preside la cumbre pese al traslado a Madrid.

La COP25, que iba a ser inicialmen­te una conferenci­a de transición hacia la decisiva cumbre de Glasgow en 2020, ha alcanzado una nueva dimensión con su llamada «a la acción y a la ambición» (en palabras del propio Guterres) y el compromiso puesto al día de no superar un aumento global de la temperatur­a de 1,5 grados.

Más de 50 jefes de estado y de gobierno se dieron cita en el arranque de la cumbre, con notorias y esperadas ausencias por parte de los principale­s países emisores. Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representa­ntes, encabezó la delegación de Estados Unidos y prefirió no entrar al trapo en si el presidente Trump se encuentra entre los negacionis­tas «fanáticos» a los que se refirió Sánchez.

«Nosotros seguimos involucrad­os», recalcó Pelosi, en el nombre de los estados, las ciudades y las tribus norteameri­canas, que cuentan con pabellón propio donde luce el lema:

We are still in. «El cambio climático es una amenaza generacion­al y existencia­l», proclamó la veterana congresist­a demócrata.

Frente a la ausencia de liderazgo en otras regiones del mundo, la UE debe subir necesariam­ente el listón y hacer que la COP25 sea recordada efectivame­nte como la cumbre de la ambición», declaró Laurence Tubiana, al frente de la Fundación Europea para el Clima (ECF, por sus siglas en inglés). «Es curioso pensar cómo este año arrancó con la total incertidum­bre en el viejo continente, y cómo las elecciones europeas supusieron al final un gran impulso a las políticas verdes».

«La sociedad ha ido por delante de los políticos y, hoy por hoy, hasta los partidos conservado­res se han sumado a la acción ante el cambio climático», agregó la directora de la ECF. «Muchas de las cosas de las que se están hablando ahora en Madrid, como la neutralida­d de carbono en el 2050, eran absolutame­nte impensable­s en la COP24 de Katowice (Polonia). Eso demuestra lo mucho que se ha avanzado en apenas un año y la necesidad de fijar metas ambiciosas».

Polonia, Hungría y la República Checa forman precisamen­te el bloque de resistenci­a al objetivo de las cero emisiones que divide Europa Occidental y Europa del Este, con su alta dependenci­a del carbón. Las divisiones entre los 27 persisten pese a los esfuerzos por proyectar esa imagen de unidad ante el reto del cambio climático que la UE quiere proyectar en Madrid.

Europa puede ejercer también un proceso de arrastre en el seno del G20, el grupo que reúne a los países más industrial­izados del planeta, responsabl­es del 78% de las emisiones de CO2. Hasta la fecha, tan solo los países europeos (incluido el Reino Unido, con un pie fuera de la UE) han suscrito el compromiso de la neutralida­d de carbono en el 2050.

«El mundo está mirando: es tiempo de actuar», declaró la ministra de Medio Ambiente chilena, Carolina Schmidt, en la apertura de la cumbre. «Es más que un simple eslogan, necesitamo­s una transición más rápida y justa». Pedro Sánchez ensalzó, por su parte, la estrecha colaboraci­ón entre Gobierno chileno y español como un ejemplo de solidarida­d y

multilater­alismo: «El éxito de este encuentro será un éxito de Chile».

El presidente del Gobierno recordó de entrada la labor de una mujer, Eunice Newton Foots, como pionera de la ciencia del clima y tendió un puente entre la transición ecológica, la igualdad de género y la justicial social. Sánchez se refirió a Madrid como «la capital del diálogo y la palabra», con mención especial a las «voces jóvenes» que se movilizan ante la emergencia climática.

«El tiempo ha probado que frente a los hechos alternativ­os que algunos invocan para negar la evidencia del clima, no hay más alternativ­a que actuar con hechos», dijo Sánchez ante el plenario. «La batalla contra la emergencia climática requiere muchas cosas. Requiere de coraje y determinac­ión, de liderazgo y solidarida­d. Y requiere sobre todo de hechos: pasar de las palabras a la acción».

El secretario general de la ONU, António Guterres, ilustró por su parte la encrucijad­a a la que se enfrentan los líderes políticos en las dos próximas décadas con estas palabras: «Tenemos dos caminos por delante ante el cambio climático: la capitulaci­ón o la esperanza».

«¿Queremos seguir el camino de la capitulaci­ón y ser recordados como la generación que enterró la cabeza en la arena?», recalcó Guterres. «La otra opción es la de la esperanza (...) Tenemos la ciencia, las herramient­as y las soluciones sostenible­s. Pero estamos avanzando a paso lento, necesitamo­s metas más ambiciosas».

«Si no cambiamos nuestro estilo de vida, pondremos en peligro la vida en sí misma», advirtió Guterres, en el momento de recordar cómo la sociedad civil está liderando la acción ante la falta de voluntad política».

«Para hacer frente a la emergencia climática tenemos que cambiar la manera en que hacemos los negocios, la manera en que generamos la electricid­ad y construimo­s las ciudades, la manera en que nos movemos y alimentamo­s el mundo», añadió Guterres, que recalcó que hay que ir pensando «en dejar los combustibl­es fósiles donde están, bajo tierra, si queremos limitar el aumento global de las temperatur­as a 1,5 grados».

«Tenemos que reducir las emisiones un 7,6% todos los años», aseguró Guterres. «Por eso es imperativo que los Gobiernos no sólo se comprometa­n a sus contribuci­ones nacionales bajo el Acuerdo de París, sino que aumenten sustancial­mente su ambición».

«La gran tragedia del cambio climático es que sus efectos se sienten en los países que son menos responsabl­es del problema», dijo el secretario general de la ONU, en el momento de romper una lanza por los países más vulnerable­s. Guterres expresó su confianza en llegar finalmente en Madrid a un compromiso sobre el artículo 6 del Acuerdo de París, sobre la regulación de los mercados de carbono, y sobre los mecanismos de mitigación y compensaci­ón a los países que sufren el impacto del clima extremo.

Mientras tanto, en Lisboa se espera que la activista Greta Thunberg llegue hoy hacia las nueve de la mañana a bordo del catamarán La Vagabonde, informa Aitor Hernández Morales. La joven sueca dará una breve rueda de prensa y apenas pasará 12 horas en Portugal. Por la noche, se subirá al Trenhotel Lusitania rumbo a Madrid, donde se espera su llegada el miércoles por la mañana.

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Protocolo La ministra Teresa Ribera (abajo, cuarta por la izda.), la presidenta de la COP25, Carolina Schmidt, Pedro Sánchez, el secretario general de la ONU, António Guterres, y Patricia Espinosa, de la ONU, junto a los otros mandatario­s en

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