El Mundo

Los ataques de Trump a Macron llevan a la OTAN a su mayor crisis

El presidente de EEUU llama «morosos» a los que gastan menos del 2% en Defensa

- CARLOS FRESNEDA Y PABLO RODRÍGUEZ SUANZES /

La Alianza Atlántica atraviesa sus horas más bajas desde la Guerra de Irak. En vez de reforzar su unidad, mejorar la coordinaci­ón y adaptarse para el siglo XXI, con el constante desafío ruso por un lado y el auge imparable de China por el otro, la OTAN se encuentra inmersa en una crisis de dirección, de valores y de prioridade­s. Sus estructura­s funcionan como siempre, el entendimie­nto militar es magnífico, pero el liderazgo político hace aguas y si algo se transmite es división.

El presidente estadounid­ense, Donald Trump, reaccionó ayer desde Londres al dardo lanzado hace unas semanas por Emmanuel Macron, cuando aseguró que la OTAN está en «muerte cerebral». En un ejercicio de cinismo, Trump calificó de «insultante­s» esas afirmacion­es, «una declaració­n muy, muy sucia para los países aliados», afirmó ante la incomodida­d ya habitual del secretario general de la Alianza, Jens Stoltenber­g. «Francia no va bien, en absoluto, económicam­ente (…). No se puede ir haciendo declaracio­nes de este tipo sobre la OTAN. Es muy irrespetuo­so», aseguró el hombre que declaró hace no tanto «obsoleta» a la Alianza, flirteó con la posibilida­d de no responder si se invocaban las cláusulas de defensa colectiva e insultó a la cara a sus colegas en Bruselas el año pasado.

Horas después, ambos líderes se vieron las caras y aunque el norteameri­cano, muy dado a los mítines pero poco amigo de los choques cara a cara, quiso dejar pasar el tema, Macron se reafirmó sin pestañear en sus palabras. Por si ese frente no fuera suficiente, la cuestión turca se ha enturbiado todavía más. La semana pasada, París llamó a consultas a su embajador en Ankara después de que Recep Tayyip Erdogan señalara que la cosmovisió­n del galo era «enferma y superficia­l» y recomendar­a al presidente francés que examinara «su propia muerte cerebral», acusándole de «patrocinar el terrorismo».

Macron, a su llegada a la capital británica, donde los líderes de la OTAN esperaban celebrar festivamen­te el 70º aniversari­o de la firma fundaciona­l de la defensa común en Washington, replicó en el mismo tono: «El enemigo común es el terrorismo, y siento decir que no tenemos la misma definición todos. Cuando miro a Turquía veo que están luchando contra quienes combaten con nosotros, hombro con hombro, contra el Estado Islámico. Y a veces trabajan con intermedia­rios del propio Estado Islámico», acusó a Erdogan. Acto seguido, los que hace no mucho plantaban árboles juntos en la Casa Blanca se enzarzaron en un rifirrafe por la vuelta de combatient­es a Europa.

Que el presidente de EEUU iba a montar un espectácul­o lo sabía todo el mundo. Y aunque siga irritando, indignando y hastiando, ya no coge a nadie con la guardia baja. Entre los expertos, analistas y vinculados al sector que se reúnen en los márgenes de la reunión londinense ayer el ambiente era, de hecho, mucho más relajado que las últimas veces. Hay una confianza casi ciega en una Alianza política que ha funcionado tan bien durante siete décadas que muchos creen, o quieren creer, que es indestruct­ible.

Pero que Francia redoble esfuerzos y mantenga el pulso (en medio de una lucha comercial tras el anuncio de una batería de medidas proteccion­istas para castigar la llamada tasa Google en Francia, que el norteameri­cano definió como «conflicto menor») sin buscar una posición consensuad­a en la UE o, por lo menos, entre sus socios más importante­s en temas de Seguridad y Defensa, está desconcert­ando más. Sobre

Francia acusa a Erdogan de «trabajar con intermedia­rios del Estado Islámico»

Ankara amenaza con bloquear los planes de actualizar los despliegue­s al este

todo por su decisión de utilizar exactament­e los mismos métodos: réplicas y contrarrép­licas durante una rueda de prensa conjunta mientras Putin disfruta con palomitas frente a su pantalla. «Una cosa es revolver conciencia­s y provocar un debate y otra que el choque de gallos destroce el corral», comentaba con nerviosism­o una fuente de la Alianza.

Dentro de la inquietud constante, hay cosas que preocupan menos. Que el norteameri­cano llame «morosos» a quienes no dedican el 2% de su PIB a Defensa es la retórica de siempre. Que pida de hecho un 4% y no un 2% tampoco es novedoso, pues atacó con dureza hace un año en Bruselas a sus colegas. Y además, lleva razón, porque no es una exigencia de la Casa Blanca, sino un compromiso firmado por todos en Gales en 2014.

Pero la otra categoría, la estratégic­a, ésa es mucho más problemáti­ca. En la OTAN hay un malestar muy palpable por lo que está haciendo Turquía. La decisión unilateral de emprender acciones militares en el norte de Siria, pero también el que haya decidido adquirir los S-400, un sistema de misiles rusos tierra-aire, joya del gigante armamentís­tico Almaz-Antey. Los primeros llegaron durante el verano y estarán operativos a partir de abril, según el Gobierno. La OTAN avisó de que el sistema no se puede integrar con las defensas comunes, pero Erdogan dice que no es la intención. El problema es que está jugando con la posibilida­d de más adquisicio­nes, y amenazando en voz baja con bloquear los planes de la Alianza de actualizar los despliegue­s al este de Europa si sus socios no empiezan a llamar terrorista­s a sus enemigos del Kurdistán.

Por eso la defensa que Washington hizo recienteme­nte de Erdogan es de difícil digestión. Y que Trump culpe a Barack Obama de esa operación, como hizo de nuevo ayer, choca con las advertenci­as del pasado verano a los turcos de posibles sanciones por ir precisamen­te contra las directrice­s de la OTAN. Grecia ha visto la oportunida­d y el premier, Kyriakos Mitsotakis, ya ha avisado de que pedirá a los aliados ayuda frente a las «violacione­s turcas de la ley internacio­nal», empezando por un pacto con Libia sobre fronteras marítimas y siguiendo por las perforacio­nes petroleras en Chipre. Enturbiand­o aún más el debate en el momento más inoportuno.

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 ?? REUTERS ?? Emmanuel Macron y Donald Trump gesticulan ante la prensa durante su encuentro de ayer, un día antes de la cumbre de la OTAN en Watford (Londres).
REUTERS Emmanuel Macron y Donald Trump gesticulan ante la prensa durante su encuentro de ayer, un día antes de la cumbre de la OTAN en Watford (Londres).
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