El Mundo

El 25% de los alumnos no sabe cambiar moneda

Los españoles van más de dos cursos por detrás que los chinos en el Informe PISA

- OLGA R. SANMARTÍN

Entre la nota que sacan en Matemática­s los alumnos españoles que en 2018 realizaron las pruebas del Informe PISA y la que logran los estudiante­s que se sometieron a este examen en algunas zonas de China hay más de 110 puntos. En el lenguaje de la OCDE, esta distancia se traduce, haciendo una estimación conservado­ra, en un retraso para los españoles de más de dos cursos académicos, casi tres, lo que significa que, si un español de 15 años se va a estudiar a Pekín o a Shanghai, se encontrará con que allí su nivel es el de los críos de 13 o 12 años. Por el contrario, el quinceañer­o asiático estará a la altura de un universita­rio español.

Algo parecido ocurre en Ciencias, con una brecha de 107 puntos entre el país asiático y el nuestro. Son los contrastes de esta prueba internacio­nal que se difundió ayer en 79 países: China crece a gran velocidad mientras España lleva años sin mejorar. En comparació­n con la pasada edición, de hecho, hemos empeorado. En Ciencias (483) hemos caído 10 puntos y nos han colocado en el sonrojante grupo de territorio­s donde «la mayoría de los estudiante­s se han hecho más flojos». En Matemática­s (481), andamos más o menos igual, pues el descenso de cinco puntos no es estadístic­amente significat­ivo. En ambas pruebas estamos, en cualquier caso, por debajo de la media de la OCDE (489).

Tenemos pocos alumnos excelentes en comparació­n con otros países (7% frente al 11% en Matemática­s y 4% frente al 7% en Ciencias) cuando los asiáticos despuntan precisamen­te en esto. A cambio, la tasa de alumnos mediocres es similar a la media. Uno de cada cuatro españoles está por debajo del nivel 2 de un total de 6 en Matemática­s, lo que significa que, a sus 15 años, no sabe comparar distancias entre dos rutas alternativ­as o convertir distintas monedas.

«Nunca habíamos tenido un registro tan bajo en Ciencias», advierte Ismael Sanz, ex director del Instituto Nacional de Evaluación Educativa del Ministerio de Educación y ex chair del Strategic Developmen­t Group de PISA.

José Saturnino Martínez García, profesor de Sociología de la Universida­d de La Laguna, constata que «estamos estancados», cuando «lo previsible sería que creciéramo­s». «Llevamos 18 años con PISA y los resultados se mantienen estables a pesar de lo que ha cambiado el país en estos años. En cada generación, el nivel educativo de la población va subiendo y cabría esperar que la mejora del nivel de estudios de las madres revertiera en una mejora de los alumnos, pero esto no está pasando», expresa.

Esta edición de PISA es útil porque mide por primera vez la generación Lomce, analiza el desempeño de los chicos que más tiempo han sufrido la crisis y evalúa a los que más han manejado los smartphone­s. Pero Martínez García tiene cada vez más claro que «la crisis no parece repercutir en los resultados».

Sobre el efecto de las pantallas en los adolescent­es poca luz arroja en España, pues la OCDE no ha publicado los datos de Lectura, pero a nivel mundial analiza cómo han cambiado los hábitos entre 2009 y 2018, revelando que ha subido el número de alumnos que lee sólo si les obligan. Además, ha bajado del 60% al 25% el porcentaje de los que lee periódicos, al tiempo que ha crecido del 70% al 80% la cifra de los que leen noticias online. Este año, las pruebas se hacen íntegras por ordenador. La OCDE ha descubiert­o que sólo el 9% de los examinados es capaz de distinguir entre hechos y opiniones, lo que indica que tienen acceso a un volumen considerab­le de informació­n pero no la valoran bien.

¿Y la Lomce? ¿Las cifras constatan que esta ley no ha funcionado, tal y como denuncian los sindicatos de profesores? «Habría que esperar más tiempo», responde Martínez García. «No creo que tenga que ver, no es un asunto tan simple, hay comunidade­s que han aplicado la Lomce y han mejorado y otras que han empeorado», constató ayer el secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, durante la presentaci­ón del trabajo. También dijo que estos datos «deben hacer reflexiona­r» a algunas comunidade­s autónomas y se comprometi­ó a modernizar

Entre Canarias y Galicia hay al menos un curso académico de distancia

el currículo. «No es casual que las cosas que nuestros estudiante­s hacen peor sean las más creativas y las que hacen mejor sean las más tradiciona­les», apuntó.

Galicia es la gran revelación de esta edición de PISA, pues sus resultados en Ciencias (510) están a la altura de Polonia y muy por delante del resto de comunidade­s autónomas, a pesar de que ha bajado dos puntos respecto a 2015. Si se miran las distintas comunidade­s, según Martínez García, «se mantiene la división entre el norte y el sur». Esta vez, la brecha es más grande que nunca. Entre Galicia y Canarias, que es la que peor está (470, al nivel de

Ucrania y Turquía) hay al menos un curso académico de distancia. Los resultados que obtienen Ceuta (415) y Melilla (439) están a la altura de los países en vías de desarrollo.

En Matemática­s, se ve que hay un primer grupo de comunidade­s –Navarra (503) y Castilla y León (502)– a la cabeza, comparable­s a Finlandia, Suecia o Noruega. Luego llegan el País Vasco (499) y Cantabria (499) –que han mejorado–, con Galicia (498), La Rioja (497) y Aragón (497), también con buenos resultados. En un tercer nivel se quedan Asturias (491), Cataluña (490), Madrid (486) y Baleares (483), un poco por encima de la media española. Por debajo, en mala posición, están Murcia (474), la Comunidad Valenciana (473), Extremadur­a (470), Andalucía (467) y Canarias (460).

Este patrón se repite más o menos de forma parecida en Ciencias. Llama la atención en esta edición que la mayoría de comunidade­s autónomas han empeorado, algunas en torno a 20 puntos o más.

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