Almodóvar, en la cumbre
‘TIME’ es el semanario más influyente del mundo. Acaba de publicar su clasificación de las diez mejores películas del año. Encabeza la lista Dolor y gloria, de Almodóvar, por encima de Scorsese, Tarantino, Baumbach… Me entristece la cicatería con que, salvo alguna excepción, se ha tratado en los medios de comunicación españoles el gran éxito de Almodóvar. El cineasta español está en la cumbre y no por sus óscars, sus premios y esta última distinción de Time, sino por su inmenso talento.
Cuando empezaba la movida madrileña, Tomás Cuesta me lo trajo a almorzar en mi despacho del ABC verdadero. Me di cuenta de que aquel muchachito receloso, con cara de pillete de barrio, pelo glotón, ojeras desdeñosas y labios coñones, se ceñiría el mundo a la cintura. Le dije a Cuesta: «Vamos a apostar por él».
Ha tenido la suerte Almodóvar de que su hermano Agustín, hombre equilibrado y razonador, le ha ayudado siempre, contribuyendo a los éxitos del genio, hasta el punto de que los dos españoles hoy más conocidos en el mundo, el Rey aparte, son Nadal y el cineasta.
Tuve amistad con Bardem, que filmó una escena de su película Resultado final en mi despacho de ABC. Mantuve con Berlanga largas conversaciones durante muchos años. Conocí a Buñuel y asistí a las entrevistas que Pérez Ferrero le hizo. «¡Viva el olvido! –le oí decir al gran cineasta–. La única dignidad es la nada». Recuerdo también a mi inolvidado Summers y he asistido a los éxitos de Garci, Amenábar, los Trueba, Aranda, Saura, Borau… Y a los de Gutiérrez Aragón, que es un sabio del cine. Almodóvar les ha superado a todos.
Se podrá coincidir o se podrá discrepar de las ideas políticas, sociales o religiosas de Almodóvar. Solo los sectarios, los envidiosos o los excluyentes pueden negar la genialidad artística del director de Dolor y gloria. Muchos han desdeñado también a su actriz Penélope Cruz, a la que se ha negado el pan y la sal. Acudí con Buero Vallejo en su día a ver Jamón, jamón. «¡Qué gran actriz! –me dijo–. Y eso es lo que le abrirá un largo camino de éxitos». Y Woody Allen, durante un almuerzo en Oviedo, cuando alguien destacó a Penélope por su belleza, afirmó: «Actrices bellas hay muchas. De la calidad interpretativa de Penélope, muy pocas».
«Es el cine inyectado en vena», dije en alguna ocasión. Hoy, Almodóvar se ha convertido en máxima figura de la historia del cine español.