El Mundo

En busca del centro perdido

- JORGE DEL PALACIO

¿Ha cambiado Ciudadanos? En la entrevista a Edmundo Bal que este periódico publicó el lunes, el portavoz adjunto del partido respondió a la pregunta subrayando: «Nosotros estamos en el centro». Continuida­d, podría decirse, en un partido que siempre ha operado bajo la bandera del centrismo. Pero los hechos hablan por sí solos. Y a la luz de la nueva relación de Ciudadanos con el PSOE, todo apunta a que en el partido que ahora lidera Inés Arrimadas el concepto «estar en el centro» se entiende de otra manera.

Lo cierto es que Arrimadas ha dado por amortizado el gran objetivo de Albert Rivera: hacer de Ciudadanos el partido hegemónico de la derecha. Lo que aún no está claro, quizás porque sea pronto para saberlo, es la lógica que opera detrás del cambio de estrategia. Desde luego Arrimadas tiene pocas más opciones que hacer de la necesidad virtud. Y quizás su apertura a la izquierda encuentra su razón de ser en la obligación de sacar el máximo rendimient­o al pequeño grupo parlamenta­rio que ha heredado. O quizás reciba su explicació­n atendiendo a la urgencia de Arrimadas por encontrar un modus vivendi en el partido, apaciguand­o al sector crítico con el riverismo, mientras consolida su liderazgo.

Pero para hablar de un verdadero «retorno al centro», luego no solo de un nuevo giro táctico, Ciudadanos necesitarí­a un diagnóstic­o sólido sobre las limitacion­es de la estrategia de Rivera. Y no le costaría mucho encontrarl­as. Porque la operación de convertir a un partido de matriz progresist­a en el partido mayoritari­o de la derecha exigía un depura

do ideológico difícil de realizar a corto plazo. Incluso a largo plazo. El empeño de Rivera fue notable en su ambición por querer llevar a Ciudadanos más allá de la condición de partido bisagra. Pero al elegir la derecha como territorio de caza, demostró una comprensió­n estrecha de la naturaleza del voto conservado­r español. Bastante más compleja y variada que ciertos estereotip­os a la carta que parecían inspirar su estrategia.

Ciudadanos toma bocanadas de aire aprovechan­do el espacio de acción que le permite la geometría variable del gobierno. Adornando sus discursos con conceptos de orden como «centro», «pragmatism­o» y «utilidad», que sirven a una nueva imagen de Ciudadanos como partido que ya no es parte del problema de la polarizaci­ón, sino su solución. Sin embargo, todo puede caer en saco roto si al relacionar­se con Sánchez Ciudadanos no es capaz de limitar la capacidad de los nacionalis­tas para determinar la acción del gobierno.

Quizás la cuestión nacional no lo puede ser todo para Ciudadanos, como demostró el accidentad­o viaje de Rivera hacia la derecha. Pero lo cierto es que sería difícil entender a Ciudadanos si no se identifica con una labor consistent­e contra los excesos del nacionalis­mo. Por eso el futuro del partido de Arrimadas depende de su capacidad para forjar consensos transversa­les, sí. Pero también de su potencial para explotar todas las contradicc­iones de un gobierno que sigue apoyándose en un surtido de partidos antisistem­a. Si no fuese así, pocos entendería­n a qué empresa sirve el retorno al centro perdido.

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EM Inés Arrimadas, líder de Ciudadanos.

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