La producción de un mito sexual
DEBEMOS reconocimiento y agradecimiento al filósofo Han –Byung-Chul– por orientarnos cuando nos extraviamos a diario. Sus pequeñas obras son píldoras concentradas de pensamiento que dan en la diana de nuestro deseo de dar sentido a lo que vemos. La desaparición de
los rituales es una breve obra maestra de precisión. Ya el comienzo nos atrapa. «Los ritos transmiten y representan aquellos valores y órdenes que mantienen cohesionada a una comunidad. Los rituales dan estabilidad a la vida. Generan una comunidad sin comunicación, mientras que lo que predomina hoy es una comunicación sin comunidad». Comunicación sin comunidad. El individuo desorientado sin asideros, condenado en el mundo digital a escucharse sólo a sí mismo dentro de su cámara de eco. Nosotros lo percibimos, pero sólo Han lo convierte en escueta definición para pensar en qué nos hemos convertido.
Producir es lo que importa. Producir y consumir. Producirse a sí mismo para consumirse a sí mismo. Han desmiga el significado de la palabra producir, del latín producere, que significa «exhibir o hacer visible» y dispara: «Hoy todo el mundo se da tono en todas partes, por ejemplo en las redes sociales. Todo el mundo rinde culto al yo y oficia la liturgia del yo, en la que uno es sacerdote de sí mismo».
Ignoro si al médico Fernando Simón le gusta darse tono o es un hombre modesto al que le incomoda oficiar la liturgia del yo. Los admiradores del doctor Simón lo han producido a lo grande, como si en vez de director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias fuera Andrés Velencoso, modelo publicitario. El doctor Simón ha terminado siendo un personaje famoso no por su capacitación profesional de epidemiólogo, sino por sus ojos, su cabello fosco, sus camisas de manga corta, las almendras que se come y, ahora, su chupa de cuero y su moto. Sólo faltaban estos dos últimos ingredientes para acabar de producir un mito sexual como manda la época.
Pocos fenómenos tan ilustrativos de la frivolidad universal que nos rodea por todas partes que la conversión del portavoz de la emergencia sanitaria en un gigantesco Me gusta en camisetas, pintadas murales, tatuajes, memes, clubs de fans y desmayos a su paso. Ya casi ni nos acordamos de qué habla cuando habla, que es de virus, enfermedades y muertes. Flaco favor le han hecho.