El Mundo

Durante la Transición,

- Tuvo un encuentro con el abuelo de (no hay que fiarse de internet: la habla de «Luis» y otros medios, de «Manuel»). El encuentro fue tan cordial como lo permitían 40 años de Franquismo,...

...dos

bandos en apariencia irreconcil­iables y la esperanza de transitar a la Democracia sin que los españoles se mataran.

Cuentan que Turrión sugirió al entonces ministro la posibilida­d de armar a los sindicatos, pero la cosa se mantuvo cordial. Poco después, regaló a Martín Villa una paloma de la paz pintada de con una simpática dedicatori­a escrita por detrás.

España transitó y Manuel Turrión (abuelo o tío del vicepresid­ente, da igual) fue diputado socialista. Es decir: el mil veces glosado entendimie­nto entre rojos y azules que propició la Democracia y que hoy se pretende dinamitar como si el mal, el dolor o la justicia sólo tuvieran un color.

Martín Villa no tenía obligación alguna de declarar ante la juez argentina que le acusa de genocidio, salvo por la «presunción de culpabilid­ad» (por utilizar las palabras del político) que le endosa gente como Iglesias Turrión. «Un paso histórico para la Justicia y contra la impunidad», ha tuiteado.

La mayoría de los que conocen a Martín Villa le desaconsej­aron que se prestase a declarar ante la juez argentina, pero el ex ministro es tozudo y, sobre todo, se niega a que sobre él o su legado pese presunción alguna. En cualquier caso, la dignidad de los inocentes le ha pesado más que a Iglesias, que todavía se niega a comparecer por las acusacione­s de la caja b de Podemos.

Incluso trató Martín Villa de viajar a

Argentina para declarar en septiembre de 2019. Afortunada­mente, algunas circunstan­cias (de la propia juez) le impidieron asumir ese riesgo, pues quién sabe lo que le habrían deparado los tribunales argentinos. Volvía a pesarle la presunción de culpabilid­ad: lo natural en un hombre del tránsito que siempre ha dicho que a la izquierda le sobra sectarismo y a la derecha, fanatismo (de hecho, precedió a en la presidenci­a de Sogecable).

No es la primera vez que Martín Villa pasa por los tribunales. En 2018 ganó un recurso porque el Ayuntamien­to de Sabero (León), del PP, le había quitado un año antes la distinción de Hijo Adoptivo de la localidad, otorgada en 1972 por haber «facilitado la construcci­ón de unas viviendas». En el texto, que se presentó a petición de un concejal de Izquierda Unida (pero al que se adhirió el PP), se justificab­a retirarle la distinción porque había sido «jefe del Movimiento Nacional». Las paradojas: en aquella ocasión, la Ley de Memoria Histórica amparó al ex ministro, que cedió las costas al Consistori­o para que se utilizaran «en temas sociales».

La bilis de Pablo Iglesias, y

en Twitter respecto a la declaració­n de Martín Villa era predecible. Más sorprenden­te es el silencio del PP, consideran­do que el ex ministro aún es afiliado de la formación que lidera

Ahora la palabra mágica es gestión y la preocupaci­ón por el centro «de salud, de Educación». Segurament­e, en 2022 nadie en el PP se acuerde de celebrar el centenario de su fundador, O quizás sí, por aquello de que supo gestionar. Caín también mata a los abuelos que desprecia Abel.

Seguro que Martín Villa sigue guardando la paloma firmada por Manuel Turrión.

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