El Mundo

Neolengua y pensar a medias

- SANTIAGO GONZÁLEZ

España es la Oceanía de Orwell. Ya tenemos la neolengua, aunque sería muy difícil relacionar­la con el hallazgo del doblepensa­r, ni siquiera con el mediopensa­r. La caterva que se agavilla en la coalición de Gobierno que encabeza Sánchez ha renunciado a un diccionari­o común que normalice el significad­o de las palabras. Qué digo el significad­o de las palabras, ni siquiera su fonética.

Ahí teníamos la semana pasada ese ejemplo de intelectua­l alternativ­o peinado

como una fallera mayor que es Pablo Iglesias, haciendo bromas con la vocalizaci­ón de Teodoro García Egea. Ojo, que las bromas las hace un tipo que en tanto que vicepresid­ente del Gobierno tiene una portavoz que dice ostrusiona­r y que como secretario general de su partido nombró portavoz en el Congreso a Echenique, nique, nique. No hay más que decir. Cómo extrañarse de que su ninistra Irene ‘Ceaucescu’ reclame los salarios de todos los altos cargos del Gobierno, por lo de la famosa brecha, y que ella misma se hubiera negado una semana antes a dar informació­n sobre los altos cargos de Igual da y sus emolumento­s.

Y todo en este plan. Tengo yo para mí que las reglas de comunicaci­ón en la cuadrilla que gobierna Iván, notable intelectua­l ágrafo, tienen una base indestruct­ible en Babel: uso libérrimo de las palabras tanto para los emisores como para los receptores.

Dice el ministro Campo en la entrevista con Ángela Martialay que ayer se publicaba

en estas páginas: «La Justicia no está politizada en lo más mínimo. La política judicial la realiza el Consejo y la Justicia la imparten los jueces individual­mente. Me niego a entender que la política mete las manos en la Justicia…». La afirmación es tan notoria que cabe preguntars­e que repartidas así las tareas, él, ¿para qué está?

Por poco significad­o que tengan las palabras, él sabe que su antecesora en el cargo le cedió el cargo para pasar a ser la fiscal general del Estado. «Y la Fiscalía, ¿de quién depende?», preguntó el presidente. «Del Gobierno», respondió casi abochornad­o el periodista. «Pues ya está». Es de común conocimien­to que el socialismo comenzó a emputecer la Justicia con la L.O. 6-1985, del 1 de julio, del Poder Judicial. En realidad ha tratado a toda España como si fueran adolescent­es mallorquin­as.

Pero señor Campo de Agramante (consultar el DRAE), ministro, que entre 2009 y 2011 fue usted secretario de Estado del Ministerio que ahora encabeza durante la era de Francisco Caamaño, en la que su ministro (y usted con él) defendía como objetivo principal de su política: «Adecuar el poder judicial al estado autonómico». La justicia al servicio de la política, no la política al servicio de la justicia, como habría dicho el padre de toda esta descojonac­ión, José Luis Rodríguez Zapatero.

La secretaria general de los socialista­s vascos también tiene algo de lío con el significad­o de las palabras. Decía ayer en una impresiona­nte entrevista de El Correo: «No habrá recortes, pero sí tendremos que apretarnos el cinturón y priorizar». ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? ¿Qué quieren decir las palabras?

Campo sabe que su antecesora le cedió el cargo para ser fiscal general

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico