El Mundo

«¡Pero si cumplimos las medidas!»

Vecinos de Puente de Vallecas se sienten «discrimina­dos» tras conocer las restriccio­nes

- GABRIELA MONTERO

Con incertidum­bre, indignació­n, pero al mismo tiempo resignació­n. Así se han tomado los vecinos de Puente de Vallecas las nuevas medidas anunciadas por el Covid-19.

Begoña Praga se resguarda de la lluvia bajo una parada de autobús mientras espera que el clima mejore para ir a su casa en la avenida Buenos Aires. Todos los días sale de su hogar y camina hasta la estación del metro – «que siempre está a reventar»– para ir a trabajar a Fuencarral. Para ella, las medidas son «discrimina­torias». «Siempre pagamos los platos rotos los pobres, los que vivimos en las zonas menos favorecida­s», se queja.

Asegura que, en comparació­n con otras zonas de la ciudad, en el sur hay menos movimiento de gente en las calles y que «todos cumplen con las medidas de seguridad». Sin embargo, «es cierto que somos nosotros quienes tenemos que desplazarn­os largas distancias para llegar a nuestros trabajos», zanja.

«¡A ver cómo lo hacen!», comenta con enojo Mariana Vásquez. «Somos muchos los que vivimos aquí y si van a tomar la decisión de aislarnos, debería ser en toda la comunidad», añade. Si bien es consciente de que el problema sanitario es cada vez mayor, cree que con medidas como la de disminuir el aforo y los horarios de atención en restaurant­es, cafés y terrazas es suficiente. «No creo que sea una solución eficaz restringir nuestra movilidad», afirma.

Fidel Sánchez tiene una carnicería en el mercado. Él ha recibido con calma el anuncio. «En mi caso tengo que seguir abriendo el local todos los días y trabajando como hasta ahora, con todas las seguridade­s», dice. Cree que «se debe hacer lo que esté al alcance de cada uno para frenar el virus». La misma opinión comparte Yaneli Véliz, vecina de Villaverde Alto. «Si es necesario volver a confinarno­s para que esta pesadilla termine, pues tendremos que colaborar todos», afirma. Ella teme que la situación empeore y que la enfermedad pueda afectarle a ella o a algún familiar.

Pero las medidas han caído como un nuevo jarro de agua fría en la hostelería. A las 18.00 del viernes, el movimiento en la Cafetería Santander, cerca del metro Puente de Vallecas, no se detiene. Las mesas, que fueron separadas hace un par de meses para respetar la distancia de seguridad, reciben a varios clientes que entran a por una bebida caliente que los ayude a evadir el frío de la lluvia. Hasta ahora pueden atender a grupos de hasta 10 personas, pero desde el lunes esto cambiará.

Para Roberto Ruíz, uno de los trabajador­es, las medidas que afectan a la hostelería significar­án la «ruina tanto para los trabajador­es como para los jefes». «Antes atendíamos a muchísima gente durante el día. Ahora mismo tenemos sólo un 30% de nuestra clientela habitual», asegura. Para él, el que se reduzca aún más el aforo, sumado a la restricció­n de la movilidad y la disminució­n del horario de atención, se traduce en «irse al paro». «El virus no está dentro de las cafeterías o en las terrazas, está en las calles, en la gente que no respeta las medidas y para eso hay que tener a más policías que estén pendientes», afirma.

Jai y Rosa son dueños de El Juguete Fantasía, frente al metro Nueva Numancia. «Las medidas nos van a afectar muchísimo más. Ya teníamos problemas tras la alerta sanitaria y no hemos recibido ninguna ayuda, ni del Gobierno ni de la Comunidad», explica Jaime y añade que «el pequeño comercio es el que levanta España y el que menos apoyo ha recibido».

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JAVIER BARBANCHO Dos establecim­ientos comerciale­s de Puente de Vallecas, ayer, en una tarde lluviosa en Madrid.

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