La ley urgente del teletrabajo no se podrá aplicar en la pandemia
Díaz promete «una ola de reformas» laborales
El Gobierno aprobó ayer por decreto ley, es decir, con carácter de urgencia, la normativa sobre el teletrabajo, pero a la vez aclara que ésta no se aplicará para los casos derivados del Covid-19. Yolanda Díaz afirmó que llega «una ola de reformas laborales» a la economía.
FRANCISCO JOSÉ MARTÍNEZ LÓPEZ
En estos momentos en los que nos hemos dado cuenta de que no somos capaces de controlarlo todo ni de hacer las cosas a nuestra imagen y semejanza, en la que un pequeñísimo virus ha sido capaz de trastocar toda nuestra actividad, la resiliencia, capacidad humana donde las haya, nos permite levantarnos y reinventarnos.
Desde la maldición bíblica de «Ganarás el pan con el sudor de tu frente», orientamos nuestra sociedad en hacer cosas sin parar para mejorar nuestra existencia, siempre en compañía, en contacto con los demás. Ordenamos nuestra actividad familiar de forma muy simple, los mayores van al trabajo y los niños, al colegio. De repente, nos confinan y nadie puede salir de casa. Entonces, nos damos cuenta de que existe otra forma de seguir trabajando y estudiando. Llega a nuestras vidas una modalidad laboral que no es nueva, la primera experiencia la realizó Jack Nilles en California hace casi medio siglo, en 1973.
Entonces fue otra crisis, la del petróleo, la que aceleró la creación del teletrabajo, pues el Gobierno californiano obligó a que el 5% de los trabajadores se quedaran en casa, sin ir a las empresas. Nadie se quería apuntar, hasta que se les ocurrió hacer un anuncio de televisión en el que se veía a un teletrabajador en casa desayunando cómodamente, viendo que compañeros estaban en un atasco en el puente de San Francisco. Nació así el mito del teletrabajo, que, en teoría, permite la conciliación familiar, ahorrarse desplazamientos y vivir magníficamente. La mayoría de los que se han iniciado en el teletrabajo en estos meses han comprobado que de idílico, nada; se trabaja muchas más horas y, si no se realiza correctamente, los inconvenientes pueden superar las ventajas.
Por ello, EL MUNDO inicia hoy una serie de artículos sobre el teletrabajo con el objetivo de profundizar su esencia y proponer pautas que permitan sobrellevar esta forma de trabajar nueva para algunos. Máxime cuando se acaba de aprobar en el Consejo de Ministros la nueva legislación.
El teletrabajo es un gran desconocido. Se define como la actividad laboral en la que se dan dos circunstancias. En primer lugar, se desplaza el trabajo, pero no el trabajador (que se queda en su casa o cerca de ella o donde se encuentre si está viajando); y la segunda condición es que el trabajo se mueve por medios telemáticos.
El teletrabajo presenta diversas modalidades: en el domicilio, en telecentros (lugares cercanos a la vivienda para los que no se adaptan a teletrabajar solos) y de forma móvil (por ejemplo, un representante que va por diversos lugares sin acudir habitualmente a la sede de su empresa, o cuando se está de viaje y se teletrabaja). Además, hay teletrabajo a tiempo completo –en torno al 10% de la población activa– y los que teletrabajan a tiempo parcial, sobre todo después de la jornada presencial en la empresa, que, con los medios telemáticos existentes hoy día, somos casi todos.