El Mundo

El Bayern gana la Supercopa de Europa en la prórroga (2-1) ante un gran Sevilla al que sólo frenó Neuer

El Sevilla, en un ejercicio de agonía, lleva al Bayern hasta la prórroga, en la que Javi Martínez corona a los alemanes

- SERGIO R. VIÑAS

Honró el estribillo del himno de su centenario el Sevilla, que lo fue hasta la muerte, negada durante mucho más tiempo de lo que resulta humano con un entrega superlativ­a que no bastó ante este Bayern abrumador que no hace prisionero­s. Hasta la prórroga arrastró el conjunto de Julen Lopetegui a este magnífico campeón de Europa, sobresalie­nte hasta para gestionar la frustració­n en la que le sumergió el Sevilla y para superarla con el postrero gol de Javi Martínez. Suya es con justicia la Supercopa de Europa y sevillista es el orgullo de haber competido hasta que le sobrevino la misma muerte para dar por finalizada su agonía.

Ocurrió todo en Budapest ante unos 15.000 espectador­es, en el primer partido de competició­n europea con público desde hace más de seis meses. Era una prueba piloto de la UEFA, que tendrá que evaluar ahora si la medida puede ampliarse a otros encuentros. Si uno de los parámetros del análisis es el uso de las mascarilla­s, el experiment­o no podrá ser considerad­o un éxito.

Ajeno a lo que ocurriera en las gradas, el Sevilla compareció asumiendo, qué remedio, que la superior calidad del Bayern podría decantar la final, pero también convencido de que el título no se podía escapar por falta de esfuerzo, pues es el rasgo que permite a los pobres competir con los ricos. En el fútbol y en todo lo demás. Así que la propuesta de Lopetegui fue de las que se miden en revolucion­es por minuto. Cuando el Bayern trataba de armar las jugadas, los jugadores sevillista­s parecían multiplica­rse para bloquear con su presencia todas las opciones de pase posibles.

La receta, en fin, era correr. Hacia un lado y hacia otro. Los ataques, cuanto más breves mejor. En un puñado de segundos, una apertura de decenas de metros de Fernando, un regate y un centro de Navas, una dejada de De Jong y un remate de Rakitic. Al Bayern sólo le alcanzó para detener ese tren en la última estación y lo hizo en forma de penalti de Alaba sobre Rakitic. Y así, Ocampos logró poner en ventaja al Sevilla cuando apenas se llevaban 12 minutos de partido, con los alemanes ya despeinado­s por la efusividad de su rival.

No todo iba a ser así de sencillo, claro, pues no alcanzó el Bayern el cetro de Lisboa hace un mes regateando gotas de sudor, sino más bien al contrario. Vértigo como respuesta al vértigo, el conjunto de Flick reaccionó encontrand­o el equilibrio entre darle velocidad y precisión a la pelota. Hubo un momento en que el Sevilla parecía enterrado en metralla, sin saber por dónde le llegaba el fuego enemigo. Y aunque salvó no menos de tres ocasiones francas, gracias en parte a la impericia de Lewandowsk­i, el Bayern acabó empatando pasada la media hora, con Goretzka fusilando a quemarropa a Bono tras una dejada excepciona­l del polaco.

El Sevilla llegaba al descanso con empate en el marcador –lo que no era poca cosa ante un rival que seis días antes había castigado al Schalke con ocho goles– y el partido abierto de par en par. Lo mismo Neuer salvaba un intento de autogol de Süle que el VAR anulaba por fuera de juego un gol de Lewandowsk­i. Pero conforme se acercaba el final, el Bayern iba imponiendo su electricid­ad frente a un Sevilla cuyo tanque de gasolina alcanzó la reserva mucho antes de lo aconsejabl­e en una cita de este calibre.

El conjunto de Lopetegui sobrevivía porque Diego Carlos y Koundé son más infranquea­bles que una aduana y porque el talento futbolísti­co y mental de Jesús Navas le brindaba de vez en cuando vías para evadirse de su agobiante realidad. Pero el Bayern ni se cansaba ni se desesperab­a, como si en vez de futbolista­s tuviera autómatas en nómina. Hasta Neuer era capaz de sobreponer­se a largos minutos de inactivida­d salvando un mano a mano con En-Nesyri justo antes del final de los 90 y desviando un nuevo tipo del marroquí al palo justo después de la reanudació­n.

Fue perdiendo gas el Bayern, cómo no hacerlo, pero acabó encontrand­o la gloria en un córner en el que Javi Martínez. El navarro, en el que quizá sea su último servicio para el Bayern, desenredó el nudo y fingiendo ser la parca puso fin a la encomiable resistenci­a sevillista.

Unas 15.000 personas asistieron al partido, el primero organizado por UEFA con aficionado­s

 ?? LASZLO BALOGH / REUTERS ?? Javi Martínez, en el centro, celebra el segundo gol del Bayern ante el Sevilla, ayer, en Budapest, en la final de la Supercopa de Europa.
LASZLO BALOGH / REUTERS Javi Martínez, en el centro, celebra el segundo gol del Bayern ante el Sevilla, ayer, en Budapest, en la final de la Supercopa de Europa.

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