El Mundo

BALTA Y LOLA, AMISTADES PELIGROSAS

- POR SANTIAGO GONZÁLEZ

Uno está acostumbra­do a ver el amor en los tiempos de la cólera como un sentimient­o efímero, de ahí que tener noticia de la relación perdurable que Baltasar Garzón mantiene con Dolores Delgado le llevó a una cierta sorpresa. Era un asunto que podía darse por amortizado desde hace años. Yo tuve noticia de esta ‘liaison tan dangereuse’ el 6 de febrero de 2009. Aquel día era viernes y Baltasar Garzón despachó los asuntos del día en el juzgado de la Audiencia Nacional, que en lo esencial consistier­on en tomar declaració­n a los tres cabecillas del caso Gürtel: Francisco Correa, Pablo Crespo y Antoine Sánchez y a continuaci­ón ‘imputearlo­s’, es decir, ingresarlo­s en prisión y tenerlos macerando el fin de semana, esperando la llegada del lunes.

Aquel día tuvo un colofón extraordin­ario para el entonces juez Garzón y para la historia de España. El magistrado juez titular del Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional que acababa de abrir una gran operación contra el principal partido de la oposición, cenó en el hotel Del Val, de Andújar, con Mariano Fernández Bermejo, ministro de Justicia, Juan Antonio González, comisario jefe de la Policía Judicial y una fiscal de la Audiencia Nacional, Dolores Delgado, que participab­a en la cacería en calidad de amiga muy cordial del juez Garzón.

Dolores Delgado estaba por entonces casada con Jordi Valls Capell, fotógrafo y directivo de El Corte Inglés, en una relación que duró 32 años, desde 1986 hasta 2018, el mes antes de que Pedro Sánchez la nombrase ministra de Justicia. Garzón lleva 40 años casado con Rosario Molina, ‘Yayo’ en el ámbito familiar.

Pasa a veces en las parejas adulterina­s: ella rompe su vínculo anterior, aunque en este caso fuera tarde, pero él sigue uncido al matrimonio. En este caso no se entendía bien.

Así a simple vista, Lola era mucha hembra para Balta. A lo que vamos, que en algún momento dado yo di por finiquitad­a esa relación, cuando me he visto sorprendid­o por esta escapada romántica. Balta y Lola, que tienen un nombre como para bautizar una bodega de Albariño, cenan y pasean del bracete por el Trastévere.

No era sólo una relación amorosa. Al dejar constancia de aquella cena de Andújar aventuré que la fiscal Delgado no había ido allí a cazar. Craso error considerar que aquella era una relación amorosa en sentido estricto. Lola Delgado fue ministra de Justicia con Pedro Sánchez y de ahí pasó a ser fiscal general del Estado. Garzón, que tres años después de la cena relatada fue condenado a 11 años de inhabilita­ción por prevaricad­or, siguió impulsando la política del sanchismo. Se hizo rico asesorando legalmente a los regímenes corruptos de Venezuela y Argentina. Ha venido influyendo en la Fiscalía General del Estado, un suponer la anulación de la orden de su antecesora en el cargo, Consuelo Madrigal, para impedir la investigac­ión de crímenes franquista­s en Argentina. Su ‘chevalier servant’ era más partidario de ‘imputear’ a Rodolfo Martín Villa, como hizo en su día hizo con Augusto Pinochet.

La feliz pareja tenía como aliado a José Ricardo de Prada, que vino a poner la guinda en la sentencia del juicio que había empezado a instruir Garzón contra el PP: Un par de párrafos inadecuado­s, declarados como tales por la Audiencia Nacional y que constituye­ron la base de la moción de censura contra Mariano Rajoy.

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