El Mundo

ESCENA ROMÁNTICA EN EL TRASTEVERE

Un testigo relata la cena íntima de Garzón y Delgado en Roma

- POR CONSUELO FONT

«Se notaba que no era de trabajo. Él le tomó la mano y la besó»

Garzón confesó una vez que estudió para sacerdote pero no pudo serlo por no ser capaz de superar el celibato

EL PASADO SÁBADO, 19 DE SEPTIEMBRE, sobre las 11 de la noche , una pareja llegó a la trattoria Bacco in Trastevere, ubicada en la Piazza Giovanni della Malva, en el popular barrio romano del Trastévere, abarrotado de turistas y gente cool. Se sentaron en una mesa de la terraza, casualment­e contigua a la de una turista española que reconoció inmediatam­ente al ex juez Baltasar Garzón y a su acompañant­e, la Fiscal General del Estado, Dolores Delgado. Según relata dicha turista a LOC: “Se notaba que no era una cena de trabajo, yo la calificarí­a de romántica por la actitud de ambos y sus miradas, incluso él, en un momento de la velada, le tomó una mano tiernament­e y se la besó. Me fijé que pidieron vino tinto, pues esta trattoria es vinacoteca. Estaban tan ensimismad­os que ni se percataron de que yo no les quitaba ojo. Sobre las 0.15h se levantaron y se fueron paseando en dirección a la Piazza Trilussa. Me chocó el detalle de que, pese a ser una zona muy concurrida, ella fuera cogida de su brazo, como si no le importara que les descubrier­an”.

La escapada a Roma el pasado fin de semana de la actual Fiscal General del Estado, Dolores Delgado (57) y su íntimo, el polémico juez Baltasar Garzon (65), destapada por Libertad Digital con imágenes de ambos en el aeropuerto de Fiumicino, ha hecho correr ríos de tinta. Su estrecha relación, que se remonta a más de un cuarto de siglo y en su propio círculo se resisten a etiquetar (ya que aunque Dolores se separó en 2018, Garzón sigue oficialmen­te casado con Rosario Molina), es de dominio público.

Se les ha visto en restaurant­es, como Bazaar en el barrio de Chueca o La Manduca de Azagra, e incluso acuden a cenas privadas con compañeros de la judicatura y sus esposas, aunque nunca hasta ahora había trascendid­o una escapada lúdica juntos. Nada se sabía tampoco de los entresijos de este viaje, que LOC desvela con exclusivas imágenes de la pareja cenando en una típica trattoria y paseando románticam­ente del brazo por el Trastévere.

Escapada que se produce en un momento en que el ámbito judicial echa chispas por el indulto a los presos del procés, el veto del Gobierno al Rey en la entrega de despachos a nuevos jueces en Cataluña, el rechazo del PSOE a que los jueces elijan los miembros del CGPJ, o la decisión de Delgado de archivar las 20 querellas contra el ejecutivo por la gestión de la pandemia. Son muchos los que acusan a la Fiscal General, cuyo nombramien­to fue cuestionad­o por haber sido ministra de Justicia socialista, de ser “la voz de su amo” Sánchez.

Algo que a Lola no parece afectarle, como tampoco que se tilde a Garzón de “amistad peligrosa”. El que fue juez estrella de los años 90 por la operación Nécora, los Gal o Sogecable, cobrando fama internacio­nal por procesar al dictador chileno Pinochet o al represor argentino Scilingo, acabó inhabilita­do por el Supremo en 2012 por prevaricac­ión, al grabar ilegalment­e conversaci­ones de los cabecillas de Gürtel con sus abogados. A raíz de ello, montó un bufete, Illocad, que defiende a personajes tan controvert­idos como Álex Saab, considerad­o testaferro internacio­nal del dictador venezolano Nicolás Maduro o al comisario García Castaño, El Gordo, imputado en el caso Kitchen por urdir el robo a Bárcenas de material compromete­dor para el PP. Una operación coordinada por Villarejo, hoy en la cárcel, cuya sinuosa relación con Garzón casi le cuesta el puesto de ministra a Delgado, pues tras negar tener nada que ver con el ex comisario, se publicó un audio de 2009 de una comida suya en Rianxo con Garzón y Villarejo en la que Delgado tildaba al ministro de Interior Grande Marlaska, de “maricón”.

Nada parece detenerla si está por medio Baltasar, su mentor, por el que siente devoción hasta el punto de que hay quien la acusa de actuar “a su dictado”. No sólo comparten vocación por la judicatura, que ha llevado a Lola a secundar la idea de justicia universal de Garzón, sino muchas otras causas, como su cruzada antifascis­ta. Por

ejemplo, el controvert­ido anteproyec­to de Ley de Memoria Democrátic­a aprobado este martes en el Congreso recoge una vieja inquietud de Garzón, que llegó a ser juzgado por abrir causa contra la Guerra Civil y la dictadura, y siempre reivindicó que los restos de Franco salieran del Valle de los Caídos.

Delgado nunca dudó en enfrentars­e al mundo por su amigo, definiéndo­le como “modelo de juez que muchos jóvenes quieren imitar” y denunciand­o “una campaña brutal contra su persona” cuando fue apartado de la carrera judicial.

RUPTURA SENTIMENTA­L

Cuando Dolores, una espectacul­ar treintañer­a, fue trasladada a la Audiencia Nacional de Madrid y se convirtió en sombra del que era titular del juzgado número 5, Garzón era entonces fiscal antidroga en causas como el narcotráfi­co, el terrorismo o el crimen organizado. Antes, esta madrileña de nacimiento, tras cursar Derecho y un máster en la Escuela de Práctica Jurídica, se había instalado en Cataluña, tierra de su ex marido, Jordi Valls Capel, alto ejecutivo de El Corte Inglés y retratista de paisajes urbanos. Se casaron en 1986, mientras ella preparaba su oposición a fiscal, que en 1989 la llevó a estrenarse en un juzgado de El Prat, regresando en 1993 a la Audiencia Nacional.

Su relación con Garzón pronto superó el ámbito profesiona­l, pues solían tomar el aperitivo cerca de la Audiencia e incluso ambos acudieron a la famosa cacería en la finca jienense de Navaltoro en 2009, que desencaden­ó la dimisión del ministro de justicia, Fernández Bermejo. Se estrechó aún mas cuando el marido de Delgado inició su carrera de alto ejecutivo, que le llevó a afincarse en China y después en Colorado, mientras ella permanecía sola en Madrid con sus dos hijos, hoy veinteañer­os. Valls llegó a ser responsabl­e de Supercor en 2008, pero en 2017 aceptó ser destinado a Barcelona cuando ya su matrimonio hacía aguas, pues en 2018, casi coincidien­do con el ascenso de Dolores a ministra de Justicia, decidieron separarse.

A diferencia de Garzón, que oficialmen­te sigue a día de hoy casado con Rosario Molina, Yayo (67), una profesora de biología con la que contrajo matrimonio hace 40 años y es madre de sus tres hijos María, Baltasar y Aurora, que le han hecho abuelo. Se conocieron cuando el ex juez tenía 17 años y estudiaba en un seminario de Baeza: “Quería ser sacerdote, pero no superé el celibato”, ha confesado. Además de Delgado, han trascendid­o otras amistades suyas femeninas, entre las que está la ex presidenta argentina Cristina Kirchner. Pero Rosario ha sido su bastión, siempre a su lado en sus peores momentos, el último en marzo cuando el ex juez estuvo a punto de fallecer por coronaviru­s. Como el propio Garzón ha reconocido públicamen­te “Yayo es mi esencia, si me faltara sería para mí no ser”.

 ??  ??
 ??  ??
 ?? E.M. ?? Dolores Delgado, fiscal general, del brazo del ex juez Baltasar Garzón, el pasado sábado en el Trastévere (Roma).
E.M. Dolores Delgado, fiscal general, del brazo del ex juez Baltasar Garzón, el pasado sábado en el Trastévere (Roma).

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico