“Desglobalización y cercanía como pilares de la política económica”
Con la pandemia entramos en una era donde valoramos estar en casa y en concentrar las actividades a nuestro alrededor. Este fenómeno se reflejará también en las cadenas de valor: se impondrá la cercanía”, dijo días atrás Luis Alberto Moreno, presidente (hasta el miércoles) del BID. Fue en un foro virtual de WeWork y en nuestro país, el diálogo se completaba con Samantha Ricciardi, directora general de BlackRock México.
“Esto es positivo, porque en momentos en que firmamos el T-MEC estamos justo en medio de un proceso de desglobalización, lo que significa una enorme oportunidad para atraer inversión”, agregó la CEO.
Y de esa conversación me quedé con esos dos grandesconceptos:cercaníaydesglobalización, dos fenómenos que deberían ser los pilares de las políticas económicas y fiscales de México.
En enero de 2019, McKinsey publicó un estudio sobre ‘La transición de la globalización’ y ahí explicaba que había tres factores que empujaban a una nueva regionalización: el crecimiento de la demanda de China y de los países en desarrollo a consumir más de lo que producen, el crecimiento de las cadenas de producción nacionales y el avance tecnológico. No incluía el mayor acelerador de todo este proceso como ha sido la pandemia, que encerró al mundo y rompió aceitadas y baratas cadenas de proveeduría de un lado al otro del mundo.
Pero ya mostraba una tendencia: entre 2000 y 2012 el comercio entre países de la misma región cayó de 51 a 49%, pero desde 2013 el consumo intrarregional comenzó a crecer 2.7 puntos porcentuales por año.
México tiene una plataforma más sólida que el resto de los países de la región desde donde liderar un ‘hecho en América’, al ser la economía más industrializada y abierta desde Guatemala hasta Argentina. Pero aun así, siendo de nuevo el principal socio comercial de EU, en nuestro paísenpromediounproductofabricadoenMéxico solo suma 27% de componentes mexicanos. Como contexto, 60% de los componentes de los productos europeos se fabrican en Europa, mientras que en Latinoamérica solo es 18%.
“El gobierno debe ver a los fondos como un motor de recuperación”, agregó Ricciardi, quien está a la cabeza del mayor fondo de inversión institucional del país. “Las condiciones para invertir que nos ponen nuestros clientes, porque manejamos dinero de terceros, es tener sólido estado de derecho y certeza hacia las inversiones, además de seguridad para poder llevaradelantesusnegocios”.Ellaexplicóquedesde que comenzó la pandemia, los inversionistas están achicando su foco: ya no buscan regiones sino específicamente países donde invertir.
Estamos en el lugar indicado (al lado de EU), con el soporte correcto (dentro del TMEC), con la capacidad instalada y experiencia industrial y en la coyuntura más acelerada hacia el nearshoring (la pandemia). Lo que queda para atraer inversiones y generar empleo queda en manos del gobierno. ¿Será su momento para cambiar el discurso y ponerse del mismo lado de la mesa que la IP?