Cartografía del corazón
Todas las parejas con las que se relaciona una persona a lo largo de su vida tienen uno o más elementos en común con el amor definitivo, decía André Breton y proponía que, para saber cómo será tu pareja definitiva, o para comprobar que la has encontrado, basta hacer un esfuerzo de memoria para recordar qué característica te gustaba de cada una de tus parejas anteriores; el amor definitivo será la suma, la cartografía de estas características.
Esta idea de Breton, que aparece en su libro L’amour fou (1937), concibe los amores del pasado, que nos han llevado hasta El Amor, como un mapa en el que podemos rastrear los elementos (gustos, pulsiones, debilidades, referentes, condicionamientos genéticos, químicos, culturales, etcétera) que hacen que nos guste una persona sobre todas las demás. Esta línea de amores también fue explorada por la banda Fleetwood Mac, pero con una orientación funesta pues, en lugar de la línea, del mapa de esos amores, se habla de una cadena irrompible (you would never break the chain) que nos mantendrá relacionados a perpetuidad con nuestras parejas anteriores (chain keep us together).
Del historial amoroso de Breton sale una cartografía que alumbra nuestro paisaje sentimental, mientras que Fleetwood Mac ve en el fenómeno una de las formas de la esclavitud.
Breton decía que “el mundo es un bosque de indicios”, iba por la vida buscando el significado oculto de las cosas, los objetos que se encontraba en la calle tenían siempre un significado ulterior, y también las situaciones, los acontecimientos y, sobre todo, los encuentros con otras personas, con énfasis, desde luego, en los amorosos.
El encuentro amoroso, el hallazgodenuestroopuestocomplementario, de la mitad del andrógino que fuimos, nos dice el poeta, se consigue gracias al “azar objetivo”, a la coincidencia entre lo que la persona desea y el mundo, ese bosque de indicios, le ofrece. Trazar la cartografía de este azar objetivo es fundamental, porque es el mapa que, antes del encuentro, marcó la ruta del corazón.