Un líder, una ola y un viaje
El líder
En los últimos meses LeBron James apoyó a miles de personas durante la pandemia, levantó la voz en cada conferencia de prensa, encabezó la resistencia frente a la indiferencia, fue una plataforma de protesta, movilizó a los basquetbolistas contra la violencia, jugó para los Lakers y los llevó a Las Finales de la NBA diez años después. A veces creemos que el deportista es un organismo independiente que vive en una galaxia lejana. El caso de LeBron, como el de muchos atletas de nuestra época que aprovechan su posición para influir positivamente en el mundo, representa una nueva generación de líderes en los que millones de personas creen, confían y están dispuestos a seguir.
La ola
Una encantadora villa pesquera del Atlántico portugués despertó hace pocos días con el rugido de una fuerza que habita en las profundidades de su recia costa.
En pleno sitio de Nazaré, a orillas de Nuestra Señora, un monstruo de ojos grises, cabellera blanca, 23 metros de altura y millones de toneladas de peso, surgió del horizonte acercándose a sus casas. Cuando el pueblo miró el tamaño de aquella ola que amenazaba su playa, se dio cuenta que en la cresta iba una mujer domando la amenaza. La surfista brasileña Maya Gabeira viajó a través de la ola más grande de la temporada, poniendo al deporte femenino, de manera literal, en lo más alto de la Tierra.
El viaje
Luis Suárez hizo las maletas, cerró la puerta, compró un billete de tren, bajó en la estación de Atocha, subió a un taxi, llegó al Metropolitano, cambió de uniforme, se vistió de rojiblanco, saludó a sus compañeros, escuchó al entrenador, se sentó en la banca sesenta y nueve minutos, entró al campo, puso un pase para gol y marcó dos. Tardó más tiempo en salir de Barcelona, que en viajar al fondo de la filosofía del Atlético de Madrid. El tercer mejor anotador en la historia del Barça guarda muchos goles debajo del colchón. Hay jugadores que parecen mandados hacer para un equipo de futbol. Suárez no lo sabía, pero nació colchonero.