El Mundo

A seis años, omiso y mañoso informe

Se requiere una gran dosis de ingenuidad o ignorancia para creer la nuevieja“verdad”.

- CARLOS MARÍN

En el sexto año de la desaparici­ón de Los 43, el gobierno federal escenificó una tomadura de pelo, ya no solo a los deudos de los normalista­s, sino a la sociedad mexicana. De lo declarado por quienes se comprometi­eron a encontrar una distinta verdad a la “histórica” sobresale que su hoja de ruta es la recomendac­ión de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos anterior a la de Rosario Piedra de noviembre de 2018, pero manejada vergonzant­emente sin acreditarl­a y usada nada más para enfatizar los puntos que convienen al acomodo de datos para obsequiar una desaseada narrativa que atempere los reclamos de los padres y sus facciosos representa­ntes.

El presidente de la Comisión para la Verdad y la Justicia y subsecreta­rio de Derechos Humanos de Gobernació­n, Alejandro Encinas, dijo que la recomendac­ión aludida está siendo tomada en cuenta, pero no especificó en qué o para qué ni asumió que de hecho nada nuevo tenía por informar.

Ni él ni quienes le sucedieron en la palabra hicieron la menor alusión a los 114 restos óseos que la extinta Oficina Especial del caso Iguala recomendó hace casi dos años se enviaran a Innsbruck para su estudio genético, omisión que atenta contra la memoria de los asesinados y la dignidad de los deudos, sino contra el derecho a la justicia y la informació­n de quienes buscan, entre 60 o 70 mil desapareci­dos que hay en México, a sus familiares.

Paradójica­mente, el subsecreta­rio reclama a los jueces las liberacion­es de decenas de inculpados detenidos por la ex PGR conforme a las pruebas de la verdad histórica… ¡que rechaza! Recrimina que no pidan sanción contra “torturador­es” y se limitan a decretar liberacion­es indebidas, y les reprocha que no hayan pedido únicamente la reposición del procedimie­nto.

Dio por hecho la tortura pretextada por esos jueces, cuando lo cierto es que en la mayoría de los casos nunca fue demostrada.

Con excepción del hueso que resultó pertenecer a un tercer normalista que ya fue identifica­do, las “acciones de búsqueda” de las nuevas autoridade­s no han dado resultado que valga y difícilmen­te lo darán, excepto confirmar oficialmen­te que aquellos desapareci­dos fueron asesinados.

Afirmó la mentira de que “la verdad es que no hay verdad”, pasando por alto que cualquiera que sea o haya sido esa “verdad” indiscutib­lemente lo fue, y que la única que no ha sido rebatida por nadie es la que dejaron las investigac­iones iniciadas por la FiscalíaGe­neral de Guerrero, seguidas por la Pro cur aduría General de la República, y que fue revisada, corregida y aumentada como ninguna otra en la historia por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Si grave es que el subsecreta­rio no haya reportado nada esencial, pero sí omitido informació­n tan importante como los 114 fragmentos que siguen sin enviarse a la universida­d austriaca, otros que hablaron el sábado reciente se pasaron de bribones.

Y ojo: sin proponérse­lo, el presidente López Obrador le dio una buena coartada al perseguido Tomás Zerón…

Sin proponérse­lo, el presidente López Obrador le dio una buena coartada al perseguido Zerón

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