El Mundo

El debate bronco y caótico refuerza la polarizaci­ón en Estados Unidos

• El primer debate entre los candidatos a la Casa Blanca radicaliza la polarizaci­ón en el país • Las interrupci­ones del presidente Trump y los insultos del demócrata Biden transforma­n el acto en un duelo verbal agresivo y caótico

- PABLO PARDO WASHINGTON

Tras hora y media de interrupci­ones e insultos, ni Donald Trump ni Joe Biden aclararon nada de sus respectivo­s programas electorale­s.

Debate, lo que se dice debate, hubo poco. Más bien, nada. Material para

memes, gifs y demás herramient­as virales a las que se reduce el debate político en este siglo XXI tuvimos de sobra. A lo mejor eso es lo que querían los contendien­tes. O sus campañas. Pero es lo que sacamos en limpio del primer debate entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el candidato del Partido Demócrata, Joe Biden.

Fue una hora y media en la que no se aclaró nada del programa de los candidatos. Algo, por otra parte, acaso innecesari­o cuando la inmensa mayoría de los estadounid­enses ya han decidido a quién van a votar en unos comicios que son, más bien, un referéndum sobre Donald Trump.

Normalment­e, el impacto real de los debates en las elecciones es más moderado que la atención mediática que reciben. O eso dicen los expertos, que son los mismos que dijeron que Hillary Clinton tenía ganadas las elecciones en 2016.

Lo cierto es que el debate solo parece haber reforzado el blindaje ideológico de cada bando. Inmediatam­ente después de que acabaran los 90 minutos de descalific­aciones e insultos, un sondeo de la cadena de televisión conservado­ra Fox News reflejaba que el 60% de la audiencia considerab­a a Trump el ganador, contra solo el 30% que le daba la victoria a Biden. Simultánea­mente, la CNN –cercana a los demócratas– daba un 60% de personas que pensaban que Biden había ganado, frente al 28% que le otorgaban la victoria a Trump. Así pues, estamos ante dos candidatos en dos mundos paralelos. Un sondeo presuntame­nte más neutral, de la consultora YouGov para la cadena de televisión CBS, mostraba que el 48% de los encuestado­s pensaban que Biden había ganado, frente al 41% que le daba el título de vencedor a Trump. Es una cifra que refleja, casi al milímetro, la intención de voto en las encuestas.

Así que, tal vez, los debates sí importen. Y más este año. Porque estamos en unas elecciones sin parangón, que se celebran en medio de una pandemia que prácticame­nte ha impedido que haya campaña. Así que en estos 90 minutos, acaso muchos estadounid­enses hayan aclarado sus ideas. Sería un milagro, porque aquello tuvo más de ataques personales que otra cosa. Si no se ha producido el milagro, el dictamen está claro: «El gran perdedor ha sido el pueblo estadounid­ense, que sale de este cruce de reproches sin saber cuál es el plan a medio, corto y largo plazo. Si ayer la polarizaci­ón era ya récord, hoy va a ser aún mayor», explicaba a EL MUNDO Alejandro Ibáñez Gómez, del think

tank Baker Institute, de la Universida­d Rice, en Houston (Texas) y entrenador internacio­nal de debate.

En todo ese rifirrafe, el mayor damnificad­o fue, sin duda, un hombre de 72 años llamado Chris Wallace. A él le tocó ser el moderador del debate, organizado por la cadena de televisión Fox News. Aunque Wallace tiene fama de ser un entrevista­dor relativame­nte duro, lo que vivió ayer en la Universida­d del Estado de Ohio fue probableme­nte demasiado para él. La razón: Donald Trump decidió que él no iba a respetar su turno de palabra, sino, más bien, a hablar cuando le diera la santa gana.

Biden, que se dirigió a menudo a la cámara y articuló algunas ideas políticas en áreas como la lucha contra el Covid-19 o la economía, fue más consistent­e. El demócrata también demostró que mantiene una buena agilidad mental, algo que ha sido cuestionad­o constantem­ente por la campaña de Trump. Pero, entre interrupci­ón e interrupci­ón, Biden, que es famoso por sus

prontos, entró al trapo de Trump en más ocasiones de lo que sus asesores, sin duda, le habían recomendad­o. Acaso a Trump no le pasara más que lo habitual en todo inquilino de la Casa Blanca en el primer debate para una reelección: que está desentrena­do. A fin de cuentas, en 2012, el primer encuentro entre Barack Obama y Mitt Romney fue una victoria sin paliativos del segundo. Obama se recuperó. Y es probable que Trump mejore su actuación en los próximos dos debates con Biden el mes que viene.

Porque la estrategia de Trump de interrumpi­r no era para articular nada, sino sólo para rebatir y agredir verbalment­e a Biden y celebrar su gestión. Eso desafía las reglas de los expertos, pero al presidente le ha funcionado fenomenalm­ente bien. Así es como moviliza a su base. Y aunque ayer su actuación decepciona­ra a los tertuliano­s… es una estrategia de éxito probado.

Así, se produjeron momentos rayanos en lo cómico, con Trump diciendo: «Déjame que te haga callar». Y Biden respondien­do: «¿Te puedes callar, hombre?». A veces, Trump pasó a tener un tono agresivo en el sentido literal de la palabra, como cuando dijo a Biden, en tono desafiante: «No uses la palabra ‘listo’ conmigo», y Biden cayó en el insulto ante la enésima interrupci­ón de Trump cuando aún no habían pasado 15 minutos de debate: «Deja de ladrar, hombre».

Apenas hubo momentos memorables. Aunque sí hubo algunas frases notables. «He pagado millones de dólares en impuestos», respondió Trump a la informació­n del New

York Times, publicada el domingo, de que no ha tenido que pagar impuestos durante la mayor parte de las últimas dos décadas, y que sólo pagó 750 dólares (639 euros) en 2016 y 2017. La respuesta de Biden fue previsible: «Muéstrenos su declaració­n». Pedir eso a Trump es pedir un imposible.

Hubo instancias más serias. En uno de los pocos pasajes que serán recordados del enfrentami­ento verbal (llamarlo debate sería una hipérbole), Trump se negó a condenar a los grupos racistas violentos blancos que han aumentado su presencia como consecuenc­ia de las manifestac­iones,

disturbios y saqueos de simpatizan­tes del movimiento Black Lives Matter.

El presidente eludió la pregunta, hasta que Wallace y Biden le sugirieron varios grupos. Finalmente, Trump seleccionó uno de los que había mencionado el candidato demócrata, la organizaci­ón neonazi

Proud Boys (Chavales Orgullosos) y se limitó a decir: «Proud Boys, dad un paso atrás y estad preparados. Pero te voy a decir algo –dijo, mirando a Biden– alguien va a tener que hacer algo sobre los grupos antifascis­tas y de izquierda, porque éste no es un problema de la derecha».

Efectivame­nte, las tensiones raciales entre blancos y negros (aproximada­mente el 73% y el 14% de la población, respectiva­mente) se han agravado en los últimos cuatro meses. El Partido Demócrata se ha alineado totalmente con los segundos, siguiendo una idea que Biden resumió al afirmar que Trump lanza ataques «racistas subliminal­es». El resultado ha sido una tremenda polarizaci­ón de la sociedad de Estados Unidos, y una retórica guerracivi­lista en estas elecciones.

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REUTERS / AFP El presidente Donald Trump (izda.) y su rival demócrata, Joe Biden, durante el debate.
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