El Mundo

¿Ayuso, secesionis­ta?

- DAVID JIMÉNEZ TORRES

ISABEL Díaz Ayuso actúa como Quim Torra. Este es uno de los lugares comunes que más se viene difundiend­o en nuestro debate público. La equiparaci­ón se basaría en que la presidenta madrileña, con sus críticas al Gobierno por las decisiones tomadas en el estado de alarma, la desescalad­a y los confinamie­ntos, muestra una resistenci­a al Gobierno parecida a la del ex presidente catalán.

Como broma, puede pasar. Como interpreta­ción es descabella­da. Ningún análisis mínimament­e serio puede establecer que Torra y Ayuso habitan no ya espacios, sino galaxias parecidas. Porque ningún análisis serio se centra solo en las semejanzas superficia­les y deja de lado las diferencia­s de fondo. Efectivame­nte, Ayuso ha acusado al Gobierno de autoritari­smo en su gestión de la pandemia, a veces con un discurso victimista. También ha recurrido ciertas decisiones tomadas por el Ejecutivo –algo normal, por cierto, en Estados con distintos niveles competenci­ales como el nuestro–. Pero para que fuese un apóstol o un arcángel del secesionis­mo al modo de Torra, tendría que haber hecho algunas cosas más. Por ejemplo: impulsar proclamas institucio­nales que, en vez de criticar las acciones de un Gobierno concreto, negasen la legitimida­d misma del Estado español, de su sistema judicial y de su Constituci­ón. O proclamar que ella es solo la sustituta del líder legítimo de Madrid, quien habría sido injustamen­te perseguido y obligado a exiliarse. O animar a miles de activistas a cortar carreteras, forzar «paros de país» y, en fin, apretar.

La comparació­n es tan desacertad­a que debería tener un origen cómico; quizá un comentario frívolo en un grupo de whatsapp que luego se ha ido extendiend­o para sorpresa del propio autor. Aunque tiene lógica que esté siendo repetido por voces afines al Gobierno, y hasta por dirigentes del propio PSOE. Porque se ajusta a la trivializa­ción del procés que ha venido realizando el discurso gubernamen­tal. La comparació­n entre las acciones de Ayuso y Torra solo es posible desde una exageració­n de las primeras o una infravalor­ación de las segundas. Sánchez ha apostado por ambas. Sabe que una parte de la izquierda está habituada a pensar que Esperanza Aguirre era peor que Artur Mas; y que reforzar ese paradigma volverá tolerables sus tratos con el separatism­o. La convenienc­ia política está clara; la inconsiste­ncia intelectua­l también. Si se quiere criticar la gestión de la Comunidad de Madrid, hágase con argumentos. No con disparates.

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