«Decir que hay menos libertad ahora que antes es una locura»
Pregunta.– Me impresionó al documentarme, ¿cuántas cosas estudió para llegar hasta aquí? Respuesta.– Muchas, pero en realidad casi todo es suerte. Eso de las personas hechas a sí mismas no sucede. He tenido una familia de clase media acomodada que me ha permitido hacer lo que he querido. Eso es suerte. Comunicación audiovisual, interpretación, dirección de fotografía, guion… He estudiado todo eso
porque mis padres me han dejado y me lo han pagado. No es mérito mío, es de ellos. P.– Hombre, algo habrá puesto de su parte. R.– Cabezonería. Y hay otra cosa que me enseñó mi padre: «Tú has tenido la suerte de que te guste algo mucho». Esa motivación extra de una vocación clara también es suerte. P.– ¿Cómo se logra que algo tan sentimental y con temas tan duros como Radio Gaga no sea sensiblero ni sensacionalista?
R.– Es un programa en que te mueves como un bailarín haciendo una coreografía en un campo minado, es muy fácil ser melodramático o amarillista. Por suerte, tenemos una directora, Joanna Pardos, que nos lleva de la mano con el tono y los momentos. Luego, Quique (Peinado) y yo tenemos una sensibilidad intelectual que asienta los temas. Pero al principio yo también tenía dudas, porque llegó en un momento de mi vida muy particular. P.– ¿Qué le pasaba?
R.– Venía de estar nominado al Goya a actor revelación y, cuando perdí, estuve toda la gala pensando cómo lograr volver allí. Me obsesioné con eso y caí en un error capital: hacer sólo cástings de dramas. No me dieron ni uno. Tardé un año, pero espabilé. Volví a pensar en hacer lo que me interesa y no en los premios. Ahí llegó Radio Gaga y vi que era algo con lo que me podía sentir a gusto en esa transición. P.– Tanto Radio Gaga como Buenismo bien, su programa con Peinado en la SER, defienden un valor hoy menospreciado: la bondad. R.– Es que ha aparecido un fascismo que va contra todo lo que es integrador, lo que es humano. Las injusticias sociales no se cambian con buenas intenciones, se cambian a base de leyes, de protecciones… Hay mucha gente a la que esto no le gusta, porque le quita los privilegios de los que ha disfrutado toda su vida. Por ejemplo, dicen que nunca antes hubo menos libertad que ahora y eso es una locura. Es vivir en una realidad paralela. ¿Para quién? Porque si eres homosexual, racializado, lesbiana racializada… antes era un infierno. ¿Me estás diciendo que nunca ha habido menos libertad porque en Twitter te echan la bronca por un chiste? ¿Ése es tu gran problema?
P.– ¿Habla de Vox?
R.– No sólo, pero sí. Vox es antidemocrático en esencia: no le gusta la diversidad política, quiere prohibir todo menos lo que a ellos les parece decente. Eso es una mentalidad fascista. Luego van de supercatólicos… Si eres cristiano, hay cosas que moralmente no puedes tolerar votando a un partido como ése, por ejemplo sus políticas de inmigración. Es anticristiano. Hay una contradicción enorme ahí.
P.– Entonces, ¿buenismo es bien?
R.– Hay un buenismo que está mal. El de márketing, que nos dice que saldremos mejores de todo esto y que el ser humano es maravilloso. Es negativo porque no es realista. El ser humano es una mierda, hay una desigualdad dolorosísima, guerras, asesinatos… Es terrible. Pero Radio Gaga me ha mostrado que también hay gente que se esfuerza y cambia las cosas, mientras yo me quejo de lo mal que está el mundo tomando un vino. Ése es el buenismo bien y a esa gente hay que dignificarla.