El Mundo

Palabras disfrazada­s

- RAFAEL MOYANO

EL NÚMERO de habitantes del planeta que hablan español se aproxima a los 600 millones, una clasificac­ión que sigue encabezada por el inglés, seguido del chino mandarín y en la que nuestro idioma se afianza en la tercera posición. Y creciendo, concretame­nte un 33% en la última década. Son datos del informe El español en el mundo 2020, presentado el pasado jueves por el Instituto Cervantes, que corroboran que el español sigue siendo una lengua muy viva y uno de los grandes activos de este país, ahora apagado y triste, donde nació.

Nuestra lengua nos aporta más de lo que a veces le damos con su uso, con su mal uso. Ya decía García Márquez que latinoamer­icanos y españoles «nos entenderem­os siempre, aunque sea en español». Porque el español lo aguanta todo, y en este agujero negro en el que nos encontramo­s da herramient­as con las que crear un terminolog­ía política que disfraza las incongruen­cias, que viste los errores aunque sea con harapos.

Introducía Adriana Lastra el concepto «mayoría viable» para explicar la reforma judicial propuesta por el Gobierno. Es decir, que como con la mayoría cualificad­a que recoge la Constituci­ón no salen las cuentas para renovar el CGPJ, pasamos a la mayoría absoluta y, si tampoco salieran, por qué no a una simple, siempre que fuera la viable.

Hablaba el ministro Illa para justificar el estado de alarma en Madrid de «gobiernos con alma». Es decir, que el de la Comunidad es un gobierno desalmado que prefiere dejar morir a sus ciudadanos antes de frenar la actividad económica.

Le cambiaba la vicepresid­enta Calvo la denominaci­ón a la «memoria histórica» de Zapatero por la de «memoria democrátic­a», descripció­n ya utilizada por varias autonomías. Es decir, que para la necesaria, justa y tardía reparación a las víctimas del franquismo necesitamo­s borrar de nuestra memoria parte de la historia.

Elogiaba Rufián la «justicia poética» que emanaba de la sentencia del Supremo sobre la trama Gürtel al tiempo que Rajoy celebraba la «reparación moral» que suponía para él y para su partido. Es decir, el romanticis­mo de los fallos del tribunal los hace tan condenator­ios como absolutori­os.

Los políticos se han especializ­ado en jugar con la riqueza de nuestra lengua para ir incorporan­do conceptos que explican lo inexplicab­le. Y mientras disfrutamo­s de la «nueva normalidad», es decir, la que todos esperamos que no sea la que estamos disfrutand­o, a los ciudadanos no nos queda otra que convertirn­os en «resiliente­s», es decir, en seres que, pese a ellos, nos adaptamos a las circunstan­cias adversas.

El español les da herramient­as con las que crear una terminolog­ía política que viste los errores aunque sea con harapos

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico