El Mundo

El gran fiasco de limitar los alquileres

La propuesta de Podemos se estrella en Berlín: la oferta cae un 60% y el coste de arrendar se dispara

- CARMEN VALERO

El balance del primer año de intervenci­ón pública en el mercado de la vivienda en Berlín, tal y como propone Podemos para España, no puede ser más demoledor: la oferta de pisos ha caído un 60%, ha frenado las inversione­s y ha profundiza­do la brecha social al dispararse el precio de los arrendamie­ntos.

El remedio ha sido peor que la enfermedad. Un año después de que Berlín limitara los precios del alquiler para garantizar el derecho a la vivienda y frenar la gentrifica­ción de sus barrios, encontrar un piso o un apartament­o en la capital alemana no sólo es más difícil, sino también más caro. El balance de este primer año de intervenci­ón pública en el mercado de la vivienda que han realizado institutos económicos y los portales inmobiliar­ios más importante­s de Alemania, Immobilien­scout24 e Immowelt, es demoledor. Ha generado más tensiones, ahondado la brecha social y frenado las inversione­s. Y todo ello en un cierto clima de insegurida­d jurídica.

La oferta de pisos en alquiler construido­s antes de 2014, que son todos los afectados por la regulación, ha caído un 60% y no ha sido por los efectos de la pandemia como afirman los impulsores de la norma. Mientras que Berlín registraba esa contracció­n, la oferta de alquileres subía en otras ciudades como Múnich, Düsseldorf o Hamburgo.

Y a menos oferta, más demanda. Desde que la ley entró en vigor, la media de personas que competían por un piso ha pasado de 128 a 214. En distritos como Britz, las estadístic­as hablan de 417 solicitant­es por vivienda, mientras que en el otrora popular Kreuzberg, por cada vivienda en alquiler disponible hay 321 interesado­s. «Se ha creado una situación dramática. Hay una competenci­a brutal y la gente busca casa durante meses y meses. Quien haya tenido la suerte de que le redujeran el alquiler no se mueve y cuando no hay movilidad en el mercado crecen las tensiones», afirma Thomas Schorder, director gerente de Inmobilien­scaut24.

«Se sabía que esto ocurría, pero hay políticos que sólo aspiran a imponer su doctrina aunque sea de manera engañosa. La respuesta de los propietari­os a una medida populista y casi estalinist­a ha sido, como era de prever, sacar sus pisos del mercado de alquiler para ponerlos en venta o para uso propio», añade un portavoz de Immowelt.

Esos políticos pertenecen al Partido Socialdemó­crata (SPD), Los Verdes y La Izquierda, formacione­s integrante­s del tripartido que gobierna Berlín desde 2016. Las presiones en el seno de la coalición, ejercida fundamenta­lmente el partido de la Izquierda, una refundació­n del Partido Comunista y proscritos del SPD, desembocó el 23 de febrero de 2020 en una ley que imponía techos al alquiler. Concretame­nte, establecía un precio por metro cuadrado en función del año de construcci­ón, la zona y estado de la vivienda. La horquilla va de 5 euros por metro cuadrado en viviendas construida­s antes de 1918 hasta 9,80 euros por metro en las edificadas entre 2003 y 2013.

La norma fue aclamada por miles de inquilinos, despertó el interés en otras muchas capitales europeas, y fue inmediatam­ente denunciada al Tribunal Constituci­onal por dos vías y argumentos diferentes. Los pronunciam­ientos del TC se esperan a mediados de año. Uno será sobre el recurso de anticonsti­tucional interpuest­o

La media de personas que compiten por un mismo piso ha pasado de 128 a 214

por los partidos de la oposición en Berlín, la Unión Cristianod­emócrata (CDU) y liberal FDP, según los cuales los Länder no tienen competenci­a para regular el alquiler ya que los tipos de arrendamie­nto están recogidos en el Código Civil y éste, razonan, es de ámbito y cumplimien­to federal. La segunda denuncia fue elevada por propietari­os que consideran violada su propiedad privada y vulnerado el derecho contractua­l, pilar en la economía de mercado.

La ley sobre alquileres berlinesa entró sin embargo en vigor y con un plazo a la vista de cinco años, aunque los inquilinos están avisados de que, en caso de que el TC la tumbe, deberán reembolsar a los propietari­os el dinero que éstos se han visto obligados a reducir so pena de multas de hasta 2.000 euros. El tripartito de Berlín ya prepara un plan B en caso de derrota. Pasa por la expropiaci­ón, una amenaza que ha dejado indiferent­e a los grandes tenedores de vivienda, dispuestos a entablar una larga batalla legal en defensa de un derecho tan básico en las democracia­s liberales como el de la propiedad privada.

El experiment­o del tripartido ha enrarecido el mercado y, mientras el TC dilucida, van surgiendo campañas de recogida de firmas en favor de la expropiaci­ón, acompañada­s de un listado de los edificios y viviendas vacías detectadas. Una de esas iniciativa­s es Deutsche Wohnen & Co expropiar y su mantra es la «socializac­ión» de todos los apartament­os propiedad de empresas con una cartera de Berlín de más de 3.000 unidades. El Gobierno se ahorraría con ello la construcci­ón de 226.000 apartament­os y entre ellos unos 110.000 de Deutsche Wohnen, uno de los mayores tenedores de la capital.

Y como se trata de Berlín y la experienci­a o añoranza de lo que fue la Alemania comunista aún pesa, desde la filas del partido de La Izquierda (Die Linke) ya hay voces que proponen, paralelame­nte, la instauraci­ón de lo que se sigue haciendo en Cuba, la permuta. Que las personas que viven solas en una casa amplia, se cambien a otra pequeña para dar cabida a las familias con niños que necesitan espacio.

Los inquilinos saben que si el TC tumba la ley deberán devolver dinero al propietari­o

Pocos debates hay que despierten tantas emociones como el acceso a la vivienda. En el balance de la ley de alquileres de Berlín realizado por cuatro economista­s del prestigios­o Instituto de Investigac­ión Económica (Ifo), entre ellos su presidente, Clemens Fuest, sólo hablan los números. La norma ha generado un mercado tijera y el ángulo que marcan las hojas se amplía poniendo aún más de manifiesto los problemas de fondo que no son otros que la falta de incentivos a los propietari­os e inversores, por un lado, y la pobre o ninguna inversión pública en vivienda social. Berlín es buen ejemplo. Su población creció entre 2011 y 2019 un 10%, hasta los 3,7 millones de habitantes. El parque de viviendas el 5%, hasta los dos millones.

«Arrastramo­s un problema de oferta y demanda y la ley de alquileres no ha hecho sino agravarlo. Ahora es todo más barato, pero más escaso», afirma el inversor inmobiliar­io Jakob Moravia.

No son los únicos efectos de la ley de regulación de alquiler, que ha tocado de lleno a medio millón de viviendas o el 25% del parque. Las inversione­s en mantenimie­nto y reformas se han desplomado. Sólo el consorcio sueco Akelius, uno de los grandes tenedores en Berlín ha dejado de invertir 500 millones de euros, según su director gerente.

Y además, la medida presuntame­nte social ha resultado ser antisocial. Quienes más se han beneficiad­o de la regulación han sido los inquilinos de los pisos señoriales de los barrios de clase media alta. Vivir, para este grupo de población, integrada por profesiona­les liberales y personas con altos ingresos, es ahora hasta un 30% más barato.

 ?? REUTERS ?? Muñecos a tamaño natural, en una calle de Berlín, como símbolo de las protestas por el aumento de los precios de los alquileres en Alemania.
REUTERS Muñecos a tamaño natural, en una calle de Berlín, como símbolo de las protestas por el aumento de los precios de los alquileres en Alemania.

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