El Mundo

Acabar bien

- RAFAEL MOYANO

SI MORATA marca hoy tres y ganamos, daremos todo por bueno, olvidaremo­s el debate de si tenemos delantero centro, de si tenemos gol o no, de si España ya no es lo que fue. De partida, la Selección no nos gusta, no conocemos suficiente­mente a los jugadores, Luis Enrique no es simpático, no creemos en ellos. Aunque más de 14 millones de espectador­es siguieron en algún momento su debut ante Suecia y el partido alcanzó casi el 50 por ciento de cuota de pantalla, se destaca que es la peor audiencia en un arranque de España en una competició­n desde la Eurocopa de 2008. Lo mismo pasó en aquella, que al final ganamos. Teníamos crucificad­o a Luis Aragonés, que tampoco era simpático, dudábamos de que Torres o Villa fueran capaces de marcar goles, y decíamos que el juego del equipo aburría. Le metimos cuatro a Rusia y empezó a cambiar la historia. Ya nunca olvidaremo­s los nombres de Casillas, Pujol, Iniesta, Ramos, Xavi, Xabi Alonso…, ni por supuesto los de Villa y Torres, y Luis nos cayó bien para siempre.

Si las cosas acaban de buena manera olvidamos y perdonamos, y en el camino de la nada al todo, vamos justifican­do hasta acabar ensalzando. Ante el desafío independen­tista

El Gobierno quiere que le compremos primero el perdón y que confiemos en que con su buen juego nos dará la victoria

catalán, el Gobierno ha empezado por el perdón, por lo que es de suponer que tendrá un plan para llegar al olvido que, con la suficiente­mente perspectiv­a histórica, permita ensalzar al pacificado­r, o sea, a Sánchez. Un par de meses atrás se lanzó el primer globo sonda sobre los indultos con la evidencia de que la decisión ya estaba tomada. Las dudas se redujeron al cuándo y, sobre todo, al después qué. El debate se ha dejado madurar durante estas semanas y, en la recta final, surgen las justificac­iones que suman adeptos a la estrategia, al tiquitaca, gubernamen­tal. Los últimos, la patronal, que da la bienvenida a los indultos si facilitan la normalidad, los obispos catalanes, que ven que «el recto orden social necesita algo más que la aplicación de la ley», y la ministra alternativ­a, Margarita Robles, que cree que los presos, al aceptar el indulto, aceptan la sentencia.

El Gobierno quiere que le compremos primero el perdón y que confiemos en que con su buen juego nos dará la victoria, que no es otra que la vuelta del nacionalis­mo catalán a la senda constituci­onal. Cueste lo que cueste en descrédito para las institucio­nes y la Justicia. Lo dice Adriana Lastra tras poner como ejemplo, y adjudicar a los socialista­s, el éxito de la Transición y de la derrota de ETA: en diez años miraremos para atrás y, ante la armonía y la normalizac­ión que se vivirá en Cataluña, todos recordarem­os el nombre de Sánchez. Es mucho confiar. Creo más en los tres goles de Morata esta noche.

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