Adiós al luto
UN DÍA transcurrió entre las dos noticias. Primera noticia. Jueves. El Instituto Nacional de Estadística (INE) informa. El año del Covid, 2020, murieron más españoles que nunca desde 1920. Un siglo entre dos pandemias. Un siglo entre dos países. Un siglo de adelantos médicos y subida de la renta per cápita. La esperanza de vida en España es la más alta del mundo. Los hijos de los supervivientes de aquella «gripe española» de 1918 no pudieron sobrevivir al Covid que vino de China. Murieron por miles.
Un siglo de distancia entre ser viejo o ser joven. Un siglo, pero el mismo número de muertos. La noticia del INE no provocó ni un escalofrío en la columna vertebral española. La estadística de los muertos de la Covid no despertó ni la mitad de atención que los indultos, Garamendi, la investidura de Isabel Díaz Ayuso o el último sondeo del CIS.
Segunda noticia. Viernes. El presidente del Gobierno anuncia que el 26 de junio los españoles podrán salir a cielo abierto sin mascarillas. ¡Una semana! La alegría se extiende por toda España. Las calles son escenario de fiesta. ¿De verdad? ¿Será posible que haya llegado el principio del fin de la mascarilla? Los españoles se van destapando nariz y boca como ensayo de cara al sábado 26. Celebración de la libertad de salir de la celda. El fin de la era tenebrosa y el comienzo de los locos años 20. Locos, quizá en el sentido estricto de la palabra.
La foto de la jeringuilla de la vacuna clavada en el brazo será sustituida en las redes sociales por el rostro maquillado y afeitado. El narcisismo será idéntico, pero con sus mejores galas. Cada día somos recién nacidos en Twitter o Instagram. La mascarilla es objeto de creatividad artística, tendencia de moda, y lugar de combate político. Pedro Sánchez se guarda la feliz noticia para comunicarla él en persona, y la oposición le acusa de utilizar las mascarillas que se quitarán los españoles para tapar la boca y la nariz de los indultos. Todo en orden por ahí.
El luto es Historia. Un siglo hace ya de los muertos de Covid. España se ha desanudado la corbata negra, por más que el duelo siga pendiente, la pérdida muy presente y las cabezas bastante averiadas. Con mascarillas o sin ellas.