El Mundo

“ORTEGA HA TENIDO MIEDO A UN LIBRO”

SERGIO RAMÍREZ

- POR MANUEL LLORENTE

El escritor nicaragüen­se y premio Cervantes Sergio Ramírez dice que «enfrentars­e al exilio, a los 79 años, es muy duro»

Con el temple que otorga la edad, el escritor y Premio Cervantes se va haciendo a la idea de que no podrá volver a su país en bastante tiempo. “Daniel Ortega tiene recursos de represión suficiente­s para perpetuars­e en Nicaragua”, afirma resignado, aunque no afligido

UN TSUNAMI DE amigos, colegas o simpatizan­tes de medio mundo abraza al escritor Sergio Ramírez. La decisión del Gobierno de Daniel Ortega de prohibir en Nicaragua su nueva novela, Tongolele no

sabía bailar (Alfaguara), ha crujido el mundo de las letras. No gusta leer negro sobre blanco sobre la represión que en 2018 acabó con más de 400 manifestan­tes, en su mayoría jóvenes. La Real Academia de la Lengua y un manifiesto de 250 escritores y artistas dan calor a un hombre de 79 años que ahora está en España haciéndose a la idea de no poder volver a su país. Ayer, minutos después de conversar con Pedro Sánchez en La Moncloa, junto a Leonardo Padura, fue entrevista­do por este periódico.

P. ¿Cómo se ve la vida en esta nueva situación?

R. Hay que hacer un esfuerzo mental de adaptación. Enfrentars­e al exilio, a la edad que tengo [79 años], es muy duro porque la idea de no volver nunca a Nicaragua es bastante dramática. No soy de los optimistas que piensan que este régimen va a caer mañana mismo. Tienen recursos de represión suficiente­s para mantenerse dentro de una crisis, seguir reprimiend­o. Es muy difícil saber cuándo será posible volver, sobre todo si tengo encima una acusación judicial. Hay mucha incertidum­bre, hay que irse haciendo a la idea de que el regreso es difícil y hay que adaptarse a vivir fuera. P. ¿Dónde lo hará?

R. He recibido muchos respaldos, del presidente [Pedro Sánchez], del canciller, también del presidente de Costa Rica. Me sentiría bien en Costa Rica, en México o en España. Costa Rica está muy cerca de Nicaragua, a España he venido 60 veces. P. ¿Esperaba este acoso? R. Venía creciendo desde que me llamaron desde la Fiscalía a declarar por el caso de Cristina

Chamorro [candidata presidenci­al]. Sentí que ahí se rompió la primera amarra. Fue a finales de mayo. Sentía que me estaban advirtiend­o que yo no era invulnerab­le. Comencé a pensar de otra manera. Estaba en Nueva Orleans por una revisión médica con mi cardiólogo.

P. ¿Teme por su vida?

R. Un régimen donde quienes dan las órdenes de represión no tienen escrúpulos y hacen las cosas cuando creen que son necesarias, sin ningún sentimenta­lismo, ése es el riesgo mayor. Dentro de Nicaragua ya estaría en la cárcel.

P. ¿Teme por la vida de algún familiar?

R. Nunca se sabe porque se han roto todas las amarras, todos los límites. Ante la falta de escrúpulos uno no puede estar seguro de nada.

P. ¿Cómo era Daniel Ortega y cómo es hoy?

R. La última vez que le vi fue en 1998, fue de una manera muy rápida. Ha sufrido muchos cambios buscando cómo defender el poder absoluto.

P. ¿Cómo le ha influido su mujer, Rosario Murillo?

R. Él mismo dijo que le había cedido la mitad del poder. Ella toma decisiones por sí misma pero, claro, todo el mundo sabe que él está detrás. Es una pareja muy bien acoplada.

P. ¿Qué les ha podido molestar de su novela?

R. La concepción mágica del poder, el hecho de que el poder ocupa un símbolo esotérico, árboles de la vida, brujos, magos...

P. Dice un personaje: «¿Será que este país es como aquel burro, que sólo puede dar vueltas y vueltas, uncido a una piedra?».

R. Ésta es hasta ahora, desgraciad­amente, la historia de Nicaragua. La repetición, el ciclo vital de que las cosas siempre están volviendo a empezar.

P. La novela, pese a todo, se lee en Nicaragua.

R. Circula por la edición digital. Se ha leído muchísimo.

P. ¿El libro ayudará a cambiar algo?

R. Soy muy escéptico. Los libros sirven para fijar conciencia­s, no como una denuncia. Los hechos han de estar insertados en una trama que sea creíble para el lector.

P. No ayudará a cambiar pero Ortega y los suyos...

R. Tuvieron miedo al libro. Tener miedo a un libro es una muestra de debilidad muy grande para alguien que tiene todo el aparato represivo en su mano, la policía, el ejército, todos los canales de televisión, todas las radios más importante­s manejados por los hijos de Ortega.

P. Se empieza hablando de literatura latinoamer­icana y se acaba hablando de política. Y de poder.

R. El poder es fascinante, la política no lo es. Los entresijos del poder, sus artilugios. Eso de que una mujer induce al marido al crimen para hacerse con el poder, como en Macbeth, es muy parecido a lo que está pasando en Nicaragua. Lo que es capaz de hacer un ser humano por apoderarse de algo.

P. La traición o su sospecha sobrevuela­n también.

R. El poder está muy ligado a la traición. Para mí en la literatura los temas son el poder, el amor, la locura y la muerte.

P. ¿Y cómo vive estas horas?

R. Uno entra como en una cámara de vacío al principio y contempla la situación como si fuera ajena. Creo que es un mecanismo de defensa; si no, uno se comería y se bebería la angustia todos los días. Uno va adaptándos­e a lo que es real, a lo que es inevitable. La filosofía es que yo no puedo corregir. Porque yo no voy a meterme en Nicaragua a desafiar a Ortega para que me meta preso. Eso lo hice cuando tenía 30 años con Somoza, y no me metió preso. Yo estaba condenado por incitación al terrorismo. Volver sería un suicidio. La realidad es muy dura para los presos, no les pasan medicinas, y yo tomo medicinas todos los días.

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JOSÉ AYMÁ

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