Después del guirigay
EN MEDIO del teatrillo y la sobreactuación de los políticos y sus declaraciones, del rifirrafe entre independentistas que azuzan su particular guerra incivil ante la mirada atónita de sus, aún, aficionados, la pregunta es qué pasará al final de mesas de diálogo públicas y privadas. Todo será más fácil de lo que parece y más vale que se ahorren el tiempo que van a dedicarle estos dos años. Casi todo está escrito. Ambas partes –con o sin Junts per Puigdemont– procederán a un proyecto para redactar un nuevo Estatuto bajo las premisas que marcó la opinión del Círculo de Economía del 28 de mayo de 2018 y que resucita algunos de los pilares fundamentales del Estatut redactado en 2005 antes de que lo «cepillaran» en Moncloa José Luis Rodríguez Zapatero y Artur Mas. A veces hay que recordar qué pasó en el referéndum estatutario del 18 de junio de 2006. Votó el 49% del censo y un 73,24% votó afirmativamente. ERC y PP pidieron el no mientras que PSC, ICV y CiU pidieron el sí. Luego vino la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 que recortó el Estatut y que es la excusa y alegato que usa el separatismo para iniciar oficalmente el procés. Claro que cuando preguntas qué cortó el TC, pocos lo recuerdan.
El documento del Círculo de 2018 fue inspirado y redactado por el entonces presidente del Círculo y presidente de Colonial, Juan José Brugera, y el ex presidente, el economista Antón Costas, que hoy preside el Consejo Económico y Social
de España. Ambos nacidos, respectivamente, en Badajoz y Vigo. Pide un nuevo Estatuto con rango de norma constitucional en el marco de la Constitución y que sea aprobado por todos los catalanes. Demanda el «reconocimiento nacional» de Cataluña, el blindaje de competencias determinadas y reformular un nuevo marco financiero en la relación entre las comunidades autónomas y el Estado para evitar convertir las negociaciones en un continuo mercado persa. El esquema financiero fue elaborado por Teresa Garcia-Milà, economista y presidenta de Barcelona GSE. En definitiva: establecer lo más parecido a un marco federal en España.
En privado, importantes actores del independentismo y del PSC asienten ante la posibilidad de que la mesa de la amnistía y la autodeterminación acabe con estas conclusiones salvo una hecatombe. Personas que estuvieron cerca de su redacción lo catalogan de «política posibilista». ¿El PP? «Solo pediremos que lo tolere». Estas son las nueces. ¿El resto? Ruido.