La disputa de la ‘troupe’ está muy viva
NO ES cierto que la prioridad de la ley del sólo
sí es sí fuese proteger a las mujeres. Para Montero, las mujeres únicamente constituyen un instrumento de promoción –y probablemente de íntima autojustificación– personal. Montero y su troupe hicieron un flaco favor a las mujeres con la enconada defensa de Juana Rivas. Ni siquiera beneficiaron a la raptora, cuyo desequilibrio emocional facilitó la grosera manipulación de su figura.
Arrastrados por el torrente de género, asumimos que faltaba una ley aturullada y ómnibus. Pero no es verdad. Simplemente, a Montero le faltaba para su manifa una ley orgánica a la que designar por su nombre. La mitad de la ley son disposiciones finales que modifican otras, entre ellas, el Código Penal. La ley incluye medidas que refuerzan la seguridad de las mujeres, sobre todo las relacionadas con la autonomía económica, derechos laborales y vivienda –aunque las normas de violencia de género ya las contemplan– y de protección –también de sus datos– de las víctimas de agresiones sexuales.
Sin embargo, todo lo demás obedece a las espurias y mundanas razones de Montero. La ley promueve un jugoso mordisco al Presupuesto para promover, generar, crear, inventar estudios, papeles, datos… y penetrar en la Universidad y planes de estudio. O sea, para afianzar al
lobby que la crisis de deuda dejó sin ayudas, subvenciones y proyectitos. De esa cantera surgió Podemos. Además, Montero requería una ley diferencial para librar y dotar de sentido sus dos disputas: en el seno del Gobierno y por la hegemonía cultural. Para ella, la ley tenía una finalidad performativa. Se conformaba con el eslogan –sólo sí es sí–y con secuestrar la noción pivote: consentimiento –recuerden que tan interiorizada tiene su propaganda, que admitió que los menores pueden tener relaciones consentidas: no fue un traspiés–. Así que redujo la ley a un ejercicio de superficialidad y frivolidad tan propio del activismo.
Por eso ni cejará ni rectificará, porque supondría recuperar la política, los acuerdos y los lugares de encuentro. La excarcelación en cascada de violadores refuerza sus causas, profesional y divisiva. Para ella, la reacción de los jueces demuestra la potencia y necesidad de su bodrio y muestra un pretexto para subyugar a la Justicia. La ley le es útil, por elevación: chinchín.