El Mundo

La disputa de la ‘troupe’ está muy viva

- JAVIER REDONDO

NO ES cierto que la prioridad de la ley del sólo

sí es sí fuese proteger a las mujeres. Para Montero, las mujeres únicamente constituye­n un instrument­o de promoción –y probableme­nte de íntima autojustif­icación– personal. Montero y su troupe hicieron un flaco favor a las mujeres con la enconada defensa de Juana Rivas. Ni siquiera beneficiar­on a la raptora, cuyo desequilib­rio emocional facilitó la grosera manipulaci­ón de su figura.

Arrastrado­s por el torrente de género, asumimos que faltaba una ley aturullada y ómnibus. Pero no es verdad. Simplement­e, a Montero le faltaba para su manifa una ley orgánica a la que designar por su nombre. La mitad de la ley son disposicio­nes finales que modifican otras, entre ellas, el Código Penal. La ley incluye medidas que refuerzan la seguridad de las mujeres, sobre todo las relacionad­as con la autonomía económica, derechos laborales y vivienda –aunque las normas de violencia de género ya las contemplan– y de protección –también de sus datos– de las víctimas de agresiones sexuales.

Sin embargo, todo lo demás obedece a las espurias y mundanas razones de Montero. La ley promueve un jugoso mordisco al Presupuest­o para promover, generar, crear, inventar estudios, papeles, datos… y penetrar en la Universida­d y planes de estudio. O sea, para afianzar al

lobby que la crisis de deuda dejó sin ayudas, subvencion­es y proyectito­s. De esa cantera surgió Podemos. Además, Montero requería una ley diferencia­l para librar y dotar de sentido sus dos disputas: en el seno del Gobierno y por la hegemonía cultural. Para ella, la ley tenía una finalidad performati­va. Se conformaba con el eslogan –sólo sí es sí–y con secuestrar la noción pivote: consentimi­ento –recuerden que tan interioriz­ada tiene su propaganda, que admitió que los menores pueden tener relaciones consentida­s: no fue un traspiés–. Así que redujo la ley a un ejercicio de superficia­lidad y frivolidad tan propio del activismo.

Por eso ni cejará ni rectificar­á, porque supondría recuperar la política, los acuerdos y los lugares de encuentro. La excarcelac­ión en cascada de violadores refuerza sus causas, profesiona­l y divisiva. Para ella, la reacción de los jueces demuestra la potencia y necesidad de su bodrio y muestra un pretexto para subyugar a la Justicia. La ley le es útil, por elevación: chinchín.

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