Risas que abrasan
Hay risas nerviosas, autocomplacientes y frívolas, como la de la delegada del Gobierno para la Violencia de género, Rosell, la semana pasada en la tele. La entrevistó Fortes y ella no paró de sonreír y reír durante casi una hora acompañada por el buen y animoso tono del entrevistador, el mismo día en que, gracias a su ley del sólo sí es sí, algunos violadores salían a la calle o veían reducidas sus condenas. Superficial y ligera, transcurrió la noche. Hay risas sobreactuadas e histriónicas, forzadas para provocar despiste en la concurrencia e inseguridad en el interlocutor; como la de Sánchez este martes en el Senado cuando Feijóo enumeró los estropicios del Gobierno de la gente. La carcajada autosuficiente de Sánchez sólo enseña su pasado mañana: del eco a la nada. Y hay sonrisas contundentes, seguras, victoriosas, animosas, sostenidas, descaradas, frescas, socarronas, condescendientes, crecidas… como la de Aizpurua, portavoz de Bildu en el Congreso, cuando compareció ante la prensa para presentar el acuerdo de Presupuestos alcanzado con el Gobierno. Dijo que faltaban «unos flecos» para cerrar un «segundo» pacto sobre inversiones en beneficio de Euskal Herria. Bildu se erige en adalid de la defensa de la justicia social. Es un ignominioso enjabonado de la formación abertzale. Orgullosa, Aizpurua, aseguró que Bildu ha cumplido su compromiso y sugirió que Sánchez no puede desperdiciar esta oportunidad que le brindan las «izquierdas so